De Lanzarote al Fin de la Tierra
Alma se tiene a veces. / Nadie la posee sin pausa / y para siempre. / Día tras día / año tras año / pueden transcurrir sin ella. / A veces solo el arrobo / y los miedos de la infancia / anida por más tiempo. / A veces nada más por el asombro / de haber envejecido.
Me despierto y es septiembre. La casa en silencio. Extiendo los brazos y la cama está vacía. En cada regreso evocaba a Neruda - …se sabe que el que vuelve nunca se fue…-, no lo haré esta vez. Me fui y agosto es un papel arrugado sobre la repisa de un tiempo nuevo, abierto a la crisis y a la esperanza, a la obligación de romper la rutina con uñas y versos, con la imaginación que dejé en la bañera, al lado de los geranios y el rosal que hace un siglo me regaló Mari.
Me levanto y en el pasillo me cruzo con un cocodrilo con gabardina.
-¿Tienes fuego?- me dice.
No. Y aquí no se fuma.- respondo.
Esquivo su mordisco de dientes amarillos y paso frente a la habitación donde alojé a las catorce gaviotas melancólicas que me acompañaron desde Finisterre. Duermen bajo el armario e intuyo que pronto despertarán a toda la escalera con sus graznidos bajando por el tono moreno de mis muslos, un poco menos que ayer, lástima de horas al sol, hasta cuando llovía, revisando recuerdos y el presente, ordenando nombres y números. Tengo el siete.
En el cuarto de baño me miro al espejo. Soy ese, el que ha regresado, lo que queda de mí. No recuerdo si tenía bigote. ¿Y esa mirada?
Toc, toc ¿estás ahí?
Vengo dispuesto a contarlo todo, desde Lanzarote (con el recuerdo de Cesar Manrique) hasta el Ara Solis del Fin de la Tierra.
¿Tendrás paciencia?
LANCELOTE
(a César Manrique, pastor de vientos y volcanes)
mi azul y el viento,
mi resplandor,
la luz indestructible
que yo siempre soñé para mi vida.
Aquí están mis rumores,
mis músicas dejadas,
mis palabras primeras mecidas de la espuma,
mi corazón naciendo antes de sus historias,
tranquilo mar, mar pura sin abismos.
Yo quisiera tal vez morir, morirme,
que es vivir más, en andas de este viento,
fortificar su azul, errante, con el hálito
de mi canción no dicha todavía.
Yo fui, yo fui el cantor de tanta transparencia,
y puedo serlo aún, aunque sangrando,
profundamente, vivamente herido,
lleno de tantos muertos que quisieran
revivir en mi voz, acompañándome.
Más no quiero morir, morir aunque lo diga,
porque no muere el mar, aunque se muera.
Mi voz, mi canto, debe acompañaros
más allá, más allá de las edades.
He venido a vosotros para hablaros y veros,
arenales y costas sin fin que no conozco,
dunas de lavas negras,
palmares combatidos, hombres solos,
abrazados de mar y de volcanes.
Subterráneo temblor, irrumpiré hacia el cielo.
Siento que va a habitarme el fuego que os habita.
*Rafael Alberti,
Tahiche, 31-V-1979
(Fotografía Guillermo González Vázquez)
Finisterre.
La leyenda de la ciudad enterrada de Duio, capital de los antiguos pobladores de estas tierras y la existencia de castros costeros indican que Finisterre estuvo poblado desde muy antiguo. Este lugar causó gran impresión a los emperadores romanos. Su posición geográfica y sus increibles puestas de Sol hicieron creer a Decimo Junio Bruto, en el siglo I, que estaba en el Finis Terrae, el final de la tierra donde moría el sol.
Además, en el lugar encontraron un altar al sol, el Ara Solís. Un tramo de la calzada Per Loca Marítima aún se conserva en la actualidad.
Como en tantos otros casos, la iglesia cristianizó el lugar construyendo una ermita, donde los peregrinos llegaban despues de pasar por Santiago para venerar las reliquias de San Guillermo y la imagen del Santo Cristo. Tal era la llegada de gentes que en el siglo XV se tuvo que construir un hospital de peregrinos.
La costa gallega fue arrasada por los franceses en 1809 y Finisterre no fue menos. Apoyados por el Castillo de San Carlos que había sido construido el siglo anterior, sus habitantes resistieron la invasiones galas.
En la actualidad, la principal ocupación de la población continua siendo la pesca, contando con una importante flota de bajura. Esta actividad se complementa con la agricultura, que da trabajo a mucha gente, siendo la emigración otra salida laboral de sus habitantes.
En los ultimos años, el turismo ha tenido un aumento espectacular, con la llegada de visitantes de todo el mundo para contemplar su belleza natural y disfrutar de su gastronomía y de una tranquilidad que no puede tener en otros lugares.
12 comments :
Me alegro de verte de vuelta y en forma.
Yo también arrugué el papel de agosto y, ya de vuelta, me pierdo en el vértigo de la conexión rápida a la red.
Te leo y ya me solazo en Szymborska -peazo poeta- como en tus renovados bríos y tus recuerdos de Finisterre y Lanzarote.
Regresamos.
Un abrazo.
ybris, me alegro de "verte" tan bien.
Por mi parte la verdad es que vuelvo como una moto, me ha sentado muy bien agosto.
Regresamos, sí.
Un abrazo.
Pues, bienvenido, queridiño.
Un abrazo.
Mirada un abrazo virtual (no virtuoso), hasta que te lo pueda dar real.
Este agosto no ha podido ser.
Ay.
Pero.
Nos pondremos al día.
Besos y besos.
Vaya, se le alegra a una la vuelta al trabajo con entradas como ésta. Me ha encantado.
Y gracias por tu visita (estás enlazado)
Un abrazo
Precioso blog. Me alegro de habernos cruzado en algún pasillo.
saludos
gloria, mucha alegría es esa (puff, vaya lunes)
Gracias por tu visita.
Un abrazo
Gracias, Madeja de Palabras, yo también me alegro.
Tras poner el trabajo en orden, dar el primer empujón a la rutina, engrasar el asiento giratorio, la pantalla a la distancia adecuada, la ventana de par en par de cara a las puestas… dispuesta me hallo, relajada y a gustito, sexta fila, asiento central.
Puedes continuar cuando gustes. Magnífico, Alberti y el relato de la Finis Terrae.
Las gaviotas y el cocodrilo no molestaran les tengo preparado The Lark Ascending de Vaughan.
El bigote es lo de menos, pero… tu mirada ¡ay, amigo mío! Después de ver tanta maravilla tiene que ser como mirar fijamente dos vengalas pequeñitas.
Un besote, pero cierra los ojos, que la estrella de fuego ya me ha chamuscado de cerca ;-D
gaia07, muy bien, así, relajada. Para un día 1 de septiembre es toda una hazaña.
La verdad, para ver maravillas solo hace falta mirar.
Un beso de aurora boreal.
Hola, Pedro
mucha belleza por aquí, vendré más despacio.
Me alegró tu visita, allí te respondí.
Un abrazo,
ana
Ana, la belleza está en la mirada.
He respondido a lo que me has respondido (el respondedor que responde buen respondedor será)
Abrazos.
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