15.08.2014
Estoy acuclillado en la mitad de agosto. El mes
se ha partido con un crujido seco, por los intersticios se escuchan gorjeos,
trinos, cantos melodiosos y el dolor que vuelcan los noticiarios, Africa,
Siria, Gaza, Irak, tantos lugares de sufrimiento. Subo al Faro como cada mañana, sé que no volveré a
escribir, me lo dice el viento que llega del mar, me lo susurra como una amante
celosa y voy dejando las historias en ese camino diario que me impongo para
descifrar las metáforas, para adivinar que hay al otro lado, detrás de los
montes mágicos, del horizonte donde una vez acabo el mundo. Cambió la masa por
la forma y se ha quebrado un cuento, quiero parar con las manos la melancolía y
es inútil, el pecho se me llena de un dolor negro y duro, algo sólido que me
parte la mirada y la esperanza, que me llena de miedo y salgo hacia el
acantilado. Es verano aún, quien lo diría y a la semana de la niebla le sigue
esta de sol y lluvia, dibujo el amanecer en un ingenuo intento de atrapar la
nada, dibujó nubes sobre la superficie quieta de la ría, escribo te quiero en
la arena, la esparzo sobre la mirada mexicana, intentó diques para que no se
vaya el recuerdo, recojo flores amarillas en la playa de Fora, también esas
blancas que me recuerdan a Cádiz, en una mano llevo una nuez y en la otra una
piedra del punto de partida, símbolos que me impongo para no olvidar a quien
amo, ritos para que la belleza no se agriete, canto para no olvidar su nombre y
agosto se ha partido en dos, mis brazos están morenos, mis labios musitan
frases en lenguas que desconozco, danés, serbio, alemán, voy a zancadas, nunca
llego, ella esta tan lejos, nada tiene sentido, quiero volver y no se donde,
aquí no termina el mundo y nos mintieron, aquí empieza otra quincena y tengo
que saber si es exilio o fortaleza, si voy o si vengo y las dudas me muerden,
bah, me voy a la playa, ya veremos. Disfruten, gente, estamos vivos.
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