miércoles, 21 de mayo de 2025

Disparando al pianista.

 

Edvard Isto, The Attack, 1899

One, two, three,  desde aquí puedo irme corriendo hasta la otra esquina de la calle, a otra esquina de la siguiente manzana, de otro pueblo, darme la vuelta, jadeando, sí, mirar la distancia, sopesar si merece la pena regresar al punto de partida, recobrar el pulso, volver a pensarlo y justo en ese momento llegan en tromba los otros corredores y ya he vuelto a quedar el último de la fila, sé que puedo quedar el primero, el cuarto como mucho, pero no quiero correr tanto de madrugada, que ganen ellos mientras incrusto minúsculas piezas de relojero en el poema que intento escribir y no sé para qué sirven, la verdad, pero hacen que esto, esto, parezca una máquina moderna de luces, clinc, humo,  jazz,  música de pianola y camino a grandes zancadas a su lado echando flores entre los bueyes y las ruedas como en una boda antigua en Durango y creo que nadie sabe lo que ocurría here, there or everywhere en el año del gato, en el 81, en el 93, vaya usted a saber, que no es necesario haber nacido antes, que está eso de los libros, la historia, la voz y no me mire con esa cara, no, al menos no de tan lejos que estoy operado y veo lo que leo y me entero y ja, qué majo, un señorón, eso decía el Productor allá en la Casa del Pueblo, con sus magníficos frescos de Higgins, con la ilusión de JT chorreando en sus cuadros de colores con cabezas de vírgenes y de perros, con altares y misterio, camareros sirviendo mezcal y chelas y aquello fue un gran momento y tuve la suerte de estar allí sin ojos impasibles sino lo contrario, una sonrisa entre los taciturnos visitantes del otro lado de la reputación, veamos, este es un texto que empecé para E. y se me fue para un lado sin poder detenerlo, tomó vida propia y así se queda, con el triunfo de la compasión firmado, dedicado y en la ventana, es lo que tiene .

2 comments :

Beauséant dijo...

Los textos tienen vida propia, y es bueno que sea así, no llevan bien la correa, las imposiciones... hace años yo también corría, corría a todas partes, soñaba que llegaba primero, pero siempre llegaba tarde, me convertí en un poema...

Pedro M. Martínez dijo...

Beauséant, mis textos, pobrecitos, sobreviven como peces en pecera mínima, ni siquiera asediados por gatos Silvestre, melancólicos de Piolines aguerridos y sagaces. El pasado, los tiempos del verbo en pasado se me quedan incrustados en la laringe y apenas puedo contener la nostalgia y el miedo a los recuerdos, yo corría y llegaba, yo nadaba y llegaba, yo subo al monte y llego, yo soy, todavía, el poema es de los otros, me conformo con seguir, no rendirme, aquí es una paradoja, yo estoy allí, en lo real. Ya en jueves, corre Mayo.

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