martes, 6 de mayo de 2025

Parker en París.

 



Paris 1961, Photo: Martin Munkacsi


Seguro que Parker no tiene la culpa de esta lluvia de erizos y agua negra que cae sobre París, una garza de hastío entremezclada con el ansia del ocio, no hacer nada como un santo en su peana, todo está hecho, el rumor en los pasillos del olvido y la curva donde dio el primer beso, entonces, antes del asma y la contractura en el cuello, el techo de la noche bajando, envolviéndole para regalo con una cinta roja que se enrosca al cuello como un asesino sonriente, cínico, jadeando como Richard Widmark en aquella  película que nadie ha visto porque aún sus padres no habían nacido y la piel del futuro estaba recubierta por algas del Sena con una espesa capa de peces esponjosos, grises (alguna relación debe tener todo esto con lo que no, espero).

2 comments :

María dijo...

No lo sé, pero te ha quedado un espléndido texto con cuello de garza y cuerpo de río parisino, precioso! incluso sin lazo es un absoluto regalo y encima, hasta lo lleva ; ). un beso!

Pedro M. Martínez dijo...

María, a un comentario tan bonito solo puedo corresponder con esta música que me encanta. Espera, la comparto para todos, ahí arriba
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