Huida.
Crecen los árboles de febrero bajo la lluvia y hay una corriente de oro fluyendo entre nuestros pies, el viento va y vuelve por las esquinas de la ciudad abandonada y nadie sabe si mañana amanecerá, un hombre de negro ha dicho que sí.
Miramos nuestro reflejo en los arroyos y esos somos, débiles y desanimados, con necesidad de cariño y la marcha es un pretexto para volcarnos en el abrazo, en ayudarnos, nos conjuramos en la belleza inútil de la huida.
Caminamos con las mejillas enrojecidas, Burdeos apenas es una vaga referencia, sabemos el punto de partida, tememos que el regreso se retrase por tiempo y tiempo, un eco lóbrego dice que no lo tenemos.
Un fuerte chaparrón diluyó nuestra infancia, el frío nos inmoviliza en un presente sin fisuras, sin motivos ni suspiros, esto es, la supervivencia, vigilar los zarzales, evitar los bosques, las casas deshabitadas, los almiares.
No estamos vencidos, cavamos las trincheras que nos protejan del exceso de emoción, de los ojos llorosos, alguien recoge lirios, una anciana se ha sentado en el borde del camino, debajo de una cruz de piedra, un niño de pelo rizado mira las rejas y el barro, descubre una vaca y el miedo.
Caminamos con la piel blanca y un murmullo, fieles a la esperanza, pasamos junto a una fábrica que arde con nobleza, sentimos las pezuñas de un diablo, cerca, el ardid de sabernos prisioneros, rendidos, la carretera se ha roto, esto era el dolor. Y no lo sabíamos.
Thomas Prior
4 comments :
Nunca me han gustado las huidas. Acostumbran a ir teñidas de cierta imposición, opresión, propia o ajena. Saltos al vacío, sin red, sin cuerda, desatarse, salir, correr. No hay retorno.
Prefiero las idas.
Y todo ello amenizado con “Lost” de Bublé, que suena nada más abrir esta ventana, y me paseo un ratito por la fabulosa fotografía del encabezado de hoy. Me gusta, mucho mucho.
¡Un abrazo grande! Fantástico lunes Pedro.
La huida, Maria, claro, por eso te vas, corriendo, sin mirar atrás, a toda velocidad.
Dentro de nada todos nos iremos a picar billetes (es una frase)
Tengo frío. Un beso.
¿Es soledad? ¿Nostalgia? ¿O sólo físico? Todo tiene remedio. Mira a tu alrededor. Hay un árbol. Y sus hojas aún verdean.
Un abrazo descongelante.
Mtu, me parece casi una broma decir que intento escribir, cada día, unas veces se me ocurren unas cosas y otras…no se me ocurre nada. Pero aquí estoy, sorprendiéndome de las interpretaciones de lo que dejo aquí. Pues no, preciosa, ni soledad, ni nostalgia, ni nada físico, estoy en plena forma, por suerte y porque me cuido. Congelado sí estoy, el frío me encoge, venga ese abrazo. Y este beso.
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