Seducción
No se puede vivir sin la palabra.
(Junto palabras y palabras, escucho detrás del muro: bah, no me importa.)También es difícil vivir en la palabra.
Todo esto –cada día- es un viaje inútil.
Pedro M Martínez
No se puede vivir sin la palabra.
(Junto palabras y palabras, escucho detrás del muro: bah, no me importa.)
Una puta albina colgada del brazo de Francisco Umbral.
Diego Medrano.
Confieso que empecé a leer ese libro por el título y por mi admiración por Umbral. Diego Medrano acumula citas y citas, ¡muchas!, no solo de Umbral y con eso y una trama leve repleta de referencias a relaciones que en otro tiempo serían escandalosas y que ahora suenan a forzadas, a engaño al lector, compone un libro breve sobre cómo escribir a partir de lo ya escrito, disfrazándolo de admiración, odio o soporte. Medrano aporta un 50% , que bah, al 50% de frases y frases que de tan abundantes pierden su efecto. No diré que me ha gustado pero sí que he aprendido varias cosas, una de ellas que este señor puede escribir mejor que esto, que es culto (copia bien) y que corro a buscar mi próxima lectura sin fiarme de títulos con gancho.
Cynthia Rimsky,
Premio Herralde 2024
Me la he leído en una tarde. Cien páginas. Es rara. Es inteligente. Es deliberadamente confusa para que el lector entienda. Es original. Es de esos libros que te obligan a saltarte tu comodidad, a entrar en la propuesta de la escritora: “¿Quieres leerme?, escribo así”. Si aceptas disfrutarás, es un buen trabajo. Me ha gustado.
Anna Freeman Bentley (British, b. 1982, London, England) - Study for Blocking, 2019
II
The Archangel Raphael Taking Leave of the Tobit Family
Rembrandt van Rijn (1606 - 1669)-
I
Esta es una nave con burbujas que se pliegan a la proa en la madrugada, que navega con el viento de cigüeñas, con el trino de pájaros de Oceanía, con el duro silencio del mimo sureño, con un sol en el centro del pecho, ciudad sin límites, eso era Manhattan y la recorrimos de norte a sur hasta encontrar la frontera entre la siesta y la sinceridad de nuestros cuerpos desnudos.
El sacerdote no bendecía los
viernes.
Los truenos talaban el tuétano de
los huesos.
Un rayo nos descubrió la parte
oculta del cielo, el otro lado de la eternidad.
Desde la ventana del hotel vimos
una anciana con los dedos mojados en aceite y vino, pintaba señales en el muro
donde descansaban los porteadores. Su mirada perfumó la indiferencia del
portero con librea.
Junto al Hudson nos lamentamos
antes de la partida.
Fuimos sombra y después llegó un
nuevo día.
Aleluya.
Dama de la almena en la rutina de tu soledad, ya no sé, no sé si has pasado al otro lado de la línea, si estás en esa tierra de nadie del silencio, si vives un tiempo descorazonado en el que esquivas los dardos del sentimiento, si para no ser herida estás debajo de una manta escuchando música soft, eludiendo la refriega. No sé si preparas tu salida del territorio de los sueños o si simplemente no has tenido tiempo ni ganas de hacer otra cosa que hacer lo que has hecho.
Parker se ha dormido en la incomprensión y en los laureles, digo, también él lo dice. No es culpa tuya, ni suya, ni siquiera mía, que solo lo cuento. Este es el esbozo de un retrato ahora que el día está oscuro, que nunca llueve aunque los peces se marean con el oleaje y el mar de fondo, los telediarios insistiendo en el sol, el calor y a pesar de la distancia, como una huella de nostalgia en el barro de su otro yo, entre la náusea y la asfixia, está la mirada de tentación hacia el cuerpo de aquella mujer que no sabe si amó o deseó.
Demasiadas palabras, elogio de la brevedad, tantos días para decir qué, con la honradez de no repetir, vano intento, nubes retorcidas en un calabozo, palabrería estéril en un desierto de miradas, toreros brindando al sol del eclipse, alhelíes, Irina en la Sexta Avenida, la conciencia es una anilla en la nariz, la marca que le hizo con el bisturí, soy tuya, ahí empieza el conflicto con la alienista y el hermeneuta, un torbellino de rapsodas, el poeta como un grillo, soliloquio, Pollock sentado al borde de un precipicio salpicando el vacío, los versos se evaporan entre las rocas, los desocupados miran y remiran el qué, el cómo, los muslos tatuados de la bailarina, tatuajes de dragones y flores, cuentagotas de inspiración plantada como lechugas para una ensalada con aceite, vinagre y romero, buscar el poema allí donde no está, en lo que no, donde las puertas están cerradas, el cielo a jirones, la mirada sin ira, el deseo…ay, el deseo vigente como piedras formando un camino que sin remedio conduce a Ella, demasiadas palabras.
En los últimos meses duermo poco, o menos. Madrugo. Debe ser la edad. Esta mañana, nervioso por el viaje me he despertado aún antes. He estado leyendo en el salón. La casa vacía desde que Teresa se marchó al empezar todo esto. Al de un rato me he asomado al balcón, por la derecha el sol salía detrás de santa Marina, por la izquierda, en el Abra, el cielo estaba rosado. Un amanecer delicioso. Mi casa da a la amplia plaza Elíptica. Los jardines relucen con los primeros rayos de este sol de verano. Una suave brisa inclina las hojas de los sauces junto a la entrada por la Gran Vía. Por ese camino se llega a la estación.