viernes, 19 de noviembre de 2010

Parker y los incendios.



Ocaso en Poley

Si la tarde no altera la divina hermosura
de tus oscuros ojos fijos en el declive
de la luz que sucumbe. Si no empaña mi alma
la secreta delicia de tus rocas hundidas.
Si nadie nos advierte. Si en nosotros se apaga
toda estéril memoria que amengüe o que diluya
este amor que nos salva más allá de los astros,
no hablemos ya, bien mío. Y arrástrame hacia el hondo
corazón de tus brazos latiendo bajo el cielo.

Vicente Núñez


Parker vive bajo el agua circular de sueños crípticos, su viaje durará mientras dure el secreto, la secuencia diaria de sus secretos. Si algún día se pierde en un cruce de caminos superpuestos seguirá otros derroteros, allí donde cantan gallos negros y enormes máquinas ruedan con estrépito sobre el barro sentimental. Salta sobre los charcos de mercurio sorteando con agilidad los profundos pozos de la dependencia, de la costumbre, de lo que es. Como a un incomprendido personaje japonés, los días huecos, mudos, dejan golpes morados en su alma. Bajo una veleta portátil, sigue el rastro de las arañas ensimismadas, las busca entre los pliegues de su camisa, las encuentra tirando de sus hilos de emoción, las toma entre los dedos, las ahoga con hebras de un pañuelo de seda.

No se debe volver a los lugares donde se fue infeliz, capítulo cerrado, recuerdos a varios metros bajo tierra, compañeros desaparecidos. Pero vuelve. Nada es como era. La fábrica es inmensa. Las grúas están en pie. El edificio sigue siendo gris, inhóspito. Entra, no reconoce el vestíbulo, las escaleras, el laboratorio ya no está, todo ha cambiado, incluso su ojo izquierdo ha cambiado. Devuelve la identificación y se duerme sentado en el coche bajo una tejavana temblorosa.

Sueña con risas de niños, él es uno de ellos, salta sobre sus huellas de mariposas y erizos, pasa a lado de guardabosques con cabeza de alce, carabineros en los fielatos distrayendo a las lecheras que comen manzanas de Larrondo, la mujer de Gautxori les mira desde la ventana, cerca está la presa donde se bañaba en un verano eterno, el perro que una vez le quiso morder, el truquemé al que jugaba con las niñas, la mesa de mármol que rompió al saltar sobre ella desde un árbol, todo está cerca y sin embargo todo está tan, tan lejos, todo menos el incendio de nostalgia que ha prendido en una esquina de esta página y amenaza con el desastre total.

Despierta.
Hasta aquí se ha quemado hoy.
Parker.



4 comments :

Palmera dijo...

Que lo oigan(¿lean!) tod@s:
"EU PRECISO DE VOCE"( video de la maravillosa María Bethania).
M Z(tú sabes)

Nela dijo...

Un placer el poder leerte.
Besos
nela

gaia07 dijo...

Le va a costar llegar a ser consciente de estar dando el paso hacia si. Atravesando el fuego para quemar en parte “lo que es” puede ser que consiga ver cómo es él ahora.

Un beso

sk8 dijo...

Todo está cerca y sin embargo todo está tan, tan lejos, todo menos el incendio de nostalgia...
Creo es una parte que nos identifica a todos tus seguidores, por eso no podemos pasar un día sin visitar esta página tuya, tan nuestra en la que lo mismo somos Marie, Parker, el pintor del cuadro, el fotógrafo, el autor del verso, pero nunca conseguimos ser "EL ESCRITOR".

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