Equívoco.
Me miraba a los ojos tan cerca
que casi podía leer sus pensamientos.
Mejor no, mejor no leerlos, mejor
no saber qué podría esperar aquella mujer tan bella de un tipo tan poca
cosa como yo, que me había quitado las gafas y apenas distinguía sus facciones,
que me sentía embriagado por su turbadora presencia, que no sabía qué hacer con
las manos y sudaba mientras ella seguía con un dedo cada una de las
rayas amarillas de mi corbata.
No recordaba cuando había estado
antes así, a tan poca distancia de una señora tan femenina, tan estupenda, tan
Chanel.
Me susurraba, apenas podía
entender qué decía, adiviné algo así como vamos, chato o no
puedo más, rey.
Estaba empezando a marearme,
aquello no le podía estar pasando a un hombre tan corriente como un
servidor.
Jorge, te deseo, vámonos a la
cama –me dijo.
Perdone, no soy Jorge, me
llamo José Antonio –repliqué.
¿Qué? -dice- Tú eres Jorge Luis
de Campanzar y Salvatierra ¿no?
No, soy electricista, trabajo en
la Naval –dije, azorado.
Sorry, me he equivocado- dijo
bajito. Y se marchó, sin más, sin mirar atrás, dejándome con la camisa
empapada, con la frente marchita, con alteraciones en la entrepierna,
desorientado, desasistido, acomplejado, desubicado, con la moral por los
suelos.
Fui a casa, me duché con agua
fría, más de media hora. No somos nada, por lo menos yo.
8 comments :
jajaja como si la matrícula de un coche tuviera mucho q ver con con lo aerodinámico de su línea , confortable de su conducción y velocidad punta...en fin, es verdad , no somos nada y esta Sra. perdón q te diga , tonta o... cegata perdida : ) Un beso y un sana sanita : )
Muy bueno, te felicito.
Parece que hay señoras que no les importa el aspecto o la figura y sólo se interesan por el interior.
Seguramente será el interior del bolsillo y no el interior que muestran las radiografías.
Salud
María, sorry, la matrícula tiene todo que ver, ese es el problema (de las personas como el del cuento). Sin matrícula uno/a no es nada, circula, sí, pero por carreteras secundarias, caminos vecinales, estradas, callejones, mi calle tiene un oscuro bar de húmedas paredes. Y nunca cambia su suerte, solo en algunas películas de Hollywood. Los besos terapéuticos reconfortan. Enero.
Francesc Cornadó , pues mira, como uno no es como Norah Vincenty bastante tiene con entender lo de uno, resulta que después, de publicar este cuentito me entraron las dudas ¿será machista?, ¿denigrará la altura moral de esa señorita? (la del cuento), ¿será censurado por damas que piensan diferente a uno? Una duda que se incrementaba mientras pasaban las horas de insomnio porque, quizás no lo parece, pero uno se lo toma muy a pecho (esto, lo del blog) y se come el tarro (es una descripción vulgar pero define bien, comerse el tarro, es lo que tiene ser de barrio). Y, bueno, entre tú y yo, algo así me ha pasado alguna vez, no igual, no tan tajante, pero sí a la larga (este no es lo que parece). Y sufres, vaya, uno sufre, y yo, sobre todo un lunes como este, frío, brumoso, que en vez de Bilbao parece Londres en el cuarenta y tantos. No somos nada. Pero te deseo una buena semana.
Me has recordado a un fontanero italiano que tenía un gran parecido con un entrenador de fútbol que había ganado la liga. Mantuvo relaciones con algunas algunas mujeres estupendas gracias a no sacarlas del error :) A veces es mejor tener la boca cerrada.
Beauséant, los fontaneros pertenecen a un gremio con mucho éxito. La semana pasada vino uno, Jose, para arreglarme un radiador que goteaba (el radiador). El día anterior hizo un examen intensivo de la avería, lo mismo hay que cambiar todo el aparato este, no sé, no sé. Ya me veía pidiendo un préstamo para pagar tamaña puesta a punto. El caso es que vino, cambio una pieza me cobró 50€ y se marchó tan contento. No se quedó, debe ser porque no soy una señora estupenda, puestos en el caso ni siquiera un señor estupendo, apenas un señor mayor (tampoco mucho porque sigo vivo). Por cierto, nunca he sabido tener la boca cerrada (y no me entran moscas). Saludos.
Felicidades por tu blog. Nivel.
Los fontaneros son criaturas pesimistas, siempre auguran el fin del mundo, y luego lo evitan por cincuenta euros. Todos contentos, ¿verdad?
Ser una señora estupenda tampoco debe ser tarea fácil, nunca sabes lo que se oculta detrás de una palabra amable, casi prefiero quedarme como estoy.
Muchas gracias por lo del blog, me has alegrado el día, la semana, incluso :)
Beauséant, la verdad es que no he tenido demasiados contactos con fontaneros y mucho menos con fontaneras. Este último no solo era pesimista era apocalíptico pero efectivo y barato.
Estoy de acuerdo con eso de que ser señora estupenda no debe ser fácil, lo digo por experiencia, cuando he sido un señor estupendo mi vida era complicada, no entraré en detalles por no herir sensibilidades entre los numerosos visitantes de este exitoso rincón.
Tu blog. Un punto de ironía ¿no? No creo que mis humildes palabras te alegren sobre algo que ya sabías, tú blog, es decir tus escritos y planteamientos, es muy bueno. Me reafirmo.
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