De junio a julio
Se alargaron las tardes hasta junio, busco minutos para juntar las palabras que se agolpan detrás de la tapia del sentimiento.
Quiero escribir sobre un hombre que está mirando al mar. Escribo y borro, escribo y borro. Aún no soy ese. La música ha cesado, el tiempo pasa tan rápido y apenas reconozco lo que es. Es lo que tiene dejarse llevar por el sentimiento, disfrutar sin reservas de la sensibilidad.
Ahora lo sé, me hacía el duro para defenderme, reía para no entrar en el instante que no se recupera, en los adioses, en las despedidas tocándonos la punta de los dedos, lo presentido.
Esto va así.
Nadie se libra de los momentos
malos, de las tragedias.
Me río mientras dure.
Es bella esta amistad sin rostro, ni manos.
De forma imperceptible,
todavía, en julio las tardes han comenzado a menguar.
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