Saltar la hoguera.
Las mujeres me tienen la memoria poblada.
De mi existencia entera, sólo recuerdo las mujeres.
Los vestigios de mí que podrían valer para reconstruirme
están en sus cabezas.
Y en la mía sus claves.
(R. Buenaventura)
En el principio –puedo trazar una línea recta sobre el papel sin levantar la mano, sin haber bebido- él me presentó a Alcibíades ignorando mi decisión socrática: pedir una recompensa en vez de su castigo; cruel silencio, distancia, ahora sabe que mi mirada es nueva y buceo en aguas que antes no, ignorando a los peces ofuscados, los pérfidos tiburones de la añoranza, la aflicción de entonces, la magnitud de amar sin saber cómo, el cansancio de buscar esquinas ciegas donde juntar las ascuas y rendirme, el placer estancado de recordar y sonreír bobamente –pareces una galaxia, dijo- la quiebra de empezar sin saber qué, a paso de andadura, la efusión de a veces, pocas, el sosiego, en fin, de estar lejos de la entrada del laberinto –aún no sé si estoy fuera o dentro- la inocencia, eso sí, de caminar calle arriba, calle abajo, dar vueltas, una forma de vivir en la sonrisa, en el afán de los cuerpos que cambian y dolores, este año, otro, no ver de cerca, de lejos, no oír, no tocar con las yemas de los dedos, no gustar, saliva en el manjar de su cuerpo, animales furiosos escondidos en la alfombra, inocencia de llorar sobre su alma, golpearme la frente con el índice, señalar el cielo, una nube con forma de conejo, otro culpable, no mi miedo, no, otro imputado, alguien que me sustituya en la hoguera, alguien que arda sin gritos, que no vuelva, tenaz, en la vigilia mientras llega la mañana por las rendijas, ingenuo condenado en prisiones de puertas sin llave, anda, sal, mira el sol embozado en las cortinas, estatura de los hijos, sus risas, no escribo por deleite, estancado en obsesiones, circulares, pasquines en blanco, recetas incompletas, mis amigos disfrazados de taimados enemigos, bilis que me sube a la cabeza viajando por un camino extranjero, melancolía cuando el miedo se apoderó de mi, el temible perro negro, nostalgia de cuando hace años, desde la punta de Playa Larga, ella empezó un diario con el anhelo intacto, cambiar de profesión, dedicarme a la pesca de miradas, a recoger las fresas de su cuerpo, jugo en mis labios, rojo fruto que me excita mientras el viento de poniente se enreda en plácidas semanas sin ira, sin tensiones, con la inmutable decisión de estar así, aquí, sin premuras, disfrutando de lo mínimo, la brisa en los árboles, los pies en la hierba, el pan del desayuno, sé que he vuelto, aunque me obstine en mensajes cifrados, en citas sin sentido, desde lejos puedo ver el vacío de su pecho, escultura de la vacuidad, exaltación de Chillida y el resto está ahí adelante, lo veremos mientras me cambio la húmeda camisa neurótica por una floreada vestimenta de transparente independencia, ¿sabes? me estoy llenando de tanto sentimiento que me estremece respirar, mover la mano, mirar crecer la duna que sepulta el bosque, estoy escapando del engaño de los dioses y abro puertas, recorro habitaciones vacías donde resuenan los, mis pasos curiosos, al final, se trata de saltar la hoguera de San Juán. Y arder en ella.
En toda la costa gallega y en muchas poblaciones del interior se celebra el San Xoán, que es además denominación de todo el mes de junio.
Se dice que esa noche mágica se comunican el mundo del Alén (más allá) con el del más acá. Es el momento de espantar los malos espíritus. En San Xoán meigas e bruxas fuxirán.
Las hogueras se encienden llegado el día 24, es decir, pasada la media noche. Se le atribuye protección y buena suerte al hecho de saltar nueve veces una hoguera esa noche (según las poblaciones, el número varía). También nueve veces había que recibir olas en A Lanzada, para aumentar la fertilidad femenina. Por la noche se recogen plantas aromáticas de varias clases que se dejan en agua para lavarse en la mañana siguiente; se le atribuyen propiedades terapéuticas y limpiadoras. Hacer dibujos o manchas esa noche también tenía un carácter clarividente, y también en ese sentido, acostarse con un manojo de hierbas de San Xoán hacía que al día despertarse se supiera la identidad de la futura pareja.
La comida típica e esa tarde-noche son los cachelos (patatas asadas con su piel, que se retira luego) y las sardinas asadas. Es una fiesta extendida en todo el litoral y casi toda Galicia.
10 comments :
Me vienen tantas palabras para decirte sobre todo lo que has escrito aquí, pero no es el momento, me caigo de sueño...
ay pequerrecho, eres genial.
Y en relación a saltar la hoguera, hay que tener cuidado si se salta sobre la arena de la playa, medio menisco de mi pierna izquierda se rompió en el 7 salto, bueno en fin cosas de oficio.
En la aldea de mi abuela se colocan flores en las ventanas para no dejar entrar a las meigas en casa.
Y se hace una pequeña hoguera a la entrada de las cuadras, para que los animales al salir de ellas al día siguiente pisen la ceniza para protegerlos del mal. Además del agua de todo tipo de flores silvestres, cuánto más huelan mejor, con la que nos lavamos la cara. El sábado deje algo al respecto en mi blog.
Acerco un link de una amiga que relata de una forma muy amena la crónica sobre la noche de mañana en A Coruña, allí estaremos.
http://mundoescritoymundonoescrito.blogspot.com/2008/06/dormir-que-maana-es-san-juan.html
Besos, muchos...
A ver cuántas olas del mar salto esta vez (siempre en número impar, sino no sirve :-D )
Meigas, haylas!!
A ti te lo voy a contar, eh Pedro?
Te deseo una verbena llena de mágia y te beso si aún te dejas.
Siempre es eso. Perder el miedo y quemarse. Intrépido y devastador por fuera. Sentimiento y miedo por dentro.
Alejar el mal a base de obsesiones, repeticiones, letanías. Ayudan, pero no curan. El tiempo es la única medicina, o te mata o te recupera para empezar el círculo de nuevo.
Hoy será un día espectacular, el comienzo contigo ha sido desintoxicante. Toca arder toda la noche, tracemos el camino hasta el momento con sosiego.
Hasta la noche.
Mi inveterada tendencia a no trasnochar y la contumacia con que la noche de San Xoán tiende a celebrarse por la noche en vez de a media mañana me hace un poco reticente ante el disfrute de su celebración.
Pero, como ya le he dicho a Mirada, me encanta el sabor celta de esa noche en Galicia.
Pues si hay que arder arderemos, aunque sea en piel de bits.
Un abrazo.
Ay, Mirada, que ya decía yo que tienes un punto de meiga (de meiga buena, claro) (esto…si las hay, y si no las hay se inventan: tú)
Salta impares (bañarse en Galicia de noche, brrr, de pensarlo se me ha puesto la piel de gallina).
Hala, abrázame, dame calor.
Besos.
Me lo puedes contar perfectamente estnoM yo de meigas no entiendo mucho. De brujas conozco a unas cuantas, sí (con y sin escoba).
Y a ti te dejo siempre (celosona)
Muchos para ti.
Oye gaia07, ¿qué es eso de desintoxicante?
Alejar el mal, qué cosas, como soy corredor me alejo del mal así (corriendo).
Lo difícil es distinguir el mal (del bien, por ejemplo. O de lo tibio, de lo sin sal, de lo gris, de lo pssssht, del aburrimiento, del bostezo)
Arder en hogueras que no cesen.
Hasta la noche.
ybris, de crío, un vecino que tuve, muy mayor, decía “pa lo que queda, carlista y se reía ladinamente.
(Yo, me preguntaba ¿qué será eso de carlista?)
Pues eso, chaval, tampoco vamos a cambiar a estas alturas las costumbres, a las 10 en la cama estés (y mejor antes que después.
Arder, quemarse, la noche de San Juan siempre ha sido mágica para mi (¿ves?, tampoco yo quiero cambiar)
Un abrazo.
Si supiera manejar la técnica, aquí iría una foto, así es quë:
SITIO PARA FOTO.
(Ahuyentemos a los malos espíritus)
Un beso... para esta noche mágica.
navegar.es.preciso, la técnica se puede suplir con el deseo.
Los tuyos son órdenes para mi.
Foto va.
Besos.
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