viernes, 26 de noviembre de 2010

Año Nuevo en Berlín.




Señoras y señores, prepárense, está a punto de abrirse la puerta de diciembre, el último mes del año, vaya año, sigue la crisis y el estado de bienestar no está en estado, el malestar se apodera de nosotros que ya no somos lo que éramos, nos conformamos con ser y punto. Pasen y vean./ Los berlineses, demacrados por la escasez de víveres y la tensión, tenían poco que celebrar durante la Navidad de 1944. Buena parte de la capital del Reich se había visto reducida a escombros a resultas de los bombardeos. El humor negro propio de sus habitantes se había tornado en humor lúgubre. El chiste que circulaba por la ciudad en aquel período tan poco festivo era: “Sé práctico: regala un ataúd”. En una comida, el comensal que tengo al lado me cuenta su vida, casi completa, mili incluida, su matrimonio, su separación, sus hijos a los que ve cada quince días, me aburre, solo el Ribera del Duero que trasiego con deleite me ayuda a soportarlo. Hip./ El estado de ánimo de los alemanes había cambiado hacía exactamente dos años. Poco antes de la Navidad de 1942 empezó a rumorearse que el 6º ejército del general Paulus había sido rodeado en el Volga por el Ejército Rojo. Al régimen nazi le resultó difícil admitir que la mayor formación de toda la Wehrmacht estaba condenada a ser aniquilada entre las ruinas de Stalingrado y en la helada estepa de los alrededores. Con el fin de preparar al país para las malas noticias, Joseph Goebbels, el Reichsminister de Propaganda e Información, había anunciado unas “Navidades alemanas”, lo que en términos nacionalsocialistas quería decir austeridad y determinación ideológica para sustituir a las velas, las guirnaldas y la Heilige Nacht (“Noche de paz”). En 1944, el tradicional ganso asado se había convertido en un recuerdo de otros tiempos. Revisar la bonoloto los lunes, billete no premiado, no me imagino que pueda tocarle a alguien. Grrr./Este es un blog de arte y ensayo, lento, no ocurre nada, hablar por hablar, las frases cruzan frente al espectador en una cinta sin fin, un libro sin pagina uno, sin final, circular, un rollo de palabras entrelazadas. Apenas hay personajes, hay un Yo omnipresente que exagera, miente, inventa, disfraza la rutina, engaña, es capaz de contar su propio parto por un halago. Hay sentimiento, claro, el del lector. Hay una clara divergencia en el trayecto entre la voz y el ojo. Hay un bostezo con bigotes sentado en el quicio del aburrimiento. Yo/Tú/Él/0/Él/Tú/Yo/. En las calles en las que se había derrumbado la fachada de alguna casa podían verse aún los cuadros colgados en las paredes de lo que había sido un cuarto de estar o un dormitorio. La actriz Hildegard Knef tenía la mirada clavada en un piano que había quedado al descubierto entre los restos del suelo de una vivienda. Nadie podía alcanzarlo, y ella se preguntaba cuánto tardaría en caer al montículo de escombros que esperaba debajo. Las familias garabateaban mensajes en los edificios derribados para advertir al hijo que regresaba del frente que se encontraban bien y que habían ido a alojarse a otro lugar. El Partido Nazi hacía pública la siguiente advertencia: “Los saqueadores serán castigados con la pena de muerte”. La melancolía es la conciencia del límite, hasta dónde puede llegar el ser humano. Nada tiene que ver con la depresión, con la angustia que oprime, está lejos del desencanto, de la locura. Para Aristóteles la melancolía es un atributo del artista. La melancolía es un estado superior de consciencia. Estoy melancólico. Poesía./ Los ataques aéreos —en los que se turnaban británicos, por la noche, y estadounidenses, durante el día— eran tan frecuentes que los berlineses empezaron a notar que pasaban más tiempo en sótanos y refugios subterráneos que en sus propios lechos. La falta de sueño contribuía a la extraña combinación de histeria reprimida y fatalismo. Cada vez era menor el número de personas que parecía preocuparse por que los denunciasen a la Gestapo por derrotismo, tal como indica el aluvión de chistes surgidos por esas fechas. Se decía que las omnipresentes iniciales LSR, de Luftschutzraum o “refugio antiaéreo”, significaban Lernt schnell Russisch: “Aprenda ruso enseguida”1. La mayoría de los berlineses había dejado de usar el Heil Hitler! para saludar. Cuando Lothar Loewe, miembro de las Juventudes Hitlerianas que había estado fuera de la ciudad, lo empleó al entrar en un comercio, todos se volvieron a mirarlo. Fue la última vez que pronunció esas palabras fuera de servicio. Loewe se encontró con que como saludo más frecuente se había impuesto el de Bleib übrig!: “¡Sobrevive!”2. Pétalos en el umbral. Viajes de este a oeste. Por el norte. No perder el norte. No detenerse. Viajar, ver, aprender, contrastar, llenarse de paisaje, de mar, de cielo, de voces diferentes. Enamorarse./ El humor también se hizo eco de las imágenes grotescas, y en ocasiones casi surrealistas, de la época. La construcción antiaérea más extensa de Berlín era el búnker del Zoo, una fortaleza gigantesca de hormigón armado del período totalitario, dotada de baterías de cañones en el tejado y enormes refugios en su interior, en los que se hacinaban multitudes de berlineses al sonido de las sirenas. La periodista Ursula von Kardorff lo describió “como el decorado perfecto para la escena de la cárcel deFidelio”. Mientras tanto, las parejas de enamorados se abrazaban en las escaleras de caracol de hormigón como si participaran en una “burda parodia de un baile de disfraces” Nada de lo que diga podrá ser utilizado contra mí, un clavel entre los dientes, la luz disolviéndose en el patio, los sauces en silencio, esta lluvia de noviembre, un te quiero en el vaho sobre el espejo del cuarto de baño, escribiendo al azar para despertar en un sueño con jazmines y los ojos de Marie, mirándome, ay, si ella supiera.


Antony Beevor - Berlin, La Caida 1945



2 comments :

gaia07 dijo...

Puede que estas sean unas navidades de descontrol general, por si son las últimas en que se pueda despilfarrar. El peligro estará en pasar de demasiado a nada, muy duro para muchos.
La melancólia será regocijo, los blogs puede que queden mudos una vez esquilmados los accesos a la red, y Marie ¡ay, Marie!

Pero siempre quedar el amor, seguiremos enamorándonos.
Un abrazo muy fuerte

Pedro M. Martínez dijo...

gaia07, el frío se mete por los tobillos y las flores están dormidas, no hay más remedio que salir a la vida y atrapar a los lobos de la alegría, así, con valentía, con la mirada en regocijo, atentos al peligro de la nieve, de los aludes, sintiéndonos aludidos por la necesidad de ser, riendo, resueltos aunque la lluvia, sin encerrarnos en el castillo, componiendo las piezas de nuestro puzle, armándonos, descubriéndonos nuevos paisajes en el alma, cambiando sin olvidar la esencia, siendo cada vez más nosotros, no dejemos pasar de largo los trenes luminosos, no nos quedemos sentados en la estación, viajemos, salgamos, vayamos, volvamos, seamos nosotros, nuestra mejor versión, estamos en invierno pero la primavera está, dormida, esperando, te beso en esta mañana también desapacible (aquí al menos), te deseo un magnífico día que se extienda a todo el fin de semana. No nos moverán.

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