Aquella noche junto a Moneo.
de la oscura magnolia de tu vientre.
Nadie sabía que martirizabas
un colibrí de amor entre los dientes.
(Lorca)
Su hermana pequeña jugaba la final de un torneo provincial de baloncesto.
Era la hermana favorita de C y C era mi amiga favorita. Digo amiga y quizás no sea la definición precisa, pero con mi experiencia de entonces no conozco otra forma mejor de concretar cual era nuestra relación.
Marta, compañera de trabajo de C, también tenía una hermana jugadora y el caso es que allá nos fuimos, Marta con su nuevo amigo Luis, C y yo. En tren, un interminable tren que daba vueltas y vueltas, se inclinaba y parecía que iba a volcar en cada curva.
El partido fue a la tarde y ganamos, ganaron. Las niñas estaban muy contentas y aunque nunca me ha gustado el basket disfruté sobre todo con sus pantalones cortos y sus piernas largas.
Después nos fuimos los cuatro a cenar, risas, buena comida –se come muy bien en Moneo- y gin tonic.
Lo reconozco, me gustaba:
uno) C.(era seductora, bella, sensible, inteligente, tenía unos labios muy dulces, ay)
dos) el gin tonic.
tres) divertirme.
La cuestión es que pasamos unas horas entretenidas, bailamos, discutí con un pesado que empujó a C, bailamos mejilla con mejilla, nos abrazamos detrás de unas cortinas y en algún momento de la noche me pasé al cubalibre en recuerdo del Che.
Volvimos al hotel de madrugada y en mi mareada cabeza –también- estaba la firme determinación de pasar la noche con C.
El hotel tenía unos largos, silenciosos y poco iluminados pasillos. C y Marta entraron en una habitación y Luis y yo en otra –C no quería demostrar demasiada intimidad conmigo delante de su amiga Marta y esta aún no se sentía muy segura con Luis-. Me desvestí, duche, limpié los dientes, puse la televisión, leí y mi compañero no se dormía. Creo que hasta le canté una nana. Cuando escuché su respiración acompasada decidí que era la hora. En calzoncillos –pijama, que cosa tan absurda- que marcaban, salí al pasillo dejando la puerta sin cerrar del todo. Los residuos de ron en mi organismo ayudaban. Y el deseo por C, sobre todo. El 606, toqué con los nudillos en el paso a la gloria y nada; volví a tocar, suavemente, nada; insistí con más energía y la voz de C ¿qué quieres?, vete a tu cuarto, duérmete”, (yo) abre, quiero contarte algo, (ella) no, vete, vas a despertar a todo el hotel, (yo) como no abras sí, seguiré tocando. A pesar del calor interno comencé a sentir el ridículo de mi situación, allí, medio desnudo en mitad del pasillo. Volví a mi habitación y la puerta se había cerrado, lo que me faltaba. No quise despertar a Luis y volví a la 606. Abre, por favor. Y abrió las puertas del cielo. Marta dormía plácidamente, o lo parecía. Me acosté junto a C y hablamos. Hablamos y nos besamos. Nos besamos y nos amamos silenciosamente. ¿Marta dormía plácidamente? Nos amamos y nos amamos ruidosamente. Marta no se movía. C y yo sí. Amaneció y, sin un gramo de exageración, el amor seguía acunándonos (la edad ayuda mucho). Con los últimos besos prendidos de mis labios y de mi alma volví al 604 y al absurdo trance de explicar al bueno de Luis de donde venía de esa traza, desvestido, despeinado, desapasionado, destrozado después de una noche mágica de...
-Un momento, me llaman por teléfono.
Nada, mi señora esposa, me pregunta que si la amo.
Decía que ha pasado el tiempo y he recordado esa noche porque justo ayer me encontré con C. Paseaba con su marido por el parque y un niño rubio jugaba a su lado. Desde el banco, mientras cuidaba a mis dos hijos, la mire con disimulo, ha engordado un poco, sigue igual de atractiva. Ella no me vio o fingió no verme. Creo que yo también he cambiado en estos nueve años. Quizás un día cuente que ocurrió a la vuelta de Moneo y...
-Un momento, me vuelven a llamar por el móvil.
Si. Si, Si. Si. Si. Vale. Claro que te quiero.
Otra vez mi querida esposa.
Decía que quizás un día cuente que ocurrió después de aquella noche, pero ahora, al volver a ver a C se han despertado los fantasmas y están bailando alrededor.
Dormi amore la situazione non è buona
23 comments :
Me gusta, sí.
Besos Mil, Sr. Pedro.
Qué paz se respira aquí. Menuda la ha liado Nikté, ¿no te has enterado? (besos, niña, eres la hostia).
Menos mal, me temía lo peor: que con el exceso de gintonic no te hubieras percatado de que era Marta, y no C, la que no se movía en la otra cama. ;)
Un beso.
Don Pedro, Don Pedro...
ojito con esos fantasmas que te bailotean...
Y con esos calzoncillos...
Besos.
ondina, gracias, me gusta que te guste.
Y sí, este es un espacio sin humo, sin humos, pacífico.
Ya he leído lo de Nikté. No me gusta Noriega. Ana sí.
Y tú.
Besos
606 y 604.
Lo raro es acordarse del número de las habitaciones.
Recordar el resto es explicable cuando la edad ayuda.
Sobre todo cuando se vuelve uno a encontrar con la misma persona al cabo de los años y los kilos.
Lo del teléfono es comprensible.
Abrazos.
Es que el gintonic Mandarina azul nubla la vista y la conciencia, modula los impulsos, atenúa las capacidades olfativas y otras, disminuye el deseo, enturbia la mirada y no te digo nada del salto del tigre, prácticamente lo elimina de la variedad de actividades eróticas, si las hubiera, que en este cuento las hubo, pero ya sabes, los cuentos, cuentos son.
Y Marta seguro que quedó traumatizada.
C creo que también.
Y yo.
Un blando, el protagonista es un blando.
Tú, no.
Un beso.
Carmen, no se pueden controlar las fantasías fantasmales.
Sobre todo cuando uno se encuentra con ellas en calzoncillos.
De ahí al ridículo hay un paso.
O un número de habitación cambiado.
(te juro que fue una situación absurda. La de estar en el pasillo casi en pelotas)
jajajajajajajaja
Ybris, es que volví repetidamente a ese hotel.
No recuerdo sin con C o con Marta.
Quizás con ninguna de las dos.
Pero si lo cuento ahora no me quedarán historias para otros días.
Y la vida es larga
¿Seguro?
Pues no.
Eso
Abrazos.
siempre te leo y siempre me gusta...
¿Es música hebrea la que escucho? Creo que si, veo además el lugar del crimen, parece el hotel del tipo que se paseaba en calzoncillos de habitación en habitación.
No me ha costado seguirte entre CES y otras iniciales, cada una con acento propio.
Ha sido genial bailar contigo.
Me gustaría decirte tantas cosas..., entre ellas que a mi también me gusta la paz.
Debería haber abierto un blog en completo anonimato, al menos así ningún amigo podría leerme, pero me quedo donde estoy, al menos por ahora.
Ains, que buena trama, que frescura, que fluidez, que tensión, que risas, que todo.
Te beso esas manos
Mmm esas llamadas de teléfono y esas mujeres...
Besicos
Cuidado con los fantasmas. Traspasan sin querelo. Hasta corazones.
Besos
Muchas gracias Ogigia, siempre tan atenta.
Nikté, es música hebrea, sí y el tipo que se paseaba en calzoncillos no es el que mató a la ilusión, se murió sola, de tedio, de silencio.
Y no sabía bailar.
Con post como el tuyo –magnífico, por cierto- es fácil encontrar guerra (o una batalla al menos)
Besos las tuyas.
Ficción, Belén, ficción.
Espera...creo que me llaman.
Besos
No creo que puedan Madame Vaudeville.
Ya no.
Besos
¡qué encanto! es una historia encantadora. :-)
Mirada, ¿tu crees que será verdad?
Pedro, Glup2 es una página en la que escribes ficciones ¿acaso no?
¡Caray! ¡Qué pedazo de intuición la de la esposa! Jeje
Ahora te beso.
Mirada, acaso. Quién sabe
gaia07 hay esposas intuitivas.
Otras que se tapan los ojos.
Otras ciegas
Igual que esposos.
El tema de la vista está muy malito.
Besos.
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