Qué noche la de aquel siglo
Manual para tomar las riendas de nuestra trayectoria.
1. Identificar nuestro sueño.
2. Organizar nuestra vida para perseguirlo
3. Decidir que necesitamos para realizarlo
4. Creer en nosotros mismos
5. Elegir a los compañeros de viaje
6. Cambiar de actitud
7. Tener valor
8. Dar el primer paso.
(De El País)
Qué noche la de aquel día, qué noche la de aquel siglo en el que fuimos, las noches y la vida eran nuestras, el futuro era una escalera por la que subíamos sin mirar atrás, a los lados, ensimismados en un presente sin augurios ni otro sobresalto que buscar la felicidad por los rincones de los días, por las caras que cambiaban en un carrusel de experiencias, todo era nuevo y el amor estaba entre los matorrales, agazapado como un leopardo albino, presto a saltar sobre nuestros corazones indefensos, inexpertos, no teníamos miedo al barquero, a ujieres con corbata, a sotanas ni uniformes, al caminante sobre el lago de la moral, a gurús vociferando debajo de las pancartas, al lucero del alba y la música era alimento principal, la amistad corría por nuestra sangre hasta que una noche, fue de repente, nos enamoramos y colorín colorado este cuento ya nos lo habían contado y esa puerta nos llevó a otra y a otra, laberinto donde perdimos los martes y el pudor, camino con atajos, lobos aullando en la soledad de rostros sin boca, angustia de no vernos a la salida de liceos abarrotados, el trabajo, los cementerios que comenzaron a llenarse, la ginebra en las rocas, estupor por tantas cosas que no conocíamos, las semanas se volvieron muy largas, un domingo dejamos de cantar y hasta hoy, pero que nos quiten lo bailado.
5 comments :
Vaya si éramos más jóvenes el siglo pasado.
Refugiados del hielo -por mí hablo- en La Codorniz y Triunfo hemos llegado a este siglo con algunas cicatrices pero con ánimo incombustible.
Abrazos.
Antes de llegar a esa noche, entre Cream y J.L. Hooker, Buñuel y Antonioni, me detengo en los niños, que beatíficamente, observan el abismo del mundo, hipnotizados por las golondrinas y las nubes de algodón.
Besitos, muchacho del abanico infinito.
Se había sentao,cansao. Eso dijo: "Estoy cansao de tanto baile, de tanto taconeo"
-Si no bailases con tanto descompás, vaya, que si lo hicieses sin tantos sobresaltos, digo, que si ...
-¡Coño! Déjate de tantos rodeos, que ya se que soy cojo, pero bien que he bailao.
De aquí la archidicha -de dicha mucha- frase "que me quiten lo bailao"
Mi abuelo decía que los Bite eran unos mariquitas (por las melenas) él solo escuchaba flamenco (del bueno)
Na te debo
Na te pio,
Me voy de tu vera
Olvídame ya,
Si has pagao
con oro
Mis carnes morenas
No maldigas payo
Que estamos en paz.
Si, definitivamente el flamenco
es menos mariquita que el yelow submarine
¿Y el cojo?
Ya se fue aburrío
No por Dios, que no nos lo quiten...
Un beso.
Ser feliz sin darte cuenta, como entonces, no me resulta aceptable.
Hoy si, hoy cuando soy feliz lo sé, lo disfruto, mimo el momento, lo enhebro con cuídado al día, lo envuelvo en sedosa música, lo dejo en libertad en mi ventana y espero al próximo día.
La felicidad, la justa.
Un beso como aquel día. No, puedo mejorarlo.
Publicar un comentario