Efecto Zeigarnik.
Torpes, las manos torpes soltando corchetes, desabotonando, rozando otra piel. Sorpresa del cuerpo desnudo. Besos nuevos, palabras casi olvidadas, vigor renacido, estupor del abrazo.
Ella, tendida, intentó una
Volver a casa a otra hora, fuera de la rutina –me descubrirá-, con la culpa en la mirada –seguro que me lo nota-, con temblor de párpados, con su olor aún en la piel –aún no me lo creo-, intentando justificar el móvil apagado, el
La cama se ha vuelto muy pequeña. Se rozan aún sin quererlo. Ella le dice que se vaya a otro cuarto. Él no tiene fuerzas para protestar y pasa la noche en el sofá. La madrugada transcurre y
Referencias:
Bliuma Zeigarnik. (1927). Unerledigter Handlungen del und del erledigter de Das Behalten. Psychologische Forschung, 9, 1-85.
Bluma Zeigarnik (1967). En tareas acabadas e inacabadas.
En W. D. Ellis Sourcebook de la psicología de gestalt ,Nueva York
Ver también:
3 comments :
¿Qué propones?
¿Un mano a mano?
Sigo pensando como entonces en octubre del 2008, cuando nos pusiste en la pista del efecto Zeigarnik, que mejor que quede inconcluso que terminado. En este no quedarían opciones, mientras en el otro podrías discurrir sobre posibles continuaciones, musculando el cerebro.
La necesidad de dejar las cosas terminadas es más una cultura adquirida, proveniente de una sociedad capitalista en la que la producción es el fin de todo individuo, que la natural tendencia de cualquier ser inteligente a obviar cualquier tarea que no le reporte satisfacción. Amén.
¡Va! un besazo, olvidadizo.
Todo es una espiral sin terminar y cada punta vuelve a tocarse, a olvidarse o recordarse.
Biko.
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