Cita
Pedro M Martínez
Antes de ser ninguneado por FB los pródigos “me gusta” que recibía (allí) ayudaban
en cierta medida (a los que no recibo aquí),
no demasiado, no me lo creía, no había crítica, todo era dulce, amable,
de una exquisita corrección.
Y no.
Los que vienen, los que van, los que dicen, toda la parafernalia esa de las visitas, no, no es exacto. Ese decorado simplemente oculta la realidad, estamos desnudos en un escenario. Lástima que el teatro está vacío, no se vende ni una entrada, los aplausos están grabados, está vacía hasta la concha del apuntador.
Y no.
Esto es una noria donde se repiten historias, argumentos, modas, instantes, no hay novedad, se confunde la calidad con la caridad. Esto es un ombligo gigantesco que se come todo lo que se pone por delante, un ombligo monstruoso que se alimenta del Sí.
Y no.
No.
Entre los moluscos, los muslos, lo lácteo y el más allá está uno en una afectación de vivir como un torero que brinda al sol y mora en sombras, que si Parker se entera deja la venta de cupones y se dedica en cuerpo y alma a la comercialización de lo suyo, a saber, interés por la contemplación de ideas ajenas y cultivo y desarrollo del conocimiento colectivo, qué decir, cómo, lenguaje deslenguado, cizallas codificadas y esos bichos que viven en el fuego, lo resisten, salamandras de piel curiosa, curtida, ajena al mordisco cálido del elogio, a la dentellada de la duda, al acaso de un final entre sábanas y pechos desmedidos, tú sabes, los de antes, no de aña, no, de amante desimantada de sus deberes de nevera, aquella cama, aquí duermo, a la izquierda, la huella de otro cuerpo al otro lado, a la derecha, que no hay derecho, que los contratos deberían ser renovables, votos rejuvenecedores, cabinas Allen o así en las que entres anciano y salgas pimpollo, un Brad (Pitt) de estómago liso y culo terso, ya sabes, el espejo, uno que mienta, el de la madrastra, el Peter (Pan) de un Disney que nos engañó una y otra vez, que no todo podía ser tan blando mientras él puteaba a sus trabajadores, que no es nimio, no, agrupémonos todos mirando los alrededores, los conspiradores enmascarados preparando el despido libre y la vuelta a la esclavitud, las sufragistas encadenadas, se lo decía a sus nietos, en tiempo normal, es decir cuando no había guerra, antes de la estancia de su hombre en los campos de concentración, después el hambre y el frío, la incertidumbre, la represión, el miedo, la muerte vestida de uniforme y bigote, siempre pierden los mismos, nosotros, bienaventurados los pobres de espíritu, lástima que para heredar la tierra o el cielo haya que morirse antes, un adelanto, por favor, seguir caminando, que ya va siendo hora de cerrar esto de hoy, escrito un día de jazz y calor, sin darle muchas vueltas, dos, pensando solo lo justo, la idea única (no me refiero al sexo por esta vez) rebotando en el cerebro, idea Homer, hay que ver, cómo somos, Dickens ahí y tú leyendo estas paranoias, ya te vale, regresa a cien años de soledad que es lo que nos espera a no tardar, estamos en tiempo normal. Ya.
No tengo ni idea, de nada.
Solo la emoción vencía al miedo, una tan mujer, otro tan joven.
El habla está diseñada para persuadir
III
Finalmente el texto empezó a explicarse.
Por escrito el código era más fácil de descifrar.
Armaron una estrategia, dividir frecuentemente,
ocasionalmente restar. Un fragmento besaba otro.
Un insinuarse sexual de cosas parecidas. La distancia no
era amable. Entendieron eso de que los olvidos pueden ser crueles
y entonces un sistema de sustituciones se armó. Usaron un tres
para connotar un espacio vacío. Tiraron sobre la cama
una manta sólo porque hacía mucho mucho frío.
Todo fue en el divertirse de una tarde.
Todo en un momento de distracción.
IV
Y ahora acércate, dijo ella. Él había permitido
tan poco. Y ella lo soportó. Eso puede decirse a su favor.
Ella era su favorita. Eso decía él.
Arrastró sus uñas silenciosamente sobre la superficie.
Ninguna descarga terrible de pizarrón. En la quietud
un reloj. Un perro rasgaba resignado la puerta.
Esa noche soñó que vivía en una lavandería
donde todo llegaba limpio. Ella era todo
lo que ella iba a decir. Que el tacto sea una imagen
que el tiempo prueba. Que el habla esté diseñada
para persuadir. Que los fragmentos sostengan un espacio.
Que siga sonando el timbre del despertador.
_ Mary Jo Bang, de Louise In Love (2001) Versión de Patricio Grinberg.
Acabamos de llegar a nuestra casa de verano. Las maletas todavía están sin abrir.
Recuperar el otoño, el que viene, ahora, mientras esos, los otros, gritan (no entiendo que quieren reivindicar, así). Ella lee un libro, la cámara busca un plano desde arriba, sobre la mesa me afano en buscar el ángulo que defina su constancia (la noche se ha llenado de caricias, masticó la dulzura del final del verano). Paso las páginas del catálogo de raíces y ensueños, hasta la cincuenta no hay noticias de cristales rotos, solo fotografías (algunas movidas, cierto), de la vida como un material tembloroso, redondo, fértil. Duermo la siesta con la esperanza de que alguien me despierte con voz cálida y el sueño quedará en el pozo donde guardo los secretos de aquella sombra que va y viene en lo oscuro, allí donde gritan los otros, eso, ellos.
Para
escribir lo que debo intuyo que me falta imaginación, experiencias más allá del
puro azar y conocimientos sólidos sobre lo concreto, lo práctico, lo que
interesa.
Ecocardiograma
basal: buena función sistólica global del VI sin alteraciones de la
contractilidad segmentaria.
Hoy
mismo me he comprado unos dientes para el rastrillo hilerador y lo que
necesitaba eran unos dientes para el rastrillo henificador acodado. Total que
metro, para aquí, para allá y al llegar habían cerrado el almacén, vuelva usted
mañana y el henificador muerto de risa en el cobertizo.
Alcanza
un 86 % de su FMT en cinco minutos de esfuerzo.
Desubicado,
en el fin de la Tierra empecé a sentirme así. Me preocupé. Pensé que era cosa
de la latitud, del clima, de la intolerancia al marisco en general, esas cosas
de los pobres. También pensé que se me pasaría a la vuelta, error, he vuelto y
sigo desubicado. Es cierto que tampoco sé si he vuelto al lugar correcto.
Clínica
y eléctricamente negativa para isquemia.
Todo
esto que voy contando, sin interés, se debe a mi nula capacidad de utilizar la
mitopoiética para inventarme un potable Señor de los Anillos en euskera, para
presentarlo y firmarlo en batzokis y residencias de ancianos (estaba pensando
en la de Elorrio y en la de Orduña). Un Bilbo de Bilbo, por ahí, por ahí.
Eco
post esfuerzo; no se aprecian alteraciones de la contractilidad segmentaria.
Me espanto y me enardezco.
Me espanto porque me siento disímil a esto; me enardezco porque me siento
semejante. Confiesa San Agustín en sus Confesiones
(lógico).
Eco
de estrés negativo para detectar isquemia.
Resumiendo;
vamos que nos vamos.
NUESTROS SILENCIOS
EL silencio
entra y sale de mí,
me lava
de mí pasado.
Pura soy, te espero. Venga
tu silencio a mí.
Se adormirán
cada uno en los brazos del otro,
como un nido,
nuestros silencios.
Anna Świr, Hablando con mi cuerpo.
Traducción de Abraham Gragera y Teresa Casas Hernández. Pre-Textos, Valencia, 2025