lunes, 6 de octubre de 2025

Que así sea.

 

Sir Lawrence Alma-Tadema


Arrancando la piedra herida por el rayo, impío, comienzo a golpearme el corazón, dudando entre saltar a un hoyo, al volcán, o romper la lira de Anfión para que cada frase sea una selva, cada palabra una bestia rabiosa, cada perfume rancio un motivo de desprecio y aun así, purgándome la bilis en su otoño, solazándome en mi canto en elodio, para ella, sin requerir sus alabanzas, ni el aplauso del coro de labradores, ni la aprobación de los invisibles pero ruidosos coturnos del anfiteatro, alborotando la esperanza de escuchar las flautas, el ladrido de los perros, ver las golondrinas del verano, las frutas con que adorna su cabeza, llena de rencores, de cólera, de maquinaciones en el muelle mientras espera mi regreso sin saber que no vuelve aquel que no se ha ido, ignorando que hasta las estatuas de bronce conocen su virtud perdida, mi odio insensato y el desprecio que esgrimo como abubillas que pican su rostro, como lobos furiosos acosándola en el bosque en el que perdimos la esperanza de mañana, la mirada oscura entre las viñas, la piedad de acuchillarla por la espalda para no ver sus ojos, nunca más, sus ojos de nieve, codiciosos, mirando ahora las olas y el tiburón que gira, el gesto de olvidar, bajo las aguas, la traición, el fango de su nombre odiado mientras me alimento de achicoria y uvas, vago entre los hombres escépticos, me abraso en el incendio de no vivir entre sus brazos de leche y tortura, orino en la tierra de su recuerdo y lanzo a todos los vientos las cenizas de nuestro amor arrasado.

Maldigo su nombre, una vez más. Que así sea.

domingo, 5 de octubre de 2025

No entiendo.

Piero di Cosimo 

En la dulce, y no por eso menos dolorosa, transición entre sentimiento idealizado, enquistado y el descubrimiento del ser humano pasó un tiempo de amistad, confidencias, risas y algún leve desencuentro.

Un tiempo hermoso, un bello ejercicio para descifrar que lo real era muchísimo mejor que lo soñado.

Hay días que no te entiendo nada.

Ni yo. 

sábado, 4 de octubre de 2025

Mismamente.

 




Una verdad incompleta es una mentira.

Contar N y omitir el resto del alfabeto es tendencioso (me aplico el cuento).

La historia no se escribe en los telediarios, ni siquiera en la batalla, se escribe después.

No veo televisión, no leo periódicos, mienten.

El pesebre.

Los intelectuales.

Cuáles.

Los tres monos, no ver, no escuchar, no hablar. Hablo luego existo, las hadas no existen pero las brujas sí, ir por lana y salir trasquilado, qué engaño.

Hay días que no.

Érase una vez un círculo cuadrado en su mismidad, un perro que hablaba inglés, en la intimidad, la certeza de la finitud, es decir que te mueres.

No.

Sí.

viernes, 3 de octubre de 2025

Insomnio.


Ella Kruglyanskaya, Lemondrama (big) (detail), 2025. Mit freundlicher genehmigung von Contemporary Fine Arts


 (piloto rojo, la cámara tres efectúa un travelling en el cerebro del protagonista)


…Llevo varios días que no puedo dormir por las noches.

Doy vueltas por la casa, sin saber qué hacer. Estoy enfadado conmigo mismo. Vivo solo, no puedo discutir con nadie, a veces me miro al espejo y me insulto. Es igual, tampoco duermo. Añoro las discusiones, las broncas con Mari.

Me distraigo con películas antiguas. Anoche vi seguidas Cabaret y Barry Lindon, me parecieron muy pesadas, un rollazo. Recuerdo que cuando las vi por  primera vez, hace años, me gustaron mucho. No sé si he cambiado de gustos o que envejecen mal. Yo también envejezco mal, parezco mi padre, o mi abuelo, estoy engordando, la barba de varios días no me sienta bien, me da pereza afeitarme, ¿para qué?, ¿para quién?  Me dedico a pasear por las habitaciones, el pasillo, me asomo al balcón, llamo por teléfono a Mari a las cuatro de la madrugada y cuelgo.

Ya ni siquiera me importa lo del trabajo, no trabajar.
En algún momento se me acabará el dinero, bah, me es igual.
Me gustaría saber escribir para decirle cuatro cosas a Mari, algo que le duela, algo que le haga sufrir, pensar en mí, que sepa cómo estoy.

Está lo de la bebida, soy un sibarita. Al principio de este insomnio me preparaba unos Negroni fabulosos, también unos Blue Moon. He llegado a beberme tres de cada y media botella de Rioja. Ahora tomo ginebra o whisky a morro, sin vaso. Me sienta mal, lo sé, que se joda Mari, que le den por el culo a Mari.

Me duele el estómago, mucho, y creo que tengo varices o algo así, en las piernas, con venas abultadas, los pies fríos, quizás por eso no duermo. Joder, estoy hecho una piltrafa, el más guapo del barrio y mira cómo me he quedado, que fui campeón de España de 200 metros mariposa y ahora jadeo como un perro viejo. Será de fumar, que no había fumado nunca y ahora no paro, huele toda la casa a humazo que tira de espaldas. Una joya, soy una joyita de hombre, esto es lo que ha conseguido esta cabrona de Mari, la madre que la parió. 

Voy a ver esta de “Centauros del desierto” que leí en un Fotogramas antiguo que está bien. Me las grababan mis amigos, ¿mis amigos?, otros cabrones que se han puesto de su parte, unos hijos de puta, vaya amigos de los huevos, se ponen de parte de Mari,  manda narices, que les den, que les den mucho, con lo que he hecho por ellos, con lo que he hecho por todos, cabrones, cabrones y Mari la peor...

(Fundido en negro sobre el monólogo y la cámara interior se desplaza a otros escenarios)

jueves, 2 de octubre de 2025

Leve historia (4 y final)



Sigo con la dieta de ensalada de quesos y lechuga, con la meticulosa medicación y la felicidad fue apenas un reflejo entre la oscuridad de las botellas y el frío, de la lluvia y una puerta siempre cerrada. El mar endurecido, inmenso, sin olas, como el cuadro de un pintor alucinado. Estoy sentado en un charco y es fría la nostalgia como la cuerda en mi garganta. 


¿Cómo se encuentra hoy? 
Mal.
¿Qué piensa hacer?
Escribir.

miércoles, 1 de octubre de 2025

Leve historia (3)



Fueron varias semanas de citas clandestinas. En cada encuentro  la relación de nuestros cuerpos  era más atrevida, más extrema. Un día le sugerí que esperase en la habitación a oscuras, vestida solo con unos zapatos negros de largo tacón. Quizás lo había visto en alguna película. En un rincón se consumía una vela olorosa, las sombras flotaban en su rostro como un pájaro de vuelo desmedido. Fue un momento, me sentí como un animal que aúlla, creo que mordí su cuello delicado, que arañé su blanca espalda. Al terminar me dijo que ese era el último día. Me fui arrastrando los pies, sin mirar atrás, en silencio.


La esperanza plegó sus alas y nadé entre los lirios, los insectos y mi terapeuta, jadeé boca arriba en camas ajenas  y perdí la noción de la ida o la vuelta. La luna me miraba, perfumaba las noches disfrazadas. Untaba miel en las articulaciones y mi casa, mi vida quedó suspendida en una espera sentada en el cruce de caminos, los raíles mohosos, la estación clausurada.

¿Sueña con serpientes?
Sí.
¿Volvió alguna vez?
No.

martes, 30 de septiembre de 2025

Leve historia (2)

 


Estas cosas no ocurren, nunca, al menos a un tipo como yo. Algo se había movido en el pantano, ardían las libélulas en pleno vuelo y crecían árboles frutales en la distancia de calles de alquitrán y rocío. Comía rosas y me consumía en el tic tac del reloj en un rincón del jardín, el corazón en lo más negro del otoño, ahí, inerme y solitario, enlazado a la ciega nostalgia de haber sido, engalanado con ojeras y circunloquios, pasmado.

 

Llegué puntual a la cita. Apenas nos demoramos en saludos y caricias. Desnudos, abrazados, besándonos con avidez, como dos supervivientes del incendio de un barco en alta mar, con una enérgica ternura, así, inclínate, ven, gírate, palabras dulces, susurros, sí, gemidos, ella se dejaba llevar y los dos íbamos, flotando en el deseo, me gustaba, tanto, tanto.  

 

Tiene usted mucha imaginación.

Sí.

¿Se cree todo lo que escribe?

Sí.

lunes, 29 de septiembre de 2025

Historia leve (1)

 


Pretensión de escape por la salida de emergencia de la literatura.

Es inútil.

 

Nos encontramos por casualidad, nos reconocimos a pesar de los años.

Me tomó el brazo con delicadeza y caminamos hablando de esto y aquello, de sus hijos, de las coincidencias, del ayer, del paso del tiempo.

Fue un momento agradable y durante varios días estuve pensando en ella.

 

Madrid es una ciudad peculiar, después de años sin vernos, justo una semana después tropezamos en la misma calle.

Tomamos café en un bar cercano y descubrí que no había perdido aquel brillo en la mirada, la dulzura de su voz, lo interesante de su conversación.

Quedé prendado, intercambiamos los números de teléfono y nos citamos para el siguiente miércoles.

 

Esa misma semana empecé a escuchar voces y música. El amor me dejaba las manos vacías y una luz se apagaba y encendía en el paraíso. Mi vida era una isla de náufragos desorientados y el horizonte estaba detrás de la niebla gallega.

Aquel día, a las once, me llamó diciendo que no podía acudir a la cita, que le había surgido un contratiempo. Me sugirió pasar por su despacho, estaría encantada de seguir nuestra conversación nostálgica. Acepté.

 

El despacho tenía una decoración escueta, muy personal, apenas una mesa, la biblioteca, tres cuadros, un diploma, un sofá y dos sillas. Me senté frente a ella y hablamos. Dijo que la relación con su marido era inexistente. Miró hacia la ventana y advertí una lágrima en su rostro. Le tomé las manos. Luego todo fue muy rápido. Corrimos las cortinas, nos abrazamos, nos quitamos la ropa, nos amamos apresuradamente sobre el sofá, indiferentes a los pasos que se escuchaban al otro lado de la puerta, en el pasillo. Después, ya vestidos, nos sentamos mirándonos sin hablar. Nos citamos para el miércoles siguiente.

 

¿Piensa usted en la muerte?

Sí.

¿A menudo?

Sí.

domingo, 28 de septiembre de 2025

Somero inventario

John Falter  'The Windy City' 1946

Lo que digo/escribo en estos últimos años  trata de la melancolía pasajera y del erotismo permanente. Del cuerpo humano, desnudo. De la mente vegetal, vestida. De lo absurdo de pasar el tiempo frente a una fría pantalla de colores mientras el río de la vida corre por las calles, pleamar de alcohol y navegantes solitarios, barco encallado en el arenal de un nombre, en la escollera de un tiempo pasado, en todo lo que no sea ahora.


 Y no, no señora.

sábado, 27 de septiembre de 2025

Miedo

 

 

Justo después del terremoto llegaron la sed y los buitres, la peste. No recuerdo si por este orden. Enterramos  los muertos y dimos fuego a los zarzales. Después llegó el saqueo y el hambre, buscar cobijo, guarecernos de la lluvia inclemente. Sobrevivir era la primera necesidad.

Pasaron muchos días hasta que el silencio se quebró por aviones que venían del sur. Nos apiñamos en la pista del valle para recibir alimentos y allí nos ametrallaron, sin piedad, con método. Corrimos aterradas, sin entender, sin esperanza, como animales buscando un agujero.

Cuando se fueron el paisaje de cadáveres era el horror, el miedo absoluto. Gritaban los heridos. Lloramos sin entender, sin saber dónde ir. Llegó la noche. En otro tiempo viví en Londres, en Roma, en Barcelona ¿Qué hacía en ese país inhóspito?, ¿Cómo había llegado allí? De mañana buscaría la ruta del sur. Me dormí exhausta, en la amargura, en la total desesperanza.


viernes, 26 de septiembre de 2025

Parker perdido en un bosque lujurioso

Henri Cartier-Bresson, The Painter Balthus and his wife Setsuko in their wooden hut of Rossiniere, Switzerland, 1998


Lo que dice/escribe Parker en este último siglo trata de la vacuidad de lo terrenal, de las riquezas, de la existencia del más allá, de la conciencia consciente, de la fragilidad del yo, de las contradicciones del arte literario, del mercadeo intelectual, de la sórdida oscuridad de los que aceptan su porcentaje con una mano doblada sobre la mejilla izquierda y la otra en la espalda, la mirada perdida, el problema 30.1 de Aristóteles, de la ruina del cuerpo anciano y trata, sobre todo, de la mujer que le hechiza, que lo cuenta mientras se ahoga en sus ojos limpios, en la voz que enturbia su arroyo de un solo pez, del descubrimiento del lado oscuro, de dejar la música sonar y perderse en un bosque lujurioso y hasta ahí podría llegar, él, Parker.

jueves, 25 de septiembre de 2025

Ansia

 


Cuando fui, al de diez minutos, ya quería estar aquí. He vuelto y quiero estar ahí. Esas tendencias tienen cura, imagino. Como lo de leer, el cine, la música. No encuentro eso que. Arte, no consumo, cultura, no comercio. Ingenuidad, la mía. Allí revisaba libros para ver si ese era. Estos dos: Abisal y Minimosca. No los compré (36€ y 23,75€), dos tochos. Al volver los tomé prestados de la biblioteca de Bidebarrieta. Pues qué quieres que te diga, sí, pero exigen atención máxima. Abisal está sobrevalorado, quizás porque vi un vídeo de mi paisano y me pareció un “sobrao” (¿envidia?). Minimosca es como “Vivir abajo”, bueno, denso, raro, intenso, buena literatura pero no era esto lo que buscaba. Candaya publica también “Teoría del tacto”, todo el mundo bla, bla, bla. Devuelvo los dos monumentos y me lo llevo, el de Fernanda García Lao, (Bidebarrieta es un lujo), tres capítulos después ya sé que sigo queriendo leer lo que no leo, que sí, que tiene mérito, pero mientras siga subido en esta disyuntiva de voy y vuelvo no hay manera.

Y dos.

A veces pienso que es cosa de la edad, de acumulación de estímulos que, oiga, he leído tanto que ya sé por dónde vienen, que hay que hacerse un hueco, comer, pagar facturas, sacar los demonios, dar codazos, salir en los telediarios. Sin quitarles ni un ápice de talento, capacidad, imaginación, trabajo, etc. Que no sos vos, que soy yo, vaya.

Y tres.

No digas nada que te veo.


https://www.bestialectora.com/2022/01/abisal-de-alvaro-cortina-urdampilleta.html

https://jediscequejensens.blogspot.com/2024/12/minimosca.html

https://aullidolit.com/teoria-del-tacto-descarnacion-humana/

miércoles, 24 de septiembre de 2025

Parkiana



Contra el más de lo mismo, gota a gota, dejando lo que no, solo gano, gano solo, que asuma la pérdida quien no sepa mirar al otro lado, ese/este. (Parker)

martes, 23 de septiembre de 2025

¿Saldrá bien?


Luis Hernández Cruz (Puerto Rico), 


Días vacíos por delante, muchos, algunos, para llenarlos de contenido.

Los caballos pasan a toda velocidad por la derecha, por la izquierda, no me acostumbro a ser rebasado una y otra vez. Recuerdo cuando fui un jinete que ganaba (en realidad ganaba el caballo).
Los fantasmas están ahí enfrente, sin rostro, ensabanados, me miran, puedo llegar a sentirme culpable de lo que hago y de lo que no, en la continuidad, en la finitud, siga o me pare. Un problema.
Este es un espacio de jazz, así somos, es un espejo.

Pregunto a mis amigos si son felices, me miran sorprendidos.
¿Esto es lo que esperabais?
¿Estáis contentos con los que hacéis?

Abrazo a mis amigas y se separan con dulce firmeza.
Menos una.

¿Veremos algún día amanecer en Finisterre?
¿Qué parte de la cama prefieres?
¿Roncas, cariño?
Volver a empezar.

¿Saldrá bien?

lunes, 22 de septiembre de 2025

Cita

 

Sir Lawrence Alma-Tadema

Oh bella mujer, sorda a rumores y abrazos, ausente de eventos y circunstancias ajenas a tu propia circunstancia.

Las liras de Éfeso se atemperan en un canto de ceremonia a tu mirada, a los intervalos entre el sí o el no.

¿De qué caprichos de tu alma esquiva dependen?, ¿de qué eclipse o catástrofe?, ¿de qué conjuro de dioses sin armonizar? 

Tiende tus brazos al albur y descarta vientos o soles, nubes negras o aleteo de águilas, lánzate al quizás, al acaso, a los signos con tiza en las esquinas, a los nombres prohibidos, a la mano que borra escarabajos de oro pintados en las paredes de tu morada.

Atiende mis requerimientos y antes que cante el gallo deja señales en los cruces, huesos de liebre en los alares del templo de Júpiter, el escudo de un guerrero en los portales marmóreos donde el viento gira.

Alborota tus melosos cabellos, recógete la túnica, abre ventanas al deseo de este cantor a oscuras, temeroso, con los pies en el tedio y la ceniza, con las lívidas ideas que flotan en las sienes, un congrio helado en un mar de lágrimas, los muslos desgarrados en el coral de tu no constante, la garra roja del poema como una batalla para rendirte, oh invicta, que despliego la palabra como flechas o fábulas ignorando tercamente la muralla de tus pupilas, el engaño azul de la música y el juicio de las comadres.

Sea esta súplica rendición, condena, mi frente rozando el suelo que pisas, tan lejos, en la defensa a ultranza de mis acechanzas.

Perdona, que tengo el iPad descargado, ¿a qué hora has dicho que sale el avión?

domingo, 21 de septiembre de 2025

Y no (no)

 


Antes de ser ninguneado por FB  los pródigos “me gusta” que recibía (allí) ayudaban en cierta medida (a los que no recibo aquí),  no demasiado, no me lo creía, no había crítica, todo era dulce, amable, de una exquisita corrección.

Y no.

Los que vienen, los que van, los que dicen, toda la parafernalia esa de las visitas, no, no es exacto. Ese decorado simplemente oculta la realidad, estamos desnudos en un escenario. Lástima que el teatro está vacío, no se vende ni una entrada, los aplausos están grabados, está vacía hasta la concha del apuntador.

Y no.

Esto es una noria donde se repiten historias, argumentos, modas, instantes, no hay novedad, se confunde la calidad con la caridad. Esto es un ombligo gigantesco que se come todo lo que se pone por delante, un ombligo monstruoso que se alimenta del Sí.

Y no.

No.

sábado, 20 de septiembre de 2025

Los moluscos, los muslos y yo.




Entre los moluscos, los muslos, lo lácteo y el más allá está uno en una afectación de vivir como un torero que brinda al sol y mora en sombras, que si Parker se entera deja la venta de cupones y se dedica en cuerpo y alma a la comercialización de lo suyo, a saber, interés por la contemplación de ideas ajenas y cultivo y desarrollo del conocimiento colectivo, qué decir, cómo, lenguaje deslenguado, cizallas codificadas y esos bichos que viven en el fuego, lo resisten, salamandras de piel curiosa, curtida, ajena al mordisco cálido del elogio, a la dentellada de la duda, al acaso de un final entre sábanas y pechos desmedidos, tú sabes, los de antes, no de aña, no, de amante desimantada de sus deberes de nevera, aquella cama, aquí duermo, a la izquierda, la huella de otro cuerpo al otro lado, a la derecha, que no hay derecho, que los contratos deberían ser renovables, votos rejuvenecedores, cabinas Allen o así  en las que entres anciano y salgas pimpollo, un Brad (Pitt) de estómago liso y culo terso, ya sabes, el espejo, uno que mienta, el de la madrastra, el Peter (Pan) de un Disney que nos engañó una y otra vez, que no todo podía ser tan blando mientras él puteaba a sus trabajadores, que no es nimio, no, agrupémonos todos mirando los alrededores, los conspiradores enmascarados preparando el despido libre y la vuelta a la esclavitud, las sufragistas encadenadas, se lo decía a sus nietos, en tiempo normal,  es decir cuando no había guerra, antes de la estancia de su hombre en los campos de concentración, después el hambre y el frío, la incertidumbre, la represión, el miedo, la muerte vestida de uniforme y bigote, siempre pierden los mismos, nosotros, bienaventurados los pobres de espíritu, lástima que para heredar la tierra o el cielo haya que morirse antes, un adelanto, por favor, seguir caminando, que ya va siendo hora de cerrar esto de hoy, escrito un día de jazz y calor, sin darle muchas vueltas, dos, pensando solo lo justo, la idea única (no me refiero al sexo por esta vez) rebotando en el cerebro, idea Homer, hay que ver, cómo somos, Dickens ahí y tú leyendo estas paranoias, ya te vale, regresa a cien años de soledad que es lo que nos espera a no tardar, estamos en tiempo normal. Ya.


Ya.


viernes, 19 de septiembre de 2025

Sí.


 


No tengo ni idea, de nada.

Solo quiero decir NO.
Tampoco sé a qué.
Pero NO.
NO, que quede claro.
A la salida te espero.

jueves, 18 de septiembre de 2025

Edades diferentes.

 

Katrien de Blauwer

Solo la emoción vencía al miedo, una tan mujer, otro tan joven.

Me impacientaba por las calles cercanas mientras ella llegaba con la compra. 
Cuando sonaba el móvil –una sola llamada- sabía que podía subir. 
Nunca me crucé con ningún vecino, nadie me preguntó.

Temblaban los cristales, cantaban pájaros en el patio, se escuchaban pisadas en el rellano.-¿Nos quitamos la ropa?- y era el abrazo hambriento. Tendido sobre el rocío de su cuerpo el mundo era otro, fértil y húmedo, acogedor, inabarcable. Susurraba en mi oído palabras que no entendía, la cabeza se llenaba de deseo y calor, de tentaciones, de una marea de ternura que me dejaba sin fuerzas, aprisionado en su piel que era mía, convertido en esclavo de mis labios, de mis dedos, del ardor desmedido de amarla sin límites. Besaba mis párpados con una dulzura tal que aún con los ojos cerrados podía ver más allá del cuarto en penumbra dónde nos juntábamos, en silencio, en un milagro en el que todo era posible, bello, nuevo. La puerta era un límite entre la vida y aquello otro que eran los días inexpertos, mi novia, los libros, un trabajo provisional, mis amigos cegados por el humo, ginebra los viernes, quizás María.
Nunca tuve en cuenta la diferencia de edad, sólo podía pensar en su cuerpo, cada minuto, enajenado. No entendía nada en lo que no estuviera ella, ni el saludo amistoso de su marido, ni su relación con mis padres, ni que su hijo pequeño fuera mi alumno ocasional.
Fue ese hijo el que nos descubrió, una mañana de marzo, final de la historia, intenso drama familiar incluido.

Han pasado cinco años. 
Hoy la he vuelto a ver, nos hemos cruzado en el Arenal, caminaba con lentitud, no se ha fijado en mi. 
Me he acobardado, he pasado de largo, me ha parecido una mujer mayor, casi una anciana. Tampoco yo soy tan joven, me caso en septiembre.

Pero algo se ha movido en mi alma. Me he girado y desde Bidebarrieta la he buscado por las estrechas calles, entre los cantones, en la plaza de Santiago, por todo el Casco Viejo. Nada.

He vuelto a casa con un sabor amargo.

No puedo mirarme en el espejo.

miércoles, 17 de septiembre de 2025

Mary Jo Bang,

 


El habla está diseñada para persuadir

III

Finalmente el texto empezó a explicarse.

Por escrito el código era más fácil de descifrar.

Armaron una estrategia, dividir frecuentemente,

ocasionalmente restar. Un fragmento besaba otro.

Un insinuarse sexual de cosas parecidas. La distancia no

era amable. Entendieron eso de que los olvidos pueden ser crueles

y entonces un sistema de sustituciones se armó. Usaron un tres

para connotar un espacio vacío. Tiraron sobre la cama

una manta sólo porque hacía mucho mucho frío.

Todo fue en el divertirse de una tarde.

Todo en un momento de distracción.

IV

Y ahora acércate, dijo ella. Él había permitido

tan poco. Y ella lo soportó. Eso puede decirse a su favor.

Ella era su favorita. Eso decía él.

Arrastró sus uñas silenciosamente sobre la superficie.

Ninguna descarga terrible de pizarrón. En la quietud

un reloj. Un perro rasgaba resignado la puerta.

Esa noche soñó que vivía en una lavandería

donde todo llegaba limpio. Ella era todo

lo que ella iba a decir. Que el tacto sea una imagen

que el tiempo prueba. Que el habla esté diseñada

para persuadir. Que los fragmentos sostengan un espacio.

Que siga sonando el timbre del despertador.

_ Mary Jo Bang, de Louise In Love (2001) Versión de Patricio Grinberg.

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