Monos.
Lunes. La nueva criatura de pelo largo me sale al paso a cada momento. No deja de rondarme y de perseguirme. No me gusta, no estoy acostumbrado a tener compañía. Preferiría que se quedara con el resto de los animales… Día nuboso, con viento del este. Creo que tendremos lluvia… ¿Tendremos? ¿De dónde he sacado esa palabra? Ahora lo recuerdo: la usa la nueva criatura.
Fragmentos del diario de Adán
El diario de Adán y Eva.
Mark Twain (Ed. Trama, Madrid 1996).
Discutimos. Fue una agria cena. Quizás la diferencia de edad nos distancia cada día un poco más. Ella mira hacia fuera y yo hacia dentro. Me aburren los otros. Ella cada día quiere conocer nuevos otros. Nunca he sido celoso, quizás es una pregunta, no una afirmación. No sé lo que he sido, sé lo que soy, un hombre que vuelve. Aún así me preocupan nuestros desencuentros, quiero paz, silencio, como mucho Bach y el viento en la cara mientras paseo por la playa, solo. Por eso me fui a dormir a otra habitación. Además ella ya no llora. Yo sí.
Desperté en la mitad de un prado inmenso, de un verde intenso, el sol asomaba sobre una montaña negra. Miré hacia arriba sorprendido por una bandada de extraños pájaros volando en uve. Por mi cabeza pasaban tantas sensaciones que apenas podía ponerlas en orden, clasificarlas, esa absurda manía de controlarlo todo, como si pudiera, una señal más de mi inseguridad. No reparé en aquella especie de niños peludos, se movían con lentitud, se acercaban con precaución, mirándome y mirando alrededor, temerosos. Uno de ellos, el más grande, llegó a unos dos metros de mis pies descalzos, olió el aire, emitió dos gruñidos y todos los monos se sentaron a mi alrededor. Sin atreverme a contraer ni un músculo me concentré en sus afilados colmillos, en sus ojos enrojecidos, en sus movimientos nerviosos. Así pasó el día, con mis miedos, a lo lejos rugían las fieras, un enorme animal parecido a un elefante comía hierbas a un lado del camino. Luego me dormí.
Cariño ¿quieres desayunar?- preguntó Marie.
Sí, cielo, lo de siempre –contesté.
No estaba enfadada, al menos no lo demostró. Otro largo día para no hacer nada, solo pensar.
Llueve, hoy no saldré a pasear.
No vendré a comer ¿te arreglarás?- dijo antes de irse mientras me besaba en la frente.
Sí, no te preocupes- dije. Seguro que ha conocido a alguien.
Se fue.
Otro día interminable, otro día para rumiar, los monos no se movían a mi alrededor, me miraban fijamente, eran muchos, creo que cada vez eran más, cada cierto tiempo el que parecía ser el jefe gruñía, quizás para que no me olvidará que estaban ahí, como si pudiera, luego dejo de llover y bajé hasta el pueblo a comprar el pan.
Aún es miércoles pero ¿qué importará?
14 comments :
Deberíamos apreciar del mono su elasticidad, su gracia y sus desinhibidas ganas de sexo. Nosotros siempre, dentro de las relaciones, nos hacemos .....(elucubraciones) mentales.
Desde luego que me acojo al paraíso y a las aventuras de Tom Sawyer.
A veces andar de arriba, para abajo, saltando y disfrutando de lo verde de la vida, de sus recovecos, enredarse, bajar, subir, rodar, besar, rascarse, mirar al horizonte sin dar rodeas a lo que se presenta día a día.
Besiño de monitos.
A veces pasa. Como mucho Bach, que es lo más cercano a la paz del silencio.
Mejor dormir. Lo malo es soñar que te despiertas y te rodean los monos.
Pero peor es perder la cuenta de si despertamos del sueño que soñamos o del sueño real.
Acaba uno por no saber si esta despierto o dormido.
Abrazos.
¿En qué estás pensando?
Acaso quieres ser un mono y unirte a los demás, amenazar a las amenazas, rascarte cuando te pica, comer cuando puedas, dejar de pensar, de odiar, de buscar el por qué a todo…
Un miércoles precioso para la inseguridad, para no saber qué, para dejar pasar el día mirando enormes animales al lado del camino.
Seguir tu quehacer diario resulta agotador, hay que llevarse las alas, o que te metan en cama cada vez para dejarte como nuevo, jeje.
Ayss, un abrazo enorme al lado del camino.
Tempero, mira/lee lo que escribe Miguel Bassols a propósito de esos “Fragmentos del diario de Adán de Mark Twain
Lunes. La nueva criatura de pelo largo me sale al paso a cada momento. No deja de rondarme y de perseguirme. No me gusta, no estoy acostumbrado a tener compañía. Preferiría que se quedara con el resto de los animales… Día nuboso, con viento del este. Creo que tendremos lluvia… ¿Tendremos? ¿De dónde he sacado esa palabra? Ahora lo recuerdo: la usa la nueva criatura.” (p. 9)
El primer hombre no parecía en efecto muy proclive, según el relato de Twain, a dar un lugar a la alteridad, a la alteridad de Otro goce que no fuera el goce de su soledad. Parece incluso, ese primer hombre, un poco paranoico: no llega a entender que si el Otro anda por ahí no es necesariamente para perseguirle a él, el hombre que se siente tan a gusto en su introversión libidinal… Tal vez sea esa ceguera – más bien fálica – la misma que le impide entender que la presencia de aquella criatura en el paraíso es muy distinta a la del reino animal con la que tiende a confundirla. Y es una criatura distinta, en primer lugar, porque está afectada por el lenguaje. Aunque, es cierto, parece afectada por un lenguaje un poco distinto al suyo, al de ese pobre y ciego primer hombre que sólo sabe declinar verbos en primera persona del singular.
Y, de repente, el primer hombre se siente contagiado por el virus de la lengua del Otro que habla en él, con un deseo tan íntimo como ignorado, y que habla en un plural que no es mayestático, un plural que, en realidad, lo divide ya para siempre en su ser. El primer hombre entiende entonces, a su manera, que una lengua y un deseo lo antecedían, aunque sólo se le hayan hecho presentes en esa alteridad sobrevenida y posterior a él. “Mi vida no es tan grata como solía ser”, dirá después con cierto pesar, más allá ya del principio del placer que regía su paraíso.
Es lunes y el primer hombre puede muy bien añadir en el mejor estilo freudiano (cf. “El Humor” de 1927): “¡Bonita manera de empezar la semana!”
Miguel Bassols
Ya, Mayteღ, pero llega un momento en que te agobia tanto mono
Beso de gorila camuflado.
ybris, cuando empiezas a no distinguir entre los sueños y los sueños de los sueños, malo. Es que no sabes ya de qué escribir. Eso es lo que me pasa. No sé de qué escribir para que no se me alboroten los monos interiores.
No paran de gritar, voy a tener que abrirles la puerta. Abrazos.
gaia07, la imaginación va desde aquí (y señalo un punto en el aire con el dedo) hasta aquí (corro varios kilómetros, jadeo y señalo el horizonte con el mismo dedo). Entre medio está la posibilidad de ser o no ser. Y esa es la cuestión, ya ves.
Estamos saturados de información, sepultados bajo las noticias, abrumados por saber tanto, de tantas cosas, pero ¿dónde estamos?...
Después de pensarlo varios minutos he llegado a la conclusión de que estamos aquí y ahora. Es una buena noticia, seguimos vivos. Pues eso, seguimos.
¿nos abrazamos?
No creo que el hombre, desde que el mono se estiró hasta el dichoso Adán, haya tenido jamás introversión libidinal. La sociedad quizá sea la que, en su transcurso sí haya contribuido a la misma.
Y no creo que haya cegueras fálicas sino que algunos ven justo desde donde acaba el falo y la visión es más, mucho más que el falo.
Desde luego que hay gente que se hace unas pajas mentales que no veas. Háblamé desde ti, Pedro, no desde Bassols.
Aprecios y saludos.
Una cosa en favor de los monos: no son celosos (jajajajaja...).
Me ha encantado.
Besos.
Mi querido Tempero, siempre hablo desde mí, esta página está llena de mí, estoy yo mismo abierto en canal, como es blanca no se nota pero en la trastienda la sangre anega la mesa, las cortinas, los cristales, me rompo aquí cada día, me dejo el alma, el corazón, los riñones, la paciencia, la ilusión, tengo mis vísceras inundando lo que no se ve.
No quiero contestarte de forma equívoca, ni graciosa, ni toreando de salón. Escribo +desnudo, me protejo poco, se me ve a la legua, me preocupa poco escribir bien o mal, digo lo que siento y como me sale, al que le guste me alegro, al que no, no sé hacerlo de otra forma, quizás esta no es su página. No intento ganar ningún concurso, ser más ni menos que nadie. Procuro ser correcto, educado, atento, cariñoso, porque así soy cuando no escribo. Procuro contestar a los comentarios de forma ágil y respetuosa, con sentido del humor y de forma variada, intento corresponder a tanto cariño como recibo. No me gusta que me manden, no quiero polémicas, rechazo las manipulaciones, hago solo lo que dicta mi criterio. A las buenas soy muy bueno y a las malas…hummm, me gustan las malas, las malas son las mejores. No hago pulsos, no desafío, no me bato en duelo, no me mido, hago lo que sé y como sé con mi mejor voluntad e ilusión. Como el que mucho habla mucho yerra puede ser que a alguien no le agraden mis palabras, mis contestaciones o mis silencios, está asumido, no se puede contentar a todo el mundo.
Manuel, no sé si todo esto te parece que está dicho desde mí mismo, te juro que lo está, no sé hacerlo desde fuera, no sería yo, te darías cuenta, no sé ni quiero fingir, aquí el género está a la vista como en los ultramarinos antiguos.
Y este abrazo también es 100% sincero. Se nota ¿no?
(Por cierto, he sido muy críptico pero en mi contestación primera solo quería indicarte de donde había sacado esa cita de Mark Twain, que no pertenecía a Tom Sawyer y sí a un librito delicioso y lleno de ingenio)
mabel g. c., conoces a pocos monos.
Hihihihihihihihihihi.
Me bajo del árbol y te doy las gracias.
Bah...es que yo aún soy monita...no me he convertido en una gorila, Pedro, jo :(
Mayteღ, pero, ay, como se va a convertir en gorila una persona tan encantadora como tú, es imposible.
Esas transformaciones súbitas son típicas de machos aulladores como el que firma (auuuuuuuuuuuuuuuh). Besos, guapísima.
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