Gaia 07
El sol sale al atardecer
Trataba cada día de superar los errores que había cometido, repasando minuciosamente su agenda de suave piel verde y anotando cada detalle. Su marido descansaba a su lado, los niños dormían en sus habitaciones. No se oía ningún ruido.
En los últimos días le obsesionaba que nadie reparara en ella. Vestía con todo el rigor que requería su puesto, traje oscuro de corte masculino femenina pero severa. Su intención era ser y participar como uno más. Intervenía de forma directa y segura. Y convencía. Estaba satisfecha.
Pero cuando volvía a su despacho, algo indefinible, algo que no sabía identificar la hacía notar esa falta de reconocimiento en sus miradas y actitudes, como si tan solo la alimentaran con la posibilidad de ser.
Pero cuando volvía a su despacho, algo indefinible, algo que no sabía identificar la hacía notar esa falta de reconocimiento en sus miradas y actitudes, como si tan solo la alimentaran con la posibilidad de ser.
Retornaba a la rutina diaria sin conseguir apartar de la mente tamaña aberración contra su persona a la que no encontraba explicación lógica. Lo que más la molestaba era cómo se tomaba ella misma todo el asunto. Podían ser imaginaciones suyas, y quizás incluso fueran tonterías de mujer, por más que había intentado no dejar que esa parte suya maternal se manifestara, en su interior, allá en el fondo, tenía tanta fuerza que conseguía desestabilizarla emocionalmente. Empezó a considerar la posibilidad de acudir a un profesional.
Todas las noches se rendía al sueño con el objetivo de dejar de traicionarse a si misma, e impedir que esa parte ególatra reapareciera cada vez. Por la mañana, tras la ducha y la puesta en marcha de toda la cocina, iba de habitación en habitación, levantándolos a todos con serenidad, después con ansiedad creciente porque no quería volver a llegar con la hora pegada al culo a la oficina, y a la tercera a voz en grito metiendo prisa y derrochando energía y dialéctica culpabilizadora.
Todas las noches se rendía al sueño con el objetivo de dejar de traicionarse a si misma, e impedir que esa parte ególatra reapareciera cada vez. Por la mañana, tras la ducha y la puesta en marcha de toda la cocina, iba de habitación en habitación, levantándolos a todos con serenidad, después con ansiedad creciente porque no quería volver a llegar con la hora pegada al culo a la oficina, y a la tercera a voz en grito metiendo prisa y derrochando energía y dialéctica culpabilizadora.
Salía de casa a toda prisa empujando a los niños dentro del coche, con el corazón a mil y discutiendo con ellos. Los dejaba a la puerta del colegio con mil recomendaciones y el “llego tarde” para terminar en cada frase.
Sentada delante de su mesa, jadeando, con el café en la mano y la mirada perdida, dejaba por unos momentos que el silencio la llenara, pero cuando atisbaba la necesidad repentina de huir de allí enseguida ¡ya estamos! rápidamente tomaba el café y se obligaba a sumergirse en la vorágine diaria de llamadas, informes y propuestas.
Sonaba un tintineo dulce y melódico. Su pelo blanco enmarañado por la brisa le acariciaba la cara. La taza de té humeante calentaba su nariz. Miraba arrobada la extensa llanura verde y allá a lo lejos, ya apenas distinguía su contorno, el pico más hermoso del mundo. Su atuendo, demasiados colores para su edad le habían dicho sus nietos, la hacía sentir cómoda y caliente, y también alegre.
Cuando aquél lejano día salió del despacho con el teléfono sonando y la puerta abierta, y dejó en la mesa de su superior un escrito con una sonrisa, le soltó un par de besos y con el bolso al hombro abandonó para siempre aquella jaula dorada que ella se había construido, dejó a alguien cuya historia nunca fue.
Sonaba un tintineo dulce y melódico. Su pelo blanco enmarañado por la brisa le acariciaba la cara. La taza de té humeante calentaba su nariz. Miraba arrobada la extensa llanura verde y allá a lo lejos, ya apenas distinguía su contorno, el pico más hermoso del mundo. Su atuendo, demasiados colores para su edad le habían dicho sus nietos, la hacía sentir cómoda y caliente, y también alegre.
Cuando aquél lejano día salió del despacho con el teléfono sonando y la puerta abierta, y dejó en la mesa de su superior un escrito con una sonrisa, le soltó un par de besos y con el bolso al hombro abandonó para siempre aquella jaula dorada que ella se había construido, dejó a alguien cuya historia nunca fue.
Se acabo la parodia de la perfección y el objetivo masculino, se acabó la igualdad de nada.
Su animus descansaba en paz, y solo era activo cuando su feminidad le requería, pero ya nunca más volvería a llevar las riendas de su vida.
Ahora era, receptiva, silenciosa, tranquila, surcando la vida en espiral o por caminos sinuosos, pero jamás en línea recta, parándose en cada detalle, perdiendo tiempo en admirar cada gesto, cada recodo, cada día, solucionando problemas cuando se producían y jamás antes ni después.
Era, y era inmensamente feliz
Su animus descansaba en paz, y solo era activo cuando su feminidad le requería, pero ya nunca más volvería a llevar las riendas de su vida.
Ahora era, receptiva, silenciosa, tranquila, surcando la vida en espiral o por caminos sinuosos, pero jamás en línea recta, parándose en cada detalle, perdiendo tiempo en admirar cada gesto, cada recodo, cada día, solucionando problemas cuando se producían y jamás antes ni después.
Era, y era inmensamente feliz
No soy más… ¡que lo que soy ahora!
Luché… ¡para aprender a no luchar!
Puesto que combatí, ¡podía perder!
Puesto que viví, ¡podía morir!
¡Lloro en el gozo!
Soy feliz en el sufrimiento.
Puesto que muero, puedo vivir.
Me muevo para quedarme quieta.
El Lamento. Maggie
Adición a la perfección. Marion Woodman
Luché… ¡para aprender a no luchar!
Puesto que combatí, ¡podía perder!
Puesto que viví, ¡podía morir!
¡Lloro en el gozo!
Soy feliz en el sufrimiento.
Puesto que muero, puedo vivir.
Me muevo para quedarme quieta.
El Lamento. Maggie
Adición a la perfección. Marion Woodman
PS. Dicen que todo lo femenino tiene el animus interior masculino, y todo lo masculino tiene un ánima interior femenina. El ying y el yang del equilibrio.
15 comments :
He disfrutado una vez más, con tu forma de narrar, eres una persona a la que admiro por tus siempre acertados comentarios.
Espero que en el camino nos encontremos...
Un abrazo,
Gaia, me has hecho sonreir con ganas, con mirada de sol y manos de agua dulce sobre la cara. Me has levantado los brazos para sentir ese viento que sale de los caminos que se andan con desparpajo, sin sentido de navegación, pero con asombrado aliento de fijarse en todo por lo que se pasa. Tal vez el sentido del detenimiento, del disfrute de los detalles, sea tan femenino como los colores con los que nos saludan las agitadas faldas que el otoño desparpaja.
Me paso por aquí y pocas veces comento, soy de quienes andan por el mundo con más mirada que palabras; pero, como ahora, agradezco siempre el profundo sentido de compartir que hay en todos estos textos.
Una batalla contínua para muchas mujeres, que algunas, tienen la suerte de ganar.
Besos
Cualquiera de los caminos es un triunfo si resulta el elegido.
Un abrazo
Interesante punto de vista. Precioso triunfo. El futuro que deseamos está ahí, solo hay que tener el valor para dar el paso.
Un abrazo
Hoy voy de Glup a Trivium, a Marion Woodman. Ellos me llevan a Fritz Perls:
"Teniendo en cuenta esta situación y todos sus componentes y aceptando que, como siempre, es imposible tenerlo TODO, ¿qué prefiero?"
Gracias por el viaje.
Gaia 07 , en principio, te doy las gracias por tu colaboración.
Debo confesarte que me cuesta mucho separar el afecto que te tengo como persona de la escritora y lo que escribe.
Pero lo intento y sigo.
El sol sale al atardecer, es cierto, aún así te he leído varias veces, también he leído tu relato. Es mucho más complejo y ambicioso que lo que percibí al leerlo por primera vez, cuando lo enviaste.
Casi nada, en pocas líneas repasas la vida profesional de una mujer desde que sus hijos son pequeños hasta que es abuela, toda una vida. Repasas el cambio de percepción de su puesto dentro de una empresa en contraste con su puesto dentro de sí misma y sus necesidades básicas de reconocimiento y desarrollo vivencial.
Invocas maternidades, perfeccionismos, objetivo masculino, decepciones, falta de reconocimiento, lo femenino, la felicidad, etc, tantas cosas que voy entrando en el relato y lo hago mío, lo entiendo, vaya que sí lo entiendo.
Desde mi punto de vista masculino, también soy la protagonista de tu historia. Me pasa (o me puede pasar) exactamente lo mismo. Excepto la parte maternal, el resto soy yo también. Entiendo cada línea, es más, la siento.
Termino leyendo a Marion Woodman y asiento, No soy más… ¡que lo que soy ahora!, exacto, justo lo que defiendo estos días, después de años haciendo planes, viviendo en el luego, mirando a mañana, soy lo que soy ahora.
En lo que respecta a esta página, un hombre que con la literatura como pretexto, quiere compartir emociones y voluntades, sensaciones y esta fuerte corriente de amistad que fluye en esta comunicación.
Espero abrazarte otra vez en la Plaza Nueva o en cualquier plaza.
Un beso emocionado.
Tu personaje lo tiene, aparentemente, todo.
Y sin embargo ese todo la destruye, agobia, es un exceso.
A veces tenemos que detenernos, respirar, renunciar y recolocarnos.
Escribes muy bien.
Lo sinuoso siempre me pareció como lo más fértil de la vida. Aunque, algunas veces, para ir al grano lo necesario es la línea recta. Dos opciones dependiendo de para qué.
Dueña de sus pasos, de las huellas que sigue. O que elude.
Con la frente alta y la sonrisa acariciando las miradas.
El horizonte la espera y ella lo sabe.
Mi abrazo, Gaia, en el camino.
Un relato poético y soñador. Dejar de buscar un objetivo, relajarse, olvidar la competitividad y no tener que demostrar nada a nadie, qué momento de felicidad. Qué bárbaro momento. Hermoso.
Un besazo.
Nunca es tarde para llegar a una conclusión certera, aunque tengamos que pararnos en el camino, dejar cosas atrás... solo así nos sentiremos a nosotros mismos.
Fiel respresentación de muchas mujeres y muy inteligente reflexión la que conlleva dentro del texto, o dentro del alma mejor.
Un abrazo fuerte !
Es la frase más bonita que he escuchado en mucho “espero que nos encontremos”, si, ahora que ya nos sabemos sk8. Gracias, muchas, un beso.
Sei (Emma Selene Ixchel Iturriaga Sauco) no sabes cuanto me alegra tu comentario. Si somos capaces de mirarnos unas a otras y entendernos, levantar brazos y asombrarnos de cuan poco hace falta para ser felices, resulta el mayor premio al que se puede aspirar. Muchisimas gracias Sei y un abrazo.
Arantza G. desde que leo tus comentarios, he intuido una fuerza enorme en ti. Algunas somos todas. Un beso admirado.
YoSusan siempre he pensado que se elige en base a lo que conoces en el momento de la elección, las posibilidades que puedas ver después en aquel momento no servían. Así que no se trata de elegir el adecuado, sino de elegir el que necesitas, y después, cuando deje de ser aquello que precisabas, elegir el siguiente más adecuado. Y pasa la vida. Un abrazo encantado.
Amanda Manara gracias. El futuro lo escribes hoy, ahora, cada paso lo damos hacia él.
Nos entendemos. Un abrazo.
Magnolio es cierto, esa es la pregunta perfecta ¿Qué prefiero? Decidamos lo que decidamos, tendremos de TODO, de lo bueno, de lo malo y de lo regular.
Gracias por acompañarme.
Pedro, mi muy querido Pedro, que eres genial, está tan dicho ya que casi no te hace honor. Esta oportunidad que nos has dado a todos de concernos expresando nuestros sentires, demuestra que no nos equivocamos en quererte.
Verás, me preocupa que la mujer se olvide de si misma. Es un fallo que debemos reparar. Vosotros, lo masculino, sois una parte muy importante de esa recuperación, por cuanto sois nuestros y para nosotras, no como propiedad (esto es una simple falacia religiosa que ha de erradicarse de nuestra cultura con premura) sino como parte necesaria en un mundo en el que somos piezas que completan un todo.
Ha sido un placer conocerte, leerte, verte, saberte y aprender de ti. Nos abrazaremos muchas más veces. Ya sabes como soy, de repente aparecere un día por allí y quedaremos en esa maravillosa Plaza Nueva con tus fascinantes amig@s.
Un abrazo con muchisimo cariño.
Tesa eso es exactamente lo que he querido decir. Solemos seguir tanto las pautas de lo establecido, que apenas reparamos en lo que, en realidad, nos haría felices.
Mil gracias.
Ventana indiscreta estoy contigo en que hay momentos en los que hay que ser efectiva y tomar la decisión más directa. Eso, sobre todo, te lo da la experiencia.
Pero no es nuestra forma, la vida nos demuestra día a día que las decisiones más correctas suelen estar en los recovecos más inesperados, tener la santa paciencia de rodearlos y mirar es nuestra facultad, aunque se exasperen los que nos rodean.
Virgi, fabulosa escritora, esa, esa que dices es la manera. Ese es el camino. Y esa debe ser la yo que lo enfrente. Un abrazo, es un placer seguirte.
Elena clásica me ha sorprendido que hayas visto lo “poético y soñador”. Es como somos, si, y te aseguro que es posible para nosotras combinar ambos estados, el poético y el práctico.
Un besazo.
Carmensabes ”dejar cosas atrás” es mucho más fácil de lo que parece a simple vista. Cuando hablo con mis amigas me llevan a estas conclusiones, sus necesidades del alma no las tienen en cuenta, y cuando entre todas, las vemos, renacen. Resulta espectacular el cambio de visión, y siempre acabamos todas asombradas de lo que somos capaces solo con escucharnos un poquito.
Un abrazo con cariño.
Ayer no pude, pero leí el texto sin poder dejarle un comentario.
Será porque cuando lo leí, vi desfilar delante mío muchas historias, muchos quehaceres cotidianos, peleas, vestimentas y despojos, esa falta de reconocimento y esa sensibilidad que sólo encierran las jaulas doradas de mujeres que siempre fueron libres.
Me encantó este texto. Gracias por él Gaia 07 y a ti Pedro por tu exquisito gusto.
Besos.
Eva-la-zarzamora esas mismas situaciones fueron las que me llevaron a escribir esta historia. Comprobar que estos pequeños escritos que suelo hacer, llegan a ser entendidos, comprendidos, y hasta analizados, me da la certeza que esa sensibilidad liberará más de un pensamiento castrante.
Pensamientos que actúan como cadenas invisibles de una cultura que va contra sí misma.
Gracias mil. Un beso.
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