Error.
Elegía
Nunca, como a tu lado, fui de piedra.
Y yo que me soñaba nube, agua,
aire sobre la hoja,
fuego de mil cambiantes llamaradas,
sólo supe yacer,
pesar, que es lo que sabe hacer la piedra
alrededor del cuello del ahogado.
Rosario -Castellanos
Escribo antes de un domingo blanco, el lunes, también blanco, viene noviembre con sus días cortos, con su desaforado dominio del tiempo en fuga.
En fuga, escribo sin idioma, extranjero en mi país, ajeno, inmigrante sin haberme ido, excluido por los guardianes del verbo y la tradición, del tesoro bajo una piedra, de los que perdieron y guardaron los privilegios entre las páginas de libros sin escribir, vergüenza que inventó el ayer, diseñó el ahora y solo los gritos de los sin voz lograron borrar el mañana. No estoy seguro que lo hayamos conseguido.
No lo he conseguido, escribo sin convicción, desganado, atravesando mi desierto desarenado, caminando por las calles del aire, airado, desaparecido el impulso queda el miedo, un resguardo del teatro de anoche, la certeza de que hay un error, un sendero inútil, helechos en el costado, gorriones en el aligustre, un perro perdido caminando de acá para allá, mi ira.
De acá para allá, entre la bruma de las manos de Bel, robándole besos bajo los rascacielos, sin métrica, formal, respirando melancolía, buscando bares con gatos y mujeres que sonrían, calles por donde corra la espuma de la vida, con barrenderos regando madrugadas, es sábado y el viento nos va a llevar, María Sarmiento, no sé qué más decir, pero lo digo, para el domingo. Alguien entrará a leerlo.
7 comments :
Las manos de Bel, manos que miman, manos que aman...
Alguien ha entrado ya, a leerlo y disfrutarlo.
Un beso :*
Cuando las noches flirtean con los relojes inseguros de la hora que marcan, mejor no escribir, no fuera que se borrara lo que escribimos una hora antes... o después.
un error, digo... un abrazo.
Yo sí te leo. Tan temprano.
Compartiendo esa sensación del tiempo en fuga, del fracaso de tanto no conseguido, del continuo vagar entre las ruinas...
Un abrazo de día en blanco.
Una que grita sin voz pretendiendo cambiarlo todo. Una que esconde en versos su vida. Una que también te lee en silencios blancos con cariño de colores y aromas sureños a salitre y bosques.
Una te envía el abrazo que mitigue tu ira. Y observa bien el sendero, los helechos son hermosos en los costados.
Yo lo leo. Es domingo y salgo a tu encuentro.
Un beso.
Dejé de aflorar, como las serpientes, temiendo mi propio nacimiento. Las crisálidas suelen
sucederse. Los (h/n)ombres son más que suficientes. Lo que en tí nace, en mí muere. Las
crisálidas suelen suspenderse.
Un abrazo corazón de letras.
Leo, creo que comprendo y callo.
Un saludo.
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