Presidente.
Muchos que filosofan mezclan palabras aceptadas irreflexivamente y forman así proposiciones de diversas maneras hasta que finalmente parezcan significar algo exquisito. Pero no significan nada.
(Don Quijote. Miguel de Cervantes Saavedra)
Al amanecer los monos aúllan en los manglares, quiero ser Presidente de los Estados Unidos de América.
Quiero que Bukowski revivido me vote, y Jean Louis Trintignant, nacionalizado, las buenas gentes de Ohio, de Missouri, de Carolina del Norte, nihilismo y emancipación, el viaje hasta la Casa Blanca como determinación, como se acaricia un sueño, una venganza, peregrino, transeúnte, poner mis zapatos sobre el borde de la mesa de nogal del despacho oval.
Sonidos de cucharillas de plata en platos de porcelana, tarta de arándanos, me corresponde aprender por correspondencia un inglés perfecto, decir yes mientras miento, asiento, sonrío, siento la ontología regional de la liquidez, un Presidente con un búho sobre el hombro del hombre más poderoso del Universo, con un teléfono rojo envuelto en barras y estrellas para hablar con Putin de lo nuestro.
Café, tostadas con mantequilla de cacahuete y mermelada de frambuesa, esa, en la juventud del día, mientras decido qué he de firmar, guerras expandiéndose de oriente a occidente, nubes de oro sobre la sangre ajena, diarios con salpicaduras de ojén, extractos de esferas de calor y los congresistas aplaudiéndome mientas viajo en tranvía.
Envejecer el lienzo sobre el que sueño, obtener pigmentos, disolver tinta china sobre tinta vieja, someter al horno la tela donde dibujo este proyecto, pegar pelos de castor canadiense de pinceles ajenos, manipular, elaborar mi candidatura, con un pájaro en la boca quiero ser Presidente (de los Estados Unidos de América), quiero una Lewinsky que saque lo mejor de mí.
Van Meegeren consiguiendo craquelados peculiares de cuadros de turbios anocheceres del siglo XVIII, ser el primero en la cola que hacen los valientes cuando mueren un dictador (Sanguinetti said), orgullo en las arterias, espejos inmóviles, escaleras de piedra y mimbre, balcones amarillos, votantes enajenados, damas de mediana edad con angustia vital, vitalicia, bajo una sábana luminosa quiero que Marilyn me susurre míster President, tener la facultad de pulsar un botón negro y mandar el mundo a picar billetes.
Aunque la lírica de está anábasis, organizada en oleadas salmódicas e iteraciones verbales, esté asaltada por elementos despoetizadores (crónicas y digresiones ensayísticas, cuando no ganga informativa), aunque la fluencia discursiva esté interrumpida por la intersección de planos parece concebida para ser escuchado en recitativos envolventes (*) quiero ser Presidente de los Estados Unidos de América.
(*) de una crítica de Ángel L. Prieto de Paula
6 comments :
¡Cuidado con los pelos de castor canadiense!, son tan caros como los míos, castaños, grises y blancos, con ellos pinto algo, otros pechos, otras manos, mientras tanto... canto.
Saludos.
Me gusta eso de los recitativos envolventes.
Quizás porque recitar y envolver sea una manera de expresar en una intersección de planos que queremos los votos de los poetas, las pinturas de los pintores, las becarias y las Marilynes.
O simplemente escribir a oleadas.
Abrazos.
eres moito, de verdade que si, a túa cabeza, ó dereito ou ó revés...
quérote, moitos bicos, felices horas de viaxe, boa estancia e mellor volta....
¡¡¡Presidente y lo que haga falta!!!
A ver ¿dónde hay que ir a hacer campaña?
Marilyn no está, pero te lo podemos susurrar otras Marilyn’s
míster President
P.S.: ssssshhhhtt Sin cachondeos ¡ey!
Subiendo en tu interior en tu particular anábasis. De lo otro mejor no...
:)
¿Mandaste el título del blog al hemisferio sur... o al hemisferio derecho?
Puestos a querer, algunas querrían un vestido rojo con huellas de un crimen aún por cometer.
Buenísima la foto. Bichitos. Como bichitos.
oseB
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