A partir de conversaciones en diferentes comidas de hermandad sobre la forma de preparar el Cuba Libre y su degustación en circunstancias idóneas, sirva el presente artículo como guía para qué, de una vez por todas, quede clara la correcta elaboración del mismo. Advierto que es utilizable sólo en tiempos normales, es decir con bonanza atmosférica y condiciones meteorológicas óptimas, o sea que no llueva dentro de los bares o que el salón sea un desierto.
Sed. Es preciso tener sed, no se puede beber por beber, es necesaria esa ansiedad gustativa, esa avidez caribeña, esa tolerancia a la graduación alcohólica, ese alborozo ante la inminencia del trago, esa necesidad sin llegar al vicio.
Compañía. Es muy importante determinar con quién tomaremos el Cuba Libre, definir si lo tomaremos solos o en compañía de otros. Si lo tomamos solos debemos evitar la tendencia natural a mirarnos en el espejo, es más, debemos romper todos los espejos, una persona que bebe sola no debe tenerlos, son sinceros. Si lo tomamos con otros, incluso con otras, no me atrevo a determinar cual debe ser el proceso de selección –cada uno bebe con quién quiere-, pero es importante tomarse cierto trabajo con el fin de que la compañía sea grata, interesante, guapa y amable. Para ello buscaremos buenos conversadores, inteligentes, que sepan descifrar los mapas, que entiendan de alegrías, que canten con gusto, que paguen sus rondas, que no tengan propensión a saltar la barra del bar, que no orinen en los floreros, que sonrían, que sepan navegar en las tormentas. Aún así a algunos les basta caminar entre el gentío para ser felices.
Música.A tener en cuenta la música de fondo. Jazz, aburridos fados de Madredeus, arias de ópera, Björk, nada que se entienda. También blues del sur profundo, un adagio de Albinoni, Henri Salvador, nunca pasodobles ni valses vieneses, mucho menos jotas sea cual sea su procedencia. Me atrevo recomendar a Argelia Fragoso, que es cubana y canta como los ángeles, te hace llorar de emoción. También Omara Portuondo, Gema, Celeste Mendoza y tantas cantantes de la isla llenas de sentimiento.
Amor. Quién prepare esta combinación debe rebosar amor, por sí mismo y por los otros. Debe dedicarse a la mezcla de ingredientes y conceptos absolutamente centrado, con palabras dulces, canturreando quizás, siempre con un gesto obsequioso, una sonrisa sincera, intensa, profunda, con movimientos relajados pero enérgicos, convencido, determinado. Desconfiad de los camareros con guantes blancos.
Recipiente. Por supuesto a gusto del que bebe: copa, copa panzuda, copa copuda, copón, vaso, vaso largo, vaso corto y ancho, tallado, detallado, siempre de fino vidrio. No recomendables recipientes metálicos, de plástico, loza, con colores, jamás un balde.
Hielo. Se aconseja fragmentos de iceberg islandés o sueco. De no poder obtenerlos, los cubos de hielo deberán ser medianos, ni grandes ni pequeños, cuadrados, recién salidos del congelador, aptos para someterse a la prueba de un anuncio televisivo, muchos.
Limón. Es un elemento básico. Debe ser murciano, de la huerta de Pere Movilla, de aroma profundo y tonalidades amarillentas, casi verdes. Al cortarse, los jugos emitidos deben ser capaces de excitar nuestros lacrimales y hacernos llorar, bien por extrañas reacciones químicas -nunca bien explicadas y mucho menos entendidas-, bien de nostalgia o saudade. Se cortarán finas rodajas de su corteza entreverada con la pulpa, depositándolas con ternura sobre el lecho helado. Por último dejaremos deslizar unas gotas de su zumo, seis, nunca más de ocho, como ácidas caricias sobre el sólido frío.
Cuchillo. Me importa insistir sobre la importancia del cuchillo en estas maniobras preparatorias. Debe ser de buen filo, no demasiado grande, que se pueda esconder dentro de la manga, puntiagudo, no pesado, no leve, de diseño. Un artilugio inocente que pueda convertirse en arma, nunca se sabe como terminan las noches, los días o supervivencia en antros donde nos lleve el alba, la desesperanza, la ausencia, el desamor, el deseo por los cuerpos fugitivos. Alguien nos buscará, hasta puede que nos encuentre.
Ron. Siempre cubano. Hay otros. Para escoger el mejor propongo noches de cata profunda, saboreándolos por ejemplo en Boadas (cerca de las Ramblas, en Barcelona) o el JK (cerca de la Palanca, en Bilbao). Beber ora de esta botella, ora de esta otra. Como hay muchas, botellas, esto lleva su tiempo, ya que los gustos cambian, el paladar se atrofia con los años, o se refina, o se adormece, o se excita, este es dulce, este fuerte, este amargo, esta mujer que me acompaña ¿quién es?, al de muchos tragos ¿quién soy yo?¿dónde voy?¿ de donde vengo? ¿cuánto se debe?. Ciertamente lleva muchos años seleccionar el mejor ron, el que más nos gusta, a veces toda una vida, pero el esfuerzo merece la pena, es primordial definir las preferencias, definirse, ser, es bello llenar noches de vacío en estas actividades aparentemente nimias pero tan poéticas, tan líricas, es hermosa la búsqueda, es largo el olvido, es corta la vida.
Coca Cola. Claro, también lleva este refresco, idóneo para aflojar tornillos, vehículo, compañía, imposición, bebida con gas, burbujas engañosas, es mentira, es el contraste, la paradoja, la enseñanza, la ironía, a pesar de, etc. Antes se tomaba con zumo de lima.
Agitar. Un solo movimiento, class, un giro de muñeca, serios, mirando a los ojos, mirándose a los ojos, sintiendo los músculos del alma, zapp. Ya.
Beber. Y va uno y se lo bebe. Cuba Libre, parábola ejemplar de lo efímero, de la levedad de los placeres, de lo fútil de los momentos mágicos, de la eternidad, de las preguntas que uno se hace, de la inexistencia de respuestas. Detrás de esta bebida que nombro están las bebidas que no nombro, que no tienen nombre ¿dónde van los Cuba Libres que se toman? ¿y los que no se toman? ¿dónde está la frontera del reino alcohólico? ¿hay vida después de la muerte? ¿hay muerte? ¿es esto la vida o un programa de software? ¿existimos? ¿quién somos? ¿existe la amistad? ¿bebemos para recordar?. ¿Ves? por eso nos gusta el Cuba Libre, mientras lo tomamos estamos entretenidos.
Anexo.
Resaca. Dícese de la desagradable y matutina sensación náutica posterior a la libación nocturna de más de siete Cuba Libres a los veinte años o de más de dos a partir de los cuarenta. O así. Termómetro que refleja una realidad, la decadencia, el equilibrio natural, noches alegres mañanas tristes, tratado de filosofía, compendio de mentiras –no bebo más-, dolor de cabeza, de estómago, de cuello, de nuca, de ojos, del paladar, riñones, esófago, bolsillo, zumbidos, sequedad de garganta, visión borrosa, algunos ven bichos, arañas peludas, colores que se mueven, si bebes no conduzcas.

Breve historia del Cuba Libre.
El ron, o run o rhum, es el aguardiente de caña azúcar.
En el año 1650 aparece, en la isla de Barbados, la primera noticia escrita que se tiene del ron. En ella se llama a la bebida rumbuillon y killdevil (matadiablo). A finales del siglo XVII llega a Europa, comercializado por los ingleses.
Cuenta la leyenda que este trago largo fue inventado a finales del siglo pasado, en concreto en 1890, en Cuba por un marino abrasado por el temible y sofocante sol de aquellas latitudes, al mezclar el aguardiente local de la caña, el ron, con zumo de lima.
El 8 de mayo de 1886 salía al mercado la Coca-Cola. Tres semanas después, en el Atlanta Journal-Constitution apareció su primer anuncio que decía:
"Coca-Cola... ¡Deliciosa! ¡Refrescante! ¡Estimulante! ¡Vigorizante!"
El contable Frank M. Robinson, fue el publicitario que ideó y diseñó la logomarca.
En 1889, en plena guerra de Cuba, los oficiales yanquis sustituyeron el zumo de lima original por su bebida nacional, Coca Cola, denominándola Rum and Coke
En la edad dorada de los cócteles, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, los barmans norteamericanos añadieron a la mezcla una rodaja, o dos, de limón y la popularizaron hasta nuestros días. No consta si inventaron el limón.
Una revolución rebautizó al rum and coke original como Cuba Libre. Este moderno nombre se lo han apropiado tanto los castristas, para eliminar las posibles referencias imperialistas de la bebida yanqui y gaseosa, como los cubanos del exilio de Miami, que dicen que al beber cubalibre sueñan con el regreso a su patria. Eso, a nuestra salud.
Bollywood.