Recuerdos turcos (2)
Estambul.
Se han derribado
todas las casas con jardines traseros
para que los chicos que quieren salvarte
de entre los rascacielos
desatando tus manos
ligadas con maromas
de los puentes colgantes
no organicen una banda
Sunay Akim
Un mono con cuernos de ciervo, amenazador, se acercaba entre la floresta. Aquel sueño le despertó aún antes de que el almuédano invocase a Alá. Desde la ventana casi se podía tocar el minarete de la pequeña mezquita junto al hotel. Recordó que no había llamado a su padre para informarle del buen vuelo, para preguntarle cómo estaba. Lo haría a media mañana.
Pocas veces había viajado con su padre. Aquel sábado era especial, el lunes siguiente se iba de casa para más de un año, un trabajo fuera. Por eso era una excursión simbólica, importante. Conducía Juan y al doblar una curva se encontraron con una larga hilera de coches parados. Un accidente. Habían chocado dos camiones, uno de ellos transportaba vacas, el conductor estaba muerto, aplastado contra el volante, tenía los ojos abiertos. Las vacas, mareadas, habían huido por los prados. Cuando la policía reguló el tráfico siguieron hasta encontrar la carretera vecinal que llevaba al monte. Dejaron el coche y subieron por una empinada senda. Conserva el recuerdo de su padre abriendo la marcha, caminando a grandes zancadas, fuerte, enérgico, sonriente. Conserva una fotografía de los dos, tomados del hombro, erguidos contra el viento de la cima.
Luego siguió leyendo el capítulo de “La quinta mujer” que dejó a medias la noche anterior, era emocionante, le estaba gustando. Al de pocas páginas se quedó dormido. Le despertó la alarma del móvil. Se apresuró, a las nueve esperaba el autobús que le llevaría a Topkapi y a Santa Sofía. Estaba resultando un viaje muy intenso.
6 comments :
Recuerdos imborrables que gusta recordar para que cada vez se borren menos.
Y así nos alimenten.
Yo los tengo pendientes todavía.
Abrazos.
Sir Peter, ¡Ay, Topkati!
Ya lo último, que un gorrioncillo de tres al cuarto haga saltar la alarma después de que todo haya salido a la perfección. ¿Quien nos salvará del vuelo?
Besos, Pedro.
ybris, cuando se está lejos (lejos ¿de dónde?) se recuerda lo íntimo (eso que está tan dentro que no se borra).
Es curioso.
Al menos eso es lo que cuento.
Abrazos.
Ventana indiscreta, que no nos salve nadie del vuelo.
Al menos a mí.
Después de estar en Topkati me resta volver a ver la película (creo recordar que trabajaba Melina Mercouri ¿no?).
Un lugar recomendable.
Besos, Sofía.
Evocación, cierto exotismo y muerte. Vaya trilogía, señor Glup. Intenso el viaje, sí. Espero la tres.
5+5
Inquietantes recuerdos, inquietantes vistas, inquietante tú…
Un abrazo.
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