Sombra.
Publicamos para librarnos de un texto, para no estar toda la vida corrigiéndolo y corrigiéndolo. (De una conversación con Borges)
Me ocurrió la primera vez.
Hoy lo he recordado.
Sole dejó a la niña con los abuelos y me invitó a tomar café, como entonces, como aquel día perdido en los recuerdos.
Acepté aún a pesar que si tomo café por la tarde me quita el sueño de la noche.
En el salón de su casa, nerviosos, hablábamos de muchas cosas, de nada.
Me levanté y la besé.
No opuso demasiada resistencia, tampoco demasiado entusiasmo, me dejo hacer.
Cuando acaricié sus caderas me invitó a conocer la habitación de arriba.
Se quitó la ropa sin dejar de mirarme, temblaba.
Quise aparentar seguridad pero también yo temblaba.
Fue entonces cuando la vi.
Una sombra pasó por su frente y creció y creció hasta abrazar todo su cuerpo.
Después nos amamos, los tres.
La sombra sonreía con una mueca cruel.
Mientras me duchaba se lo pregunté.
-¿La has visto?-
-¿Qué?-
-Una sombra.-
-Eh…no, no he visto nada.
-Estaba aquí.-
-Solo te he visto a ti, cariño, ¿volverás?
En nuestros siguientes encuentros no apareció la sombra, pero siempre me sentí observado, no estaba cómodo, no me concentraba.
Fuimos a un hotel pero por mi parte la sensación también era de intranquilidad.
Llegué a pensar que era un reflejo culpable de mi subconsciente.
Ella se dio cuenta, seguro que me tomó por un maniático.
Por consejo de mi psiquiatra dejé de visitarla.
Hoy me entero que la sombra se ha casado con Sole.
No somos nada.
2 comments :
Voy a comenzar por la posdata, y es que eso de Glub 3.0, como que no me habitúo a ese pisito de soltero que has montado.
El saltar un peldaño siempre es sinónimo de superación (el tres supera al dos, pero solo por orden numérico) He estado dándole vueltas a esta cabecita, buscándo las ventajas de esa subida en el ascensor, y lo único que hallo, es que estás allá más tranquilo, sin tanta obligación en las decoraciones del hogar, pero yo te quiero el de siempre, en tu mansión de la campiña francesa, con lámparas de araña y bailando la Conga.
Este texto lo leí y me callé. Una siempre se calla cuando no sabe que decir. Fíjate lo habladora que me he levantado esta mañana.
Te veo descuidado niño, no sé si es falta de ganas ya, o de tiempo. Aún así es de admirar.
No quiero que te agotes, quiero que seas el papá del muñequito de Duracell, pa que no te me vayas nunca, nunca.
¿He comentado el texto?
Ni lo sé. Solo te digo lo que te digo.
He estado buscando estos días, aquella carta- ¡Has escrito tantas!- de un amante a...ni me me acuerdo cuál era, fue aquella a la que le di respuesta. La necesito, necesito leerla de nuevo y no la encuentro.
Y como una detective voy entre las páginas, tus páginas. Espero encontrarla pronto, lo necesito, por eso me aterra tu nuevo look, por eso, porque no quiero mudarme a ningún sitio y perderlo todo, perder la memoria. No.
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