sábado, 30 de julio de 2016

Me voy a casa.




Las siete. No es cosa de esperar. Entro a la iglesia en el momento en que el sacerdote hace la señal de la cruz: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Todos se ponen de pie, hay poca gente, no veo a ninguno de mis amigos, tienen la costumbre de esperar fuera en los funerales, un exceso de misas obligatorias en su infancia. Ha fallecido una señora de avanzada edad que en sus últimos años estuvo aquejada de Alzhéimer . No me pregunto para no tener que responderme. Nos morimos.

Ocho menos cuarto. Saludos y condolencias. Qué buena era. Las hijas lloran. Aprovechando que no nos hemos muerto, vamos a tomar vinos por ese barrio. Al cuarto hablamos más alto, de temas diversos, incluso alguno cuenta un chiste. Txomin me hace confidencias de su padre, de cuando falleció, de lo que le echa en falta. Juan me habla de su esposa. Carmen despelleja a su novio. Me siento desplazado en ese ambiente y me despido.

Nueve menos cinco. Hay fiesta, no sé, un santo, una Virgen, estamos llenos de santos y de vírgenes. Por las calles hay un ambiente sano, primitivo, tribal, muchos cantan y bailan, todos bebemos, coros en las bocacalles, txistularis, tamborileros, dantzaris, gráciles señoras saltando jotas, señores con disfraz de aldeanos, jóvenes mimetizados de sus abuelos, tasqueros haciendo el agosto en julio. Excepto por los sorprendidos turistas que sacan fotos hasta a las papeleras, las imágenes podrían pertenecer a principios del siglo pasado ¿Hemos avanzado algo?, ¿había algo que avanzar?, ¿queremos avanzar? Tramposa nostalgia de una Arcadia tallada en algunos ADN, ceguera de la diversidad, del mestizaje, de lo diferente, todos somos diferentes, todos somos contradictorios, todos somos únicos, todos somos iguales, en este momento la aparente alegría nos iguala. 

Me voy a casa.

2 comments :

Maribel dijo...

Suena el despertador. Desperezo. Bostezo para coger aire. Inhalamos vida. A tientas acertamos con el grifo. Agua que nos despabila. Café que nos impulsa. Nos ponemos el vestido que toca para la ocasión e iniciamos nuestro particular viaje hacia ninguna parte.
Socializamos. Buenos días (decimos, aunque esté cayendo un aguacero) ¿Qué tal todo?. Frase que nos invita a pensar. ¿Todo? ¿Quieres que te lo cuente todo, todo?. Habituados a la cortesía retórica, mecánicamente, abreviamos y contestamos con un bien o con un ufff. Y en esa onomatopeya nos explicamos.
¿Cómo estás tú?. Correspondemos. Pues mira para cargar un camión en este momento, con el calor, estoy fatal, pero oye si es para estar debajo de una palmera, estoy preparada. Es que depende. Todo depende. Nos miran con la ceja levantada y lees entre lineas su: ¿Y a mí que me importa? Pues no haber preguntado. Pues anda que tú.

Avanzamos circularmente, sin movernos y es que a veces (sólo a veces) barra (muchas veces) en nuestra utopía exclusiva, en casa, es donde (también)se está mejor. (guiño).

Besets!!

Pedro M. Martínez dijo...

Maribel Gs tus comentarios, lo sabes, son un auténtico lujo. Muchas gracias.

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