No puedo asegurar su nombre
María, o como se llame, es un espectáculo.
Por dentro es dulce, sensible, tierna, enérgica, con las ideas claras,
inteligente, obstinada, sentimental y por prudencia omito otros muchos valores.
Por fuera, si no resultase incorrecto diría que es pura belleza. Mi admiración
por su fuera y su dentro.
Desearía columpiarme una y otra vez entre sus brazos, caminar y parar, hablar, compartir, tomar un café o bañarme en él junto a ella, disfrutar de abrazos en solarios solitarios o en la pared de un convento, en camas o piscinas, en playas o bosques, en su casa o en la mía, María, que llena de alegría el jardín al que llegan los buscadores de aves del paraíso, pájaros y hombres que se abrazan y yo, iluso, un pobre tipo que piensa que me lee, como las muchas que entran y pasan a esta página y ven o no ven, que seguro que a veces abominan de mis textos cándidos de canciones tan de amores y furores y qué sería esta página sin el misterio de los mares del sur que añoro desde este brumoso norte que es de donde es María, un regalo de ser humano, que uno es mayor para emociones tan fuertes y tenían que verme con la baba cayendo sobre el teclado cuando pienso en ella, que me emociono y solo falta que me cante/baile por bulerías y "qué daría yo por empezar de nuevo", una jota, un tango, yo qué sé, que escucho la voz de María y se me alteran los pulsos y entiendo y me toca tanto, qué pena que no haya un camino submarino para recorrerlo a pulmón libre de este a oeste, buscándola, peregrinando a su cama de algas o a su húmeda cuna, de rodillas y con cilicios haciendo ganas para perderme en su catedral de sal, si la hubiera, en su ermita, qué sé yo, poniendo velas o compartiendo mesa y peces, amores y sed, lenguados y sardinas, que tiro los platos con espaguetis a manotazos y nos amamos como italianos frenéticos sobre los cuadros azules y blancos del mantel hasta que se nos quede el culo a colores, que nos comemos uno al otro en un festín interminable, ay que sí, que se me pasa la hora de comer, que me está entrando un apetito que no veas, flor, tiritritán, tan, tan ea, que mañana va la segunda. María, o como se llame,











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