Visión borrosa en un espejo de mano.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
-esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo-. Tus ojos
serán una vana palabra,
un grito acallado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola sobre ti misma te inclinas
en el espejo. Oh querida esperanza,
también ese día sabremos nosotros
que eres la vida y eres la nada.
Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como abandonar un vicio,
como contemplar en el espejo
el resurgir de un rostro muerto,
como escuchar unos labios cerrados.
Mudos, descenderemos en el remolino.
Césare Pavese.
(Versión de Carles José i Solsora)
El oftalmólogo de Palermo, muy serio, dice: “Aplíquese Colicursí Tropicamida desde las diez de la mañana, cada media hora. Cuando tenga las pupilas dilatadas comprobaré en el fondo de sus ojos si las lentes bifocales enfocan correctamente en dos o más direcciones o si su mirada se pierde en fuegos artificiales”.
Con esa disminución de mi capacidad visual pienso en cómo me arreglaré hoy, quién me guiará. Con las manos en los bolsillos del batín me dedico a tambasiáre, que dicen aquí en Sicilia, pasear por hacer nada, Marie en la proa de mis recuerdos.
Todo está borroso y esta vez son mis ojos. El perro negro ladra a mis pies pero hoy no podremos salir a pasear.
Voy a dejar los dedos tocando el cristal empañado para que desde la calle sepan que sigo aquí, aunque apenas vea. Acumulo recuerdos de momentos sencillos para dar sentido a la materia, al cuerpo, al amor que dejé antes de venir al sur. Sé que el monstruo me acecha, están esperando que se vaya el sol para salir, no les temo, ya no. Sé que voy a morir, pero no todavía.
6 comments :
Tan...tararan...perdon, perdon, la música me envolvio deliciosamente y supe en un momento de certeza que esta noche sigo viva,sí.
Besiño borroso,Pedro.
La borrosidad de la mirada nos habla a veces con crudeza.
Pero no nos engaña: moriremos ciertamente. Tan ciertamente como cierto es que aún estamos vivos.
Y, al leerte, recuerdo borroso de mi primer encuentro con Pavese en un puesto callejero de Roma hace ya muchos años: un librito con un título impactante: "Verrà la morte e avrà i tuoi occhi". Me impresionó saber que se publicó tras su suicidio.
Un abrazo.
Esos recuerdos borrosos son los más dulces en los atardeceres de otoño.
Besos, Pedro.
He visto una imagen tan bonita al salir esta mañana de casa, una gata negra de la calle con sus dos crías del mismo color, los tres acurrucados y mirándome tranquilos, sobre un césped verdísimo.
Algo tendrá que ver con lo que te acabo de leer, sino no te lo habría contado.
Buenos días.
Un mes entero sin internet por la mudanza (última creo) y me doy un atracón de Glup. Tu noviembre me ha encantado. Tu música, exquisita.
Me pregunto de dónde sacarás tan bellas fotos, de dónde tan buena música, de dónde tantas letras que no agotan sino enganchan.
Me ha encantado tu descripción de poesía.
¡ah! ya sé... eres Pedro...
Un beso tímido y sonrojado, desde el lugar de siempre, pero con otro enfoque de vistas y de vista.
(Me quedé en El Puerto)
Pasa siempre cuando uno de los sentidos falla, los otros amplifican sus cualidades. Incluso percibes de distinta manera cuanto te rodea.
Un beso
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