No fue él quien esparció sal en los rosales.
Entre tus brazos
entre mis brazos
entre las blandas sábanas
entre la noche
tiernos
solos
feroces
entre la sombra
entre las horas
entre
un antes y un después.
Idea Vilariño
En su memoria se confundían jardines y conciertos de oboe, héroes y pergaminos, trágicas fábulas y confesiones ocultas bajo las piedras.
En sus sueños veía nigromantes dibujando el firmamento de los muertos y casas viejas habitadas por pintores, artistas que fabricaban mundos nuevos al Sur, siempre al Sur.
Todo siguió su curso hasta el hastío, hasta el préstamo.
No fue él quien esparció sal en los rosales.
15 comments :
Siempre hay alguna persona con culpa ... pero porque?
El sentimiento de culpa es tan dañoso.
Dejemos la historia sin culpas ...
... y los rosales continuaran eternamente bellos.
Un beso.
Sill
El inocente, silencioso y sin defensa, derrotado antes de hablar.
El fuerte, impasible y osado, habla sin admitir la derrota.
Y les creemos, al inocente, culpable por cansancio, al fuerte, ilustrado por audaz.
Un beso tras otro Pedro.
Yo tampoco, lo prometo!
Mis padres murieron en el incendio...pero no fui yo quien prendió la casa.
Excusatio non petita, acusatio manifesta
Inquietantes babeles, Pedro
No fui yo quien te besó
Habrá que preguntar a Nimrod...
Un beso
Pedro querido,
con esta serie estás consiguiendo crear un revoltijo de sensaciones en mí: expectación, curiosidad, cautela, admiración,...
Gracias por hacernos sentir así, espero estés bien.
Besos, miles.
También se confundían leñadores, caballos percherones y pinos enhiestos. Y todo porque decidió en su vida tocar la flauta en soledad, entre las sierras baldeadas de hermosos pinos con exclusivas praderas. Allí veía a los leñadores cómo cambiaban su hacha tan hecho a la madera por las delicadas tijeras. En la misma pradera lo saludaban mientras, con un cortar de arrullo, engrosaban sus puños con rosas caninas. Le decían que eran para ellas y que siguiera tocando, que la belleza de las rosas primigenias se acomodaba muy bien a su música. Ellas las olían y pensaban, y oían.
Se confundían leñadores con traficantes de sal. Dejó de tocar, los rosales fueron vengados con sal, los percherones apenas arrastraban los troncos y las hachas de aquellos sensibles leñadores no aguantaban un corte y precisaban ya otro afilado. Ellas ensordecieron.
Abrazos.
No fue él.
Quise domar los aguijones de sus tallos, abrazando el mar eléctrico, suavizar tersuras y arrugas de una chaqueta olvidada en Alejandría, donde el bibliotecario teje telarañas sin memoria que rescaten nuestras manos enlazadas. Quise tanto y nada.. Despechada sujeto con fuerza el salero,
En su memoria cristalizó aquella rosa que habían visto en Túnez. Era la rosa de sal, la rosa del desierto.
Ahora indicaba presagio de espinas.
Besines.
Bella e inquietante "Trilogía poética". La extraña belleza del enigma, de lo oscuro y secreto. Despierta sentimientos encontrados: belleza y dolor.
Las aportaciones de l@s comentaristas completan el lujo de esta página.
Mis reverencias a tod@s y un tríptico para Pedro Glup.
Esto no vale.
Abusones.
Vuestros comentarios vuelan por encima de mis textos.
Los dejan pequeñitos, ahí abajo, como hormigas.
Así no hay quién pueda.
Guapas, guapos, os lo agradezco.
Ya, es fácil Te-Pito-O-Te-Henua, pero alguien echó sal en la rosaleda.
Fíjate que hoy he visto una rosa marchita.
No te digo más.
Un beso.
gaia07 añado el mentiroso, el poeta, el que deja el corazón en un extremo de la cucaña y espera las caídas de quienes quieren atraparlo desde el abrigo del muelle, ajeno a las carreras de los mamíferos sobre los adoquines y al ondular de los peces bajo las olas.
Se me llena la frente de risas.
Un beso, luego otro, y así.
Pues me han dicho que te han visto rondando Camille...
¡¡¡Bien!!!, te has dado cuenta Arca, muchas gracias.
(Oye, si no fuiste tú ¿quién ha sido?)
Arantza G., cuando era apenas un mozuelo me gustaba el fondo del mar. Me sumergía en Santurce con mis gafas y aletas. Este material era de marca Nemrod. Este nombre me evocaba un dios egipcio, algo grandioso, Nemrod. Con el tiempo me enteré que la empresa pertenecía a un tal NEMesio RODriguez.
Me compré otras aletas, unas inglesas.
Un beso
Mirada pues date prisa que lo termino mañana. Siente fuerte, fuerte, aprieta los puños.
Estoy bien ¿tú?.
Te beso como una máquina (o sea sin parar)
¿Qué voy a hacer contigo? Tempero, te superas día a día en comentarios tan poéticos, tan bellos, que meto la cabeza debajo del brazo y rumio el post de mañana para que vuelvas. Y es que me tienes contra las cuerdas, rey.
Un abrazo.
ana p.ah, fuiste tú ¿eh?
Con esos antecedentes no me extraña
Ay.
Beso tu mano (la derecha)
Ventana indiscreta, Javier Ruibal tiene muchas canciones hermosas. Una de ella “Rosa de Alejandría” me encanta.
También me encanta que pases por aquí cada día.
Gracias y besos
Shandy, los comentaristas, me tienen entre la alegría y la depresión.
Como sigamos así me tiro a la bebida.
O a alguien.
Estoy en un sin vivir.
Ahora en serio, es un lujo recibir estos comentarios y tanto cariño.
Soy muy afortunado.
Gracias a todos, por tanto
El Nemrod o Nimrod al que yo me refería es el considerado constructor de la Torre de Babel.
Supuse que dicho personje estaría bien informado de lo que aconteciese por el lugar y nos daría las pistas para averiguar los tres acertijos que nos estás dejando en la últimas entradas. Como lo más probable sea que nada tenga que ver...me callo.
Un beso.
Que sí Arantza G. he querido hacer una broma añadiendo un recuerdo.
Tú has acertado, haría falta un Nimrod para traducir tantas miradas, tantas visiones, tantas interpretaciones. Gracias por tu aportación.
Un beso.
No fue él quien bifurcó el aire:
Su magia era tan precisa, tan ajustada que intervenía desnudo.
Porque hacía magia con el aire. Daba un giro circular con las manos y los cipreses de afuera, pasado un buen instante, se convertían en metrónomos de la muerte. Hacía el gesto de coger aire con la mano y al cabo de un rato la gente sentía cierto ahogo. Revelaba un pequeño compás de tres por cuatro y fácil era no escuchar un silbido a lo lejos.
Ella lo previno de unos huracanes celosos. Trabajó en su hacer eólico. Erró, los huracanes se bifurcaron arrasando la ciudad. Pero él no fue quien bifurcó el aire. Ahora sólo saca palomas de una chistera. No vuelan, les falta el aire.
Mañana no estoy y me anticipo porque me da la gana.
Abrazos.
Olé Tempero, paradigma del comentarista audaz, no estás pero sí.
Tempero, ¡Presente!
Inundando con tu verso bello este blog hecho de cañas y rocío (no sé si jurado o dúrcal), atravesando el aire de la no ausencia.
Tempero, ¿Qué pasa?
Pues eso, que has pintado esta página con colores de terracota y ansiolíticos, con murmullos de arroyo y bienmesabe.
Tempero. Mande
Gracias, chato, hasta mañana.
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