lunes, 28 de junio de 2010

Tranvía.


Ring.

Mete la nuez, corre, que llega!

Señoras peregrinando con la cabeza gacha, buscando monedas perdidas, medallas con nombres tallados de gente que ya no está.

Juego de pistas trazados en las alturas.

Y es que en una ciudad con tranvía es difícil perderse.

(Andrea)

Un tranvía por la vía, amarillo que te pillo. Fotografía de lo fugaz. Un tranvía enroscado como un croissant con pasajeros de rostros alargados y un perro que parece una nube ¿o era al revés? Uno mira esa fotografía y ve un tranvía pero es mentira, no lo es, no es un tranvía. Uno mira esa fotografía y ve el amarillo, un color que te muerde y te enseña, que te lleva de la mano más allá de lo que se ve. Uno, digo uno y digo dos, mira el carril por donde va el tranvía que no lo es, aunque sí es amarillo, y sabe que es imposible seguir ese camino trazado porque llega un punto en el que todos los carriles conducen a Roma y es un aburrimiento estar donde están tantos. Uno, digo uno y digo tres, se monta en ese tranvía que no lo es y al rato está donde estaba, recorrido circular, dèjá vu, este cromo ya lo tengo y por esa floristería hemos pasado ya cuatro veces. Uno, digo uno y digo cien, se sube al amarillo deformado y los días son atlánticos y con gaviotas que nos miran circunspectas sin saber que el carril es solo para ese tranvía que no lo es y que nosotros –faltaría más- vamos por donde queremos, si el tiempo no lo impide y si la autoridad competente permite que subir y bajar a los colores no se convierta en un ejercicio atroz y de bostezos, nada que ver con el dinamismo de Gustavo Dudamel conduciendo el Allegro de la Symphony 10 de Shostakovich. Uno, digo yo, no tiene un filtro en la mirada y ve este tranvia y le gusta, como no, claro, no solo eso, se reconcilia consigo mismo y se va en busca de todos los tranvías amarillos que pasen por su calle, por las de al lado. O así.




4 comments :

ybris dijo...

Juegas con las palabras como con imágenes. O del revés.
Por eso el tranvía y el perro son reversibles con el amarillo y con las nubes.
También lo haces con Duhamel/Shostakovich y su dinamismo.
O con la curiosa imagen que hoy has puesto en portada y que no para de tender sinuosos movimientos hacia dentro, hacia fuera o hacia los lados.

Un conjunto de agradables sorpresas con amplias perspectivas.

Gracias. Un abrazo.

mirada dijo...

Me encanta la sensación que produce leer desde mirilla...
Es libre, sin peso, apertura de curiosidad, nos haces sentir como un niño querido, como una niña querida en un juego muy divertido, me gustan estos cuentos.
Ahora casi desearía que me los leyesen en lugar de leerlos yo...

:-)

Arantza G. dijo...

A través de la mirilla podemos observar una imagen distorsionada.
Lo que parece puede no ser...
Lo que es...ya sabemos; cada uno con el cristal que mira.
Besos que son.

gaia07 dijo...

Una mira, lee, y acaba en Roma sin saber, y busca, y no estás.
Y una, consigo misma, dulcemente imagina. O así.

Un amoroso abrazo de una.

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