miércoles, 3 de abril de 2013

Et c´est la vie énorme encoré qui recommence.

Volando emigra la hora en sombras infinitas,

ciérrese el cielo, se oye un paso en el silencio,
marca el alba los fustes en el bosque sombrío,
¡y es la vida enorme que está en marcha de nuevo!



(León Deubl)
...Sentarme a tus pies, abrirte el corazón, derramar todas las emociones que me produce tu presencia, el inmenso dolor de tu última ausencia, pensarte, lo que sé de ti, lo que aún ignoro, tus misterios, tus certezas, tus miedos, tu dulzura, desgranar uno por uno los temblores que me crecen en mitad de la cabeza cuando dices tiernas palabras, cuando tengo tu cara entre mis manos y sé que ahí empieza el mundo, que a pesar que no entiendo tantas cosas tú has cambiado mi vida, nada es igual desde que me maravillas, me atraes, me dejas al borde de una acequia de sombras, me rescatas, me elevas, cruel, me dejas caer desde lo más alto, me sacas del fondo del pozo, me das patadas en la cabeza para que me hunda, una y otra vez apareces como la hechicera que todo lo puede y, ay, no quiero pedirte clemencia, reina, que como estás tan sensible igual no lo digo bien y algo te raspa y no, eso no, que escribo a tientas porque no puedo estar callado, que se me escapan las palabras de puritas ganas de decírtelas, de que alguna se prenda en tu oído, te guste, te haga feliz y sonrías, añoro tu risa, niña de colores que me muero de ganas de amarte hasta que no podamos más y mirarnos ahí dentro, jamás he visto a una persona tan dentro como a ti te he visto, entrando por tus ojos que se quedan detenidos, inmóviles, deslizándome por la parte interior de esa mirada de luz como un tobogán hasta tu centro, allí donde quisiera llenarte de gardenias y claveles, de rosas rojas y orquídeas, de la hiedra de mi amor que te trepe y se lleve esos bichos que te muerden, que no te dejan, como quisiera pasar una puerta y estar en Roma, en algún lugar donde nadie más que tú y yo, cerrar el mundo en un abrazo y ya se me escapa la nostalgia y tu pides concreciones, es cierto, pero no puedo romperme el corazón cada día y seguir cuerdo, no puedo estar desnudo sin pudor, no sé, temo dejar el disfraz y no encontrarme. Nadie nos hablará nunca como nosotros nos hablamos.




4 comments :

Daltvila dijo...

No se puede decir mejor.

Pedro M. Martínez dijo...

Muchas gracias, Daltvila

labertolutxi dijo...

Buah! qué intensidad más preciosa.

Pedro M. Martínez dijo...

Muchas gracias, Claudia

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