viernes, 31 de octubre de 2008

Desgaste.

Los locos van libres por las salas y pasillos o por las habitaciones de los hombres, sin que ello inspire el menor recelo de evasión o desorden. Incluso algunos de ellos, pertenecientes a familias distinguidas, acompañan a las visitas, hacen los ho¬nores de la casa. Guardan las más suaves formas de cortesía y buena educación. Ullesperger, Historia de la psicología y de la psiquiatría en España, 1854


Lo noto // + o -
Quizás esta es una tarea absurda que no // esto
Esta inseguridad es cíclica, me ocurre cuando// es
Suele pasar pronto, sí, pero mientras dura// lo
No se puede contentar a todos// que
Como este es el desfallecimiento N ya veo + o – de qué va el tema. (A) He leído post muy buenos en casa de mis colegas. (B) He tenido, o me ha parecido, alguna crítica velada. (B1) O clara. (C) El día a día cansa. (D) El auto estímulo está en horas bajas. (E) El otoño y tanta lluvia me influyen. (F) El desánimo general reinante. (G) La crisis. (H) La resurrección de los muertos, la vida eterna, amén// me ocurre
Aún así// en estos días

Cada uno será lo que quiera nada importa su vida anterior *

¿Qué c.** hago aquí cada día?// de climatología
Ni yo mismo me entiendo// adversa
Con la que está cayendo// con tanta lluvia y frío repentino
Podía intentar otros cauces, más rentables, con otro tipo de gratificación// que parece

... El hombre no es sino una mediación para entender la verosimilitud femenina…***

¿Eh?// que
Me habían dicho que esto es voluntario, no contaban con mi inocencia, que me lo creo todo, que me decían lo del contrato a relevos, como una carrera, que no hago más que correr, post arriba, post abajo, que así no hay quién se centre en escribir bien, que es de lo que se trata. Ya no estoy seguro que sea eso de lo que se trata// nunca hubo invierno

Tú no me ves desde donde yo te miro***

Está lo de los comentarios//o si lo hubo
Y es que esto de los blogs se ha convertido en una plaga, anoche me encontré uno entre la espada y la pared. Me miró con ojos suplicantes y tuve que dejarle dos comentarios sobre el platillo// fue en otra vida
Algo así como el albí garabí de los pájaros, buscar una aguja en un pajar, el desarrollo de Travian, la corrección del producto interior bruto, , el inicio de un noviembre prometedor // ¿hubo otra vida?
Y en dos días Navidad, que ya se van los pastores caminito de Belén, ande, ande, ande, la marimorena // no la recuerdo.
Amnesia // (ayer mis amigos del geriátrico me empezaron a contar que se les olvidaban las…las…no recuerdo qué se les olvidaba)

...queda entonces el amor, su oscura y cumplida tiranía, su materia poética.****


*Himno de la Legión (la cabra no canta)
**Puede escogerse el masculino o el femenino, a voluntad.
***Lacan
****Isla Correyero


jueves, 30 de octubre de 2008

De urólogos y monotemas.




...La poesía es como el viento,

o como el fuego, o como el mar.

Hace vibrar árboles, ropas,

abrasa espigas, hojas secas,

acuna en su oleaje

los objetos que duermen en la playa..."

José Hierro



Cuento lo que ya conoces, que estuve a un paso de la frontera, el perro negro no me dejaba respirar, vivir, a punto estuve en convertirme en el mejor paciente de los parientes de Freud, de ser un llorón de las esquinas, joder, no quería estar enfermo, no quería perder el control, no quería perder la vida, amo la vida, estoy lleno de deseos, como un animal, tengo un deseo imperioso de (hacer el) amor, de acariciar, de besar, morder, tocar, dulcemente entrar en, tiernamente estar al lado de una mujer con la cabeza en sus brazos, la suya en los míos, hablándole, hablándonos, dándole lo que es, desafío a la vida, ese es mi desafío, lo que es, cómo es, lo que quiero, me atraen los días, me estimulan, me retan, me dejan anzuelos, siempre pico, arrastro los días por la calle al final del sedal, mi triunfo, exhibo el tiempo, le saco fotos en el muelle sujetándole de la cola, pescado en alta mar, fíjate que pez tan raro, lo pescaron los años, nadie me ayudó, tantos saben algo de mí, cómo soy, cómo amo, lo que digo, lo que siento, amigos malos cuando son malos, amigos buenos cuando son buenos, mujeres y hombres tan inteligentes, tan sensibles que me quito la cota de mallas y me enfrento a ellos desnudo, con el corazón abultándome en el pecho, con las manos abiertas, “sé todo de ti” ¿tanto saben? claro que saben, cuento cosas que jamás hubiera sospechado ni siquiera que estuvieran en mi alma -¿las cuento yo?- abro mi cabeza, mi amor más puro, mis recuerdos más íntimos, mis miedos más ocultos, mis pensamientos prohibidos, mis instintos desconocidos, escribir ha hecho que afloren, ay, que me entran ganas de luchar con ella, -lector, lectora- de pelear, de romperme los botones de la camisa y desafiarla, salgamos a la calle, sí, me desequilibra, me tienta, me empuja, me reta, me gustaría verla vestida de negro, con zapatos de tacón, con el pelo mojado, seria, que me sedujera, que me contuviera, que no me dejara tocarla, que me hiciera desfallecer de deseo, saber que no lleva nada debajo de esa falda estrecha, negra, que me hiciera saltar sobre ella como un leopardo de la sabana, ay, que me llena de imágenes, que me agita, me conmueve, me arrastra por el zarzal de mi impotencia -me refiero a la vida, claro-, cuantas tonterías digo, cuantas más escribiré hoy, cuanto me atrae hacerlo, y yo, yo ¿por qué siguen dejándome un hueco en los buzones?, ¿quién escribe sobre mí?, ¿quién soy?, ¿dónde voy?, de donde vengo ya ni me importa. Bilbao es una gruta y los pies resbalan por el asfalto. La vida es corta. En la puerta del metro me encuentro con Ángel, caminando torpemente ayudado por dos muletas “Estoy en una residencia. Tuve una operación en la cabeza, de 15 horas. Me tienen que hacer otra. Ya ves, seguir, he engordado mucho”. Ángel era de mi barrio, con más edad, cuando era pequeño él era mayor pero me hablaba, era mi amigo; luego se volvió un tío raro, trabajaba de conserje, le veía y saludaba todos los días. Ahora está casi inválido, alelado, vivo. Me impresionan estas cosas, en los últimos años me he convertido en una persona diferente, más rico (en experiencias), más fuerte, más débil, más sensible, más femenino, más hombre, más dependiente, más independiente, mi vida solo tiene sentido cuando en ella mora la pasión, digo estas cosas aunque no me vean, aunque no me amen, aunque a veces me sienta en el filo de la navaja de la indiferencia, esa que ella – la vida, de nuevo- tiene en la mano y con la que amenaza, su cara cortada, su alma herida, sangrando de no poder, de no saber, de contener el dragón que hay en mí, he estrangulado al niño y lo he hecho sonriendo, estoy llamando a la bestia en la puerta de la cueva, que tenga cuidado, estoy en un momento de gran fortaleza, de enorme percepción, debo medir mis fuerzas, seguiré, pero tengo vértigo, los días no vuelven, no sé separar mi imaginación de mi vida, esta es mi vida, ¿dónde queda el otro? yo, el que sea, esperándome, sentado en el muelle, mirando el camino, no debo hacerle caso, estoy revuelto, estoy contra una pared, ah, todo esto es ternura pura, que igual crees, lees, que estoy vociferando, gritando mi rabia, no la tengo, el amor me dulcifica, me amansa, me acaricia la cabeza como a ese oso domesticado, pero no acerco la mano que me la muerde (el oso de la desilusión), tengo ganas, también, de morder, me despierta todas las ganas, todas las ansias, soy un cachalote a punto de entrar en el banco de peces (y sé que ese pececito no sabe nadar sin salvavidas) y salto dentro de una película de dibujos animados en la que el ratón empuja al gato por la borda de un trasatlántico, este trata de aferrarse al casco del buque con las uñas pero, sin remedio, resbala y resbala haciendo surcos, lentamente se desliza hasta el agua donde le esperan voraces tiburones, desde un ojo de buey me mira el cíclope y un millar de cangrejos se me ha metido en el estómago y lo muerde con dientes diminutos, hacen nudos con mis nervios, plantan substancias picantes en cada agujero. Aún medio dormido estoy en la ducha porque tengo revisión médica y el urólogo está sentado en el borde de la bañera, me ordena que me baje los pantalones y sin atender mi rubor palpa mis partes pudendas, indefensas, me toca y retoca y pregunta y estás perfectamente pero, pero?...(Ya, puede parecer muy gracioso pero imagina la primera visita al ginecólogo, en esa postura humillante, nadie me había tocado ahí – un hombre me refiero- “aquí se advierte algo, humm, veamos”) El doctor saca una raqueta de tenis y de un limpio pase en corto me golpea enviándome al radiólogo (ahí, tumbado sobre la camilla, asustado, pienso y tiemblo y cómo puede cambiar la vida en un minuto y yo venía a una consulta rutinaria, preventiva y ¿qué tendré?, ¿qué habrá detectado? justo en esa parte tan delicada ¿hay alguna parte del cuerpo, del alma, que no lo sea? Tengo mucho miedo) que me vuelve a desnudar, me impregna con un helado gel, pasa por mis ayyyyyyyyys un aparato de tortura y la ecografía le dice que no tengo nada, que tranquilo. Salgo mojado de la bañera con un tubito para los análisis de sangre, orina, de alma, por si acaso, preventivos también, mi brazo temblando, mi corazón no, vuelvo a despertar, saco el cuaderno de bitácora y apunto la posibilidad de pasear el sábado, de correr el domingo, pero no sé si el físico me acompañará y no quisiera agobiaros en absoluto pero se me terminó la tinta de todos los calamares, tengo la justa para enviar tímidos besos, creo que me dejo algo, bueno, seguiré desde el fondo del mar, desde mi hotel submarino, donde se hospedan los peces golfos, las anémonas traviesas, las piedras nadadoras y un corazón helado que ya no sé de donde saco estas historias ni a quién coño le importan ¿decías? si, 1347 palabras (ahora 1349) (ahora 1351) etc, etc.




miércoles, 29 de octubre de 2008

Cuento para leer en los viajes a París.(y 2)

… entre tal hombre y tal mujer, nada está escrito por anticipado, no hay brújula, no hay relación preestablecida. Su encuentro no está programado como el del espermatozoide y el del óvulo; nada que ver tampoco con los genes. Los hombres y las mujeres hablan, viven en un mundo de discurso, es eso lo que es determinante. Las modalidades del amor son ultrasensibles a la cultura ambiente. Cada civilización se distingue por el modo en que estructura su relación entre los sexos. Ahora, ocurre que en occidente, en nuestras sociedades, a la vez liberales mercantiles y jurídicas, lo "múltiple" está en camino de destronar el "uno". El modelo ideal de "gran amor para toda la vida" cede poco a poco el terreno ante el speed dating, el speed living y toda una profusión de escenarios amorosos alternativos, sucesivos, incluso simultáneos.


Fragmento de una entrevista a Jacques-Alain Miller (Psicoanalista)
Por Hanna Waar .-. Psychologies Magazine, octobre 2008, n° 278





Un día cualquiera de mayo apareció la ballena, majestuosa, imponente, saltando entre columnas de agua de colores. En las rocas, junto al embarcadero pequeño, se formó la algarabía, los de azul gritaban, las de verde chillaban, el sabio del catalejo, en la proa de su barco, enfocó al monstruo e informaba.
Ella y él sabían que era una señal.

La ballena se acercaba al muelle, nadie había visto nunca un animal tan grande.
Nadie. Nunca. Un animal. Tan grande.
Ella intuyó el peligro y dijo – huyamos – y corrió carretera arriba.
Él la siguió.
La ballena se elevó sobre el puerto y su gran boca se tragó el pueblo con habitantes, casas, coches, árboles, todo.

Ellos, salvados, arriba, en la atalaya, jadeantes por el esfuerzo, volvieron la cabeza a tiempo de ver a la ballena sumergiéndose en un remolino de aguas azules.
Ella le tendió las manos y dijo –ven-.
Él miro sus ojos, luego la estela de la ballena, después se miró dentro, alrededor, al cielo y cuando quiso mirarla, ella había desaparecido, no estaba, apenas un eco de ese ven.

Ven.

Ella era la única mujer sobre la tierra y se había vuelto invisible.
Él sentía su recuerdo mordiéndole como el remordimiento por un crimen.
La ballena se alejaba, hacia el norte, lejos, lejos.
Él pensó en volver a la ciudad a mendigar cariño por las calles. Antes de partir, avergonzado, quiso mirar por última vez ese horizonte. Allí, sobre una roca, en la cueva de Og, distinguió a la mujer que amaba. Lo supo: ella era una sirena y reclinada en las mareas aún esperaba. Se acercó hasta el borde del acantilado, vio el mar en calma, se desnudó despacio, dejó la ropa doblada junto a un árbol, abrió los brazos en cruz para saltar y entonces, precisamente entonces, vino la niebla, el mundo se volvió blanco y se durmió.

¿Fin?



Cuando la nitidez del aire le despertó escrutó los alrededores de la entrada a la cueva. Nada se movía. Supo que ella había vuelto a su mundo submarino. Se vistió de nuevo, despacio, ya camino del autobús se apercibió que respiraba tranquilo. Además una sirena nunca podría vivir en la ciudad, se mintió.

Fin


martes, 28 de octubre de 2008

Cuento para leer en los viajes a París.(1)

…Los estereotipos socioculturales de la feminidad y de la virilidad están en plena mutación. Los hombres son invitados a alojar sus emociones, a amar, a feminizarse; las mujeres conocen por el contrario un cierto "empuje al hombre": en nombre de la igualdad jurídica, se ven conducidas a repetir "yo también". Al mismo tiempo, los homosexuales reivindican los derechos y los símbolos de los héteros, como el matrimonio y la filiación. De allí que hay una gran inestabilidad de los roles, una fluidez generalizada del teatro del amor, que contrasta con la fijeza de antaño. El amor se vuelve "líquido" constata el sociólogo Zygmunt Bauman. Cada uno es conducido a inventar su propio "estilo de vida", y a asumir su modo de gozar y de amar. Los escenarios tradicionales caen en lento desuso. La presión social para adecuarse a ello no ha desaparecido, pero es baja.


Fragmento de una entrevista a Jacques-Alain Miller (Psicoanalista)
Por Hanna Waar .-. Psychologies Magazine, octobre 2008, n° 278




Aquella tarde llovía tanto como en los tiempos en que se reconocían. Bajo esa lluvia él adivinó en ella una dulce sonrisa. Hablaron de tal manera que las palabras se prendían en la hierba y subían por el tallo de las flores. Al caminar ella le tomo del brazo y justo ahí se abrió un claro entre las nubes, cesó la lluvia y él se perdió para siempre en aquella mirada que le dejaba indefenso, entregado.

Ella le contó que tallaba en madera de brezo pequeños peces, hipocampos, estrellas de mar.
Él no tenía habilidades especiales, solo curiosidad.
Ella era la dueña de un mundo submarino.
Él no tenía ni siquiera una sombra.
Ella vivía en una cueva bajo el monte Og.
Él nadaba sobre las olas para visitarla.

Entre esas olas les sorprendió una tormenta de espumas rabiosas, frío viento, cielo negro. Pudieron volver a la orilla saltando de planeta en planeta, cabalgando en un viento de levante.
Ella hablaba, miraba, sabía, era enigmática.
Él sospechó que era una sirena y quiso descubrir bajo su falda una cola plateada de escamas.

Los pescadores eran orgullosos, hablaban de perfil, remendaban las redes y limpiaban sus barcas, fumaban y bebían en la taberna, no creían en mujeres mágicas, mucho menos en sirenas, apenas podían señalar el sur.
Las mariscadoras rastreaban la arena con el agua hasta los tobillos, creían en las mareas, en los ciclos de la luna, en los gritos del hombre del bosque, sabían que no existían las sirenas.

Ella tenía la mirada detenida entre dos océanos.
Él apenas veía más allá del faro.
Los barcos llegaban al puerto con griterío de gaviotas, salían entre sollozos infantiles.



(sigue mañana)


lunes, 27 de octubre de 2008

Agotemos los días mientras hay días




Me estás haciendo que te olvide.
Me estás haciendo un daño que no sabes.
Me estás doliendo en el dolor
y tú lo olvidas.

Me estás matando con sonrisas.
Te quiero hasta los labios firmemente
y tú olvidas que el amor es uno.



¿Hasta cuándo dolor podré aguantarte?

(Carlos Ortiz 1941-1984)






Plegarias huecas en la última emboscada, templos hundidos, un cortejo con banderas de suspiros, con estandartes de aurora, con carretas de soldados mancos que caen por los agujeros del miedo, un ansia infinita de aferrarse al sitio vacío de la última esperanza. Este es un ejercicio baldío sobre las afiladas rocas del fracaso, un ensayo estéril de literatura para no decir nada, letras del caos, eco de mitos mudos, trampas para seguir un día más. Consumamos el placer, gocemos mientras las fieras devoran a los acongojados cristianos empalados en sus prejuicios. Ardamos en la hoguera de la lucidez, agotemos los días mientras hay días. El viento de la muerte se lleva todo. No, desde aquí, no.

El verdadero viaje de descubrimiento,
no consiste en buscar nuevos territorios
sino en tener nuevos ojos.

Marcel Proust


domingo, 26 de octubre de 2008

René Rodríguez

Dijo que era un melón y desgranó, jugosa, la sonrisa en todo el vaso de la tarde. Yo me bebí la sed de un solo sorbo y me interné en sus ojos sin mirarla. (René Rodríguez.)



Vamos, tú y yo, entre las cañas, a buscar la mudanza en el cielo que negaban los grajos que no vuelan, los cómplices del bostezo, la rutina y aquella embozada dama sentada en el viento de no vernos.

Déjame buscar, con los labios, con la rabia de un felino herido, el pasaje secreto hasta tu alma, allí donde se abren las rosas y el murmullo de íntimas verdades.

Vamos, amor, a comernos a pedazos, a perdernos en desnudas componendas, en batallas de muslos y de besos, en cuerpos que vuelven de batallas perdidas, de victorias en el último suspiro, de tanto tiempo sumergido en horizontes de peces que no llegan, siempre tan lejos.

Déjame, ternura, con la lengua, deshojarte de vergüenzas y pudores, cabalgarnos en secreto por las praderas del anhelo, amantes egoístas en las llamas de querernos, sudorosos y nuevos, borrachos de deseo.

Vamos, dueña y señora de mis noches, la emperatriz ha muerto, escondidos en sábanas y gozos, con el rostro oculto en los secretos, dejemos que nos acune el alba, una vez más, otra, y otra, para siempre.

¿Vendrás?


sábado, 25 de octubre de 2008

Ven.

Los cuatro idiomas femeninos (fragmento)

"Las jovencitas de mi época -poco antes de que la tierra natal se liberara del yugo de la colonia-, mientras que el hombre sigue teniendo derecho a cuatro esposas legítimas, contamos con cuatro idiomas para expresar nuestros deseos, antes de jadear: el francés para la escritura secreta, el árabe para nuestros sofocados suspiros hacia Dios, el líbico berebere cuando imaginamos volver a encontrar a nuestros ancestrales ídolos maternos. El cuarto idioma, para todas, jóvenes o viejas, prisioneras o semiemancipadas, sigue siendo el del cuerpo, que la mirada de los vecinos, de los primos, pretende hacer sordo y ciego, puesto que ya no pueden encarcelarlo por completo; el cuerpo que, en los trances, danzas o vociferaciones, en accesos de esperanza o desesperanza, se rebela, busca, como analfabeta, en cuál orilla está el destino de su mensaje de amor. "Assia Djebar (Argelia, 1936)


Ven

Quiero darte la risa,
el claro saber
de lo que hay, suma
de ayer, ausencias,
una pizca de miedo.
Y la esperanza.

Hoy.

Deseo que la tragedia,
-el tiempo-, no cambie
la alegría, ni la luz.
Que deje inmóvil
la mirada, el momento,
las ganas de vivir.

Ahora.


Digo esto pero no espero a nadie, ni a mí mismo, un cordón de angustia ciñe la esperanza, me escondo tras el brezo con los párpados huérfanos de lágrimas, con la imagen de un niño en la mirada, sin saber ya qué digo, si un desobediente duelo… y según escribo esto pienso que no tengo derecho a elucubrar así sin más motivo que llenar cada día este rincón de mi orgullo, de una absurda tarea de decir sin decir, de flores sin olor, de juegos de manos, abracadabra, nada por aquí, nada por allá, pero un (buen) poema no sale de una chistera y se necesita un dolor real, un gozo, un estremecimiento que se traduzca en versos que hieran el alma, no solo palabras, no acumular días por estar aquí, sin más… Mañana sigo, tengo hora con mi psiquiatra.


viernes, 24 de octubre de 2008

Antes de una despedida.

Descender por el tacto a la raíz
de ti, memoria
húmeda de mi transito.

(
Valente)


Desde el puerto roto por un huracán de estraza, con gaviotas, agitando labios y párpados, con un pie en lo negro y otro en las nubes, queriendo morder una despedida trabada en el paladar. La nave va si recuerdas mi sonrisa y mi voz -lo que tú sientes como mi voz- acaricia esos filamentos hambrientos del interior de tu pecho. No hay olas, no las ves, se deslizan por tu quilla, inofensivas, invisibles. Pero si una pluma fría, solo una, cae sobre tu vigía atenta, siempre encaramada en la frontera, entonces, ay entonces, los ejércitos de la tormenta se alborotan, se levantan en armas las normas que siempre han servido -¿o no han servido?- y se debilitan los cimientos con la humedad, dudamos de los oasis y los escarabajos del cambio te muerden los dedos del alma.

Hay realidades simbólicas como la ausencia de alfombras, la coincidencia de fechas, los espejos ahumados, la inquietud por la salud mental, transgredir la rutina tan nuestra, pero cien perros que no nos dan miedo aúllan, y con él su propio miedo, y solo puedo enviarte mis cartas que tratan de ser diferentes, mis sentimientos, que tratan de ser los mismos, mis caricias y besos, que tratan de ser balsámicos para tus otras necesidades y qué, pobre de mí, no puedo o no sé o no debo proporcionarte.

Al despedirte, justo en el umbral de un mar de chipi chapla de jibiones, me llamas amigo. Sería un tanto sarcástico que acabásemos siendo amigos, hasta cruel. Me rebelo, respeto demasiado la palabra, no soy digno, lo siento, me pesaría como una losa. Puedo ser un mal amante pero no podría ser un mal amigo. Podemos ser amigos- insistes- y se cierran los tragaluces, se enfangan los caminos, las escaleras se convierten en torrenteras por las que me deslizo remojado y confuso, alterada mi percepción, ejércitos de enanos amarillos golpean la delgada línea de la esperanza de dormir a tu lado, digo dormir y quiero decir amar, digo amar y quiero decir morder tus labios, abrazar tu cuerpo añorado y al cerrar la puerta se me ha quedado pillada la gabardina y aquí estoy, en la escalera, de pie, esperando que vuelvas.

Que duro es el oficio de amante en estos tiempos de crisis.


Justo al terminar este post y colgarlo, recibo una llamada del SEA (Sindicato de Enanos Amarillos), avisándome de la posibilidad de ejercer acciones legales sobre mi pobre persona por utilizar en vano el nombre de su colectivo.
Aprovecho la difusión de este medio para pedirles disculpas (excepto al enano Antón que es un verdadero capullo, engreído y faltón).


jueves, 23 de octubre de 2008

Carta breve del amante balsámico.

Los días que tú cuentas tiene el mundo:

pues cuando tú no estabas, ¿qué de real había?

(Alfonso Canales)



Amada mía, quisiera ser bálsamo sobre tu piel, ungir tu cuerpo suavemente con densos líquidos que disuelvan esa tristeza que te viste, casi imperceptible, delicada como una invitada educada pero no deseada, esa sensación que tú, estudiosa de ti misma, quieres atrapar y etiquetar, rotular, saberlo y ya. Pero no, porque también temes que mi peso, a veces grato, se convierta en lastre para lo que te guía, te mantiene, te sostiene, te impulsa, es lo tuyo, no te reconoces y una fuerza se superpone a otra, demasiadas cosas ilógicas en tu reino lógico.

Aunque, tú, oh cariño, reina, amor mío, mi dueña preciosa, mi corazón delicado, mujer diferente y bella, no leas esto como si fuese un catecismo antiguo, una verdad absoluta, dejo fluir mis palabras y las escribo instintivamente, sin pensarlas dos veces, no las adorno, me salen solas, no las releo, reflejan el ahora, siempre etéreo, siempre flotando entre el antes y el luego. Aún así, también van impregnadas de ese bálsamo amoroso que quisiera extender sobre tu cuerpo inmóvil, gimiente de placer, sobre una sábana blanca, nívea, con toda la luz entrando por la ventana, con la música que más nos guste acompañándonos, meciéndonos, mutándonos en sumos sacerdotes de nuestro propio sacrificio, en criaturas transparentes que bailan sin otro equipaje que la ilusión de haber sido.
Entre suspiros te beso, conflicto.


miércoles, 22 de octubre de 2008

As if it could.

Sequía.


Y tienen las palabras su verano,
su invierno,

y tiempos de entretierra

y estaciones de olvido.
De pronto se parecen demasiado a nosotros,
a manos que no tocan
hijos, amigos,
y pierden su polvo en otra tierra.
Ya no las mueve el agua
de nuestra tibia orilla humana.
Navegan entre nieblas,
merodean lentísimas,
van como topos,
ciegas,
esperando.
Hermanas, tristes nuestras.


Ida Vitale



Como si pudiera.
Mi lectora del aura titubea un día más en el umbral de este ejercicio de solipsismo.
Esto sirve. Esto.

En lo alto de la página destaca la marca naranja fosforescente que anuncia que ya está registrada, que no esconde dentro ningún cadáver, muy al contrario.
Agnosticismo: doctrina filosófica que declara inaccesible al entendimiento humano toda noción de lo absoluto.
Escepticismo: doctrina filosófica que consiste en afirmar que la verdad no existe, o que el hombre es incapaz de conocerla, caso que exista.

Muchos aquí conocen la teoría de las cinco de la tarde en otoño. Volver y encontrar la ausencia, un hueco, nada. La soledad sentada en una silla de esparto. ¿En qué quedamos? Ausencia con presencia, una contradicción.
Hablas y hablas –dice la del tarot.
No ves –dice la clarividente.

Los parapsicólogos verdes ondean la bandera del desconcierto detrás de la loma de la trascendencia.
Las videntes con anillos de obsidiana dejan sus manos quietas sobre la mesa, bajo los pulgares esconden ángeles caídos.
Ejercicios de caligrafía con letras como insectos retorcidos, maldición de poetas aletargados.
El aviador no ve en la oscuridad, elude las redes tendidas al aire con la pericia del pescador de rumores, viaja de lo sublime a lo abyecto, va, vuelve, gira en el viento, las culebras de la noche se enredan en el tren de aterrizaje.

Este es un post de miércoles, la semana va. Bah.

Tengan cuidado ahí fuera.


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Bilbao, Euskadi
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