martes, 24 de junio de 2008

Ilusión.

Todas las escrituras presentan un aspecto de cerco extraño al lenguaje hablado. La escritura no es en modo alguno un instrumento de comunicación, no es la vía abierta por donde sólo pasaría una intención del lenguaje. Es todo un desorden que se desliza a través de la palabra y le da ese ansioso movimiento que lo mantiene en un estado de eterno aplazamiento. Por el contrario, la escritura es un lenguaje endurecido que vive sobre sí mismo y de ningún modo está encargado de confiar a su propia duración una sucesión móvil de aproximaciones, sino que, por el contrario, debe imponer, en la unidad y la sombra de sus signos, la imagen de una palabra construida mucho antes de ser inventada. Lo que opone la escritura a la palabra, es el hecho de que la primera siempre parece simbólica, introvertida, vuelta ostensiblemente hacia una pendiente secreta del lenguaje, mientras que la segunda no es más que una duración de signos vacíos cuyo movimiento es lo único significativo. Toda la palabra está encerrada en ese desgaste de las palabras, en esa espuma siempre arrastrada más lejos, y no hay palabra sino allí donde el lenguaje funciona evidentemente como una voracidad que sólo tomaría la extremidad móvil de las palabras; la escritura, por el contrario, está siempre enraizada en un más allá del lenguaje, se desarrolla como un germen y no como una línea, manifiesta una esencia y amenaza con un secreto, es una contracomunicación, intimida. (El grado cero de la escritura (frag.) por Roland Barthes)

¡Se encendió la luz!
¡Ole, ole!

Estaba sentado frente a la gruta, meditando, y al volver la cabeza la he visto. Temblaba al viento del crepúsculo, débil pero viva (¡viva!), la luz, su luz. Mi primera intención ha sido ponerme de rodillas y rezar, pero al repasar los dioses no he encontrado ninguno que fuese de mi gusto justo. Y no, no es cosas de desperdiciar plegarias con lo caras que se han puesto, al precio del azafrán.
He optado por gritar. Como un animal. He gruñido, vociferado, he chillado ante el asombro de los otros -básicamente los otros son esos que no soy yo-. Con ello he conseguido liberarme, descargar tanta tensión acumulada y quedar como una mala bestia ante mis remilgados compañeros de pupitre, pesebre y circunloquio.


Ya más calmado me he tomado un vino blanco de Rueda y he brindado por el futuro de ayer, por los recuerdos de mañana, por la Revolución francesa y por las esperanzas a las que me dispongo a efectuar un boca a boca, aunque ya parece que respiran. Recuerdos de mis tiempos de socorrista, cuando socorría, que oía ¡auxilio! y me tiraba al agua, que oía ¡socorro! y me tiraba a la primera que pasaba a mi vera, eran tiempos de musha necesidá, no voy a decir después de la guerra, no, pero sí después de mis guerras, siempre me mataban, siempre tenía que empezar en la casilla cero, antes del puente y tiraba porque me llevaba la corriente. Ciertamente eran otros tiempos y otros vientos, el levante sonaba de poniente y el poniente se levantaba, se soliviantaba tanto que giraban locas las veleidosas veletas, en cuestión de aires uno siempre ha tenido mucha mano izquierda, la derecha en cambio, sin ser zurdo –ya ves- la manejo peor. Se me cierran los ojos y ya casi veo. No sé si me duermo o me despierto.

Contra la literatura

No hay nada más inútil que escribir.
Nada más dependiente que los libros.
Pero Alberto me llama y me pregunta
"¿Qué te está pareciendo mi novela?"
Y yo le digo bien, salvo este punto
y el momento en que dice esto y aquello
y él escucha y anota y bien parece
que aquí estamos haciendo algo importante.

Quién pudiera vivir fuera de un libro,
juntar en un hatillo las palabras
y haciéndose a la mar decir "Adiós;
me voy para morir entre las fauces
de una auténtica bestia, les regalo
la curva de mi espalda, mis bolígrafos,
el impreciso sueño de la gloria,
la implacable derrota de mi olvido".

Ben Clark.


22 comments :

Anónimo dijo...

...fuiste socorrista???? un beso.....si que lo eres tus palabras socorren corazones, mentes......otro beso.....

38tapia...aideé

Pedro M. Martínez dijo...

Ah, no sé si eres Anónimoo 38tapia o ...aideé, pero sí, fui socorrista, creo que todavía lo soy, aunque nado menos, o más lento, o a menos distancia.
¿Te ahogas? Grítame.
¿Te lleva la corriente? Agita los brazos.
¿Necesitas un boca a boca? Llámame.
Besos

gaia07 dijo...

Ha sido una aleccionadora lectura la de hoy. Ahora se que cada vez que aparezca el ingenio hay que gritar, vaya el grito por delante.
El final amargo en boca de la verdejo, te deja en el estado ideal para hacer que dejen de respirar los que respiran, en tiempos de tanta necesidad, como estos, conviene estar alerta y preparada al pasear por la vera de alguno.
La derrota consiste en dejar de ver que, en tanto unos te olvidan, otros te descubren.
Esta vez el gesto de despedida será con una leve inclinación del torso, flexionando apenas las rodillas, dentro de un vaporoso vestido rojo, sin dejar de mirarte a los ojos con una pícara sonrisa.

a-escena dijo...

Hoy pareces del sur. Preciosos ( el texto y usted hoy ).

Pedro M. Martínez dijo...

gaia07, que la pícara sonrisa me deja ya en un estado receptivo y apenas puedo hacer otra cosa que asentir. Para colmo, imaginarte dentro (o fuera) de un vaporoso vestido rojo, me pone al límite de lo soportable y salgo a pasear que, en el fondo, es una manera de buscar a nadadores que no saben nadar y a bañistas en seco. Es igual, nadie grita, prefieren ahogarse en soledad que respirar en compañía. Por si acaso permaneceré atento a la pantalla no vaya a ser que se me escape algún grito sordo y las aguas se traguen a los despistados (¡maldita tendencia a salvar a nadie!), a los mancos que dan “brazadas” con las orejas (ja, s) y a los mudos que hablan por señas y aquí, ensimismado en tu vestido, no me entero.

Por cierto, la leve inclinación del torso no ha sido tan leve.
Blancas ¿a que sí?

Pedro M. Martínez dijo...

a-escena, a ver, paisanos, vengan, vamos p`al Sur, que cantaba Larralde.
Pues mira, soy del norte, pero me gusta el sur (ese Cádiz) (y el resto, claro)(aunque para mí el sur empieza al otro lado de mi calle)(que no me importa, vaya, que me gusta todo)(o casi)
Gracias por el piropo (acepto solo lo referente al texto).

a-escena dijo...

Pues vale, desagradecido.

Pedro M. Martínez dijo...

a-escena, no te enfades, es pura modestia. Me corto.

a-escena dijo...

Ya...

Pedro M. Martínez dijo...

Créeme a-escena, créeme.

navegar.es.preciso dijo...

Bueno pues brindemos con ese Rueda.Ummmmm. Vaya por las luces!!
Aunque no se yo si estoy deltodo de acuerdo con Barthes, claro que sólo soy una lectora, jajaja!!!
Besitos.

Anónimo dijo...

que hermoso!!!! yo tambien soy socorrista....aunque no activa, pero en el corazon lo soy....hay es dia del socorrista.... no soy tan anonima, soy aideé ...y el 38tapia .....socorrista tapia....osea aideé tapia.... un beso desde este latir....

aideé.... hay que creer en la bondad de los socorristas... hay que creer....

a-escena dijo...

Bueno, si se pone usted así, termino creyéndole.
So...corrista. ;-P

gaia07 dijo...

¿Las sandalias? Claro, a juego con los pendientes.
Y el vestido con los labios. Y la… dejaré algo con que sorprenderte jajajajaja
Bonita foto ¿Tan arriba vas a estar?

Anónimo dijo...

Eres buenísimo, he abierto la boca al empezar a leer y todavía no la he cerrado... uffffff
De verdad eres socorrista??? uhmmmmm
yo tengo el agua al cuello, de verdad... me ahogo sin remedio.

Pedro M. Martínez dijo...

navegar.es.preciso, brindemos (aunque el Rueda no es el vino que más me gusta).
No le hagas caso a Barthes, nosotros a nuestra bola.
Besos (no dar besitos)

Pedro M. Martínez dijo...

Aideé, no tenía ni idea que había un día del socorrista.
Solo soy ex (salvaba).
Creer me cuesta.

Pedro M. Martínez dijo...

Gracias a-escena.

Pedro M. Martínez dijo...

gaia07, las sandalias, claro. (blancas con un vestido rojo, lo mejor, una combinación de buen gusto)

Esto…
Jajajajajajajajjajajajaja
(Pero, bueno ¿eran blancas?)

La foto es curiosa. Ahí arriba, justo donde mira la dama, hay una terraza magnífica

En Roma hay unas terrazas singulares. Estuve en un hotel justo al lado y día tras día veía esa terraza que te digo.

[Pascal Quignard tiene un libro llamado “Terraza de Roma” (cuenta la tortuosa historia de Meaume, un grabador francés del siglo XVII que se ve obligado a abandonar todo lo que conoce cuando el prometido de su amante le desfigura la cara con ácido. Una novela desconcertante y muy personal cuyos ecos resuenan en el tiempo posterior a la lectura). Este es un escritor que me encanta]

Por cierto, desde que vi por primera vez “La dolce vita” me quedé fascinado por la Fontana di Trevi. Cuando por fin fui, de noche, la impresión fue superior a lo que me había imaginado (pero como en la vida la costumbre desluce las ilusiones, después de varios viajes ya me aburrían tantos japoneses sacándose fotos delante de la fuente tirando la moneda de espaldas)
Un beso, reina.

Pedro M. Martínez dijo...

lenoir, va, resiste, ya me tiro al agua (no hagan olas).
Ahora no socorro, escribo.
Algo más ya hago (algunas cosas las cuento y otras no)
Mis saludos.

mjromero dijo...

Gracias por tu visita a mi ciudad.
Volveré para leer más despacio.

Pedro M. Martínez dijo...

alfaro, pues nada, aquí te espero.

Gracias por venir.

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