Aquí, por designio de los números primos, con aleteos en la palma de la mano, sin ira, con calles de colores LSD, con puertas de caoba que se abren a grandes pasillos con puertas de boj, abres una y da a otro pasillo con puertas de madera de pino, hay obstáculos en el alma y la salida está oculta detrás de los extintores extrovertidos, hablan entre sí y no apagarán jamás nuestros fuegos interiores.
miércoles, 18 de junio de 2025
martes, 17 de junio de 2025
Aquí (2)
lunes, 16 de junio de 2025
Dream scenario.
Dream scenario. (Movistar). Nicolás Cage es un actor que no me gusta. Aquí hace un buen papel. Una cosa no quita la otra. El director lo cuenta bien, una ficción brillante que juega con un personaje gris, que irrita, un perdedor, un ingenuo. Esta película me ha parecido inquietante, no me ha gustado, está bien contada pero no sé si esa sensación de frustración constante me desagrada. La crítica, algunas, le ponen bien. Yo escogería otra, será por películas.
https://www.zendalibros.com/dream-scenario-de-la-fama-o-de-la-autoestima-o-que-se-yo/
https://www.nytimes.com/es/2023/11/19/espanol/nicolas-cage-dream-scenario.html
Aquí
Aquí, des/escamando los peces abisales de la des/memoria, el tedio, las hojas del destino que caen desde esta primavera implacable de hoy tormenta, mañana sol abrasador, la zarpa de la nostalgia des/garrando las venas del cuello de la ingenua gacela del ayer.
domingo, 15 de junio de 2025
Parker escribe en una pared.
Photography by Tzion ‘Zio’ Essel
Parker quiere escribir ahora que
los laberintos del conocimiento parece que están iluminados. Hay un farol en
cada esquina, el tiempo es un sol quieto, un Ícaro respetuoso repliega sus
alas, el aguijón de la noche siembra las calles de insomnio, a lo lejos se
escucha música, chirridos de máquinas, teléfonos, llanto. Un incendio de miedo
ha consumido la retama, ha asfixiado a los pájaros, hay un silencio en el valle,
hay una lluvia de cuervos, las flores del mal crecen entre las piedras de la
torre rota. Quizás no sea culpa de nadie pero Parker sabe que lo que cuenta
está incompleto, falta miel, mejillas, el roce de dos cuerpos, sabe que así no
hay quién le entienda, es la propia ignorancia que trepa sobre lo ya dicho. La
huella de los peces se pierde en un océano de voces.
sábado, 14 de junio de 2025
Parker y su ignorancia
HENRI CARTIER-BRESSON Transatlantic Liner Arriving in the Harbour, New York City, 1959
Parker sabe que no sabe nada, es más, está contento de su ignorancia. Los días que han pasado son inútiles y su único deseo es estar tumbado bajo un árbol de luz.
viernes, 13 de junio de 2025
Mi cumpleaños es en enero.
On the Sailing Boat (1818-20) by Caspar David Friedrich
No recibo cartas y las contesto, recibo
felicitaciones por mi cumpleaños aun sin serlo y no saco tiempo para decir
gracias. Lo digo ahora ¡¡¡Gracias!!! Mientras junio se remansa en horas y
tomamos impulso para saltarnos los meses sin saber que nos saltamos, que cada
día es uno, irrepetible, que no vuelve. ¿Dónde irás el sábado? aun es viernes y
nadie sabe si mañana caerá un meteorito a nuestra vida y se llevará el futuro,
el pasado y las ganas de respirar, si se nos cruzará en el camino esa persona
que nos haga diferentes. Mis disculpas a todos aquellos/as a los que no he
podido contestar, no me dan los días.
Por cierto, mi cumpleaños es en
enero.
jueves, 12 de junio de 2025
Me llamo Jacob van Eyck.
Soy ciego, soy el encargado de los tres carillones de Utrech, el del ayuntamiento y los de las dos iglesias, los cuido, arreglo y mejoro, soy el compositor de la música para ellos, soy el que la toca, soy flautista, arreglista, soy el que se sienta en los patios que circundan a la iglesia de arriba y deleito a mis conciudadanos con música de Vallet o Uccellini, de Morley o Sweelinck.
miércoles, 11 de junio de 2025
Parker bajo el sirimiri
A pesar del calor del sur, en el
norte el sirimiri impide que la ciudad hierva en un día de himnos alegres, Parker
silba música de ascensor de los grandes almacenes, los poetas firman con la
huella del pulgar, dedican sus libros en las esquinas del viento, Trump juega a los bolos con aranceles aquí, allí,
así, así no, los Ángeles, la democracia permite consumir lo no consumible, el precipicio de un ojo turbio, la náusea de
los mercados, la podredumbre de la avaricia, el hambre, la muerte de tantos, tantos. El mundo de la opulencia
sigue callado.
martes, 10 de junio de 2025
Jonathan Meese
Jonathan Meese
Palabras bajo las cenizas
perdidas en el pasado.
Con Ella perdí la palabra, eso sí
que duele no lo otro, perder la sexual lengua del decir, de contar, de abrir
hasta la puerta del infierno, el mío, y los cielos, miedo, sueños, recuerdos de
infancia, mis tías, las calles del barrio, dos amigos, una novia a la que jamás
besé su ombligo.
Una palabra, mujer, zumbando en
los oídos, entrando y saliendo en el cerebro con alambres y caminos,
cuadriculado, con señales de stop, así nos luce, una blanca nube, luego negra,
después la lluvia, la tormenta, inundaciones, hasta aquí llegó la riada hace
unos meses, el barro sepultó el jardín de voces.
Y.
Giulio Cesare, Haendel y un
discurso roto aún me llena de llanto.
lunes, 9 de junio de 2025
Parker nadador
Parker a veces ganaba, a veces, la carrera solía ser contra sí mismo, el premio era nadar, el aplauso tímido de los desconocidos, la velocidad de sus brazos y piernas, la agilidad de su cuerpo en los virajes, el entrenamiento, la entrega, el cloro que le enrojecía los ojos, poder presumir con las sombras de los ausentes, nunca fue seleccionado, no tuvo padrinos, ni carnet, nadaba para poder nadar, su padre no estuvo nunca animándole en la grada.
domingo, 8 de junio de 2025
Peatón con futbolín
Francesc Català-Roca - Peatón con futbolín, Madrid, 1953
Un lelo, ensimismado en lo que
escribo, corto de miras, sin mirar a los lados, no como esos reptiles de mirada
periférica, un camaleón por ejemplo, no, con orejeras, mirándome el ombligo sin
cesar, sin mirar hacia otros lados, que los hay, vaya si los hay, leer,
sentirlo, admirarme acomplejándome, empequeñeciéndome, agarrándome al absurdo
de la estadística, que sí, que de escribir
sentimientos que nacen dentro de la piel, debajo, en las entrañas, por
ahí, doliente voz borboteando en inviernos del alma, amor encontrado en Ella,
en otras Ella, en una estación de tren de Barcelona, paso a escribir como un
amanuense, un monje benedictino que copia textos desde la esquina del cerebro
que organiza un Stockhausen ibérico, un
burgués emocionalmente inestable, al borde de la melancolía, un perro negro a
punto de morderme las pantorrillas, a nadie le importa esta retahíla de
boberías alienadas en el escaparate, lo sé, mi espejo habla, habla el que en él
se refleja y dice, me dice, espabila, chaval déjate de nostalgias del piso de
Tívoli, infancias en una cocina luminosa entre mujeres y risas, salto al vacío
de la vida, soledades compartidas, las garras del trabajo, el primer beso en la
sombra, el tedio, el miedo, el amor como una losa, siempre una Ella en la
confluencia entre ser y no haber sido, esperando su llegada, su paso, y no
venía, llegó tantos años después, podemos ser amigos, ¡no!, que no quiero ser
su amigo, solo, que quiero su cuerpo enjuto y pálido abrazado al mío en la
ternura, crucificados a besos nunca dados, inventar la dulzura de una voz ahora
tan ronca, definir la pasión, imaginar caricias en sus muslos, esto es así,
empieza en uno y termina en infinito en esas madrugadas plomizas en las que el
viento alborota las ideas que van de un sitio a otro, de la alameda llega el silbido entre los
árboles, una ausencia hizo la otra, melodía prófuga, la vida pasa en tres
minutos de una canción de Sinatra, my way, descifrar lo incomprensible, la
travesía de los días, vivirlos con el corazón colgado de un bramante de sueños
desmedidos, mirar la luna hasta perder la razón, si aún quedaba, el desaliento
de las amistades que se fueron, recuerdo las playas, las blandas arenas que he
pisado en bajamar, los brazos bronceados, las huellas en la orilla, su bikini
escueto y verde, sus caderas generosas, mi cuerpo varado junto al suyo en las
noches oscuras y cálidas, un aeropuerto en Bruselas, la retirada cuando me
reñía, sus labios llamándome luego, ven, desnudos sobre el crepúsculo, el
nuestro, un tiovivo de voces, su acento dulce, la escarcha de las despedidas,
no te vayas , amor, ¿volverás?, como un funámbulo sin equilibrio, caminando
sobre un alambre tenso, sin red abajo, me rompí las piernas, el alma, las
ilusiones, la esperanza, nadie aplaudía ya, los violines, aquella orquesta pagada, toquen otro vals, el último ¿Qué
queda?
sábado, 7 de junio de 2025
Vivir es un silencio sin memoria.
Vivir es un silencio sin memoria.
viernes, 6 de junio de 2025
Parker y no sé qué de un porquero
Sobre lo de ayer, lo de la partícula de Higgs, tengo algo que añadir.
jueves, 5 de junio de 2025
Parker y el Bosón de Higgs
miércoles, 4 de junio de 2025
Series y cine.
The Last of Us
Segunda temporada.
Excepto el segundo capítulo que
es magnífico, el resto, decepcionante.
Thou salt not steal. No
robarás.
(Filmin)
Serie de ocho capítulos, australiana.
Ambientada en los años 80, es una especie
de road movie, cine negro, comedia, drama, de estética fea, con toques gamberros
y magnífica fotografía. No me ha gustado demasiado.
Llegaron a Cordura.
Dirigida por Robert Rossen en
1959, protagonizada por un Gary Cooper que ya estaba enfermo, siempre héroe, una
Rita Hayworth que no se despeina en el desierto y con los siempre cumplidores
Van Heflin, Tab Hunter, Richard Conte, Michael Callan y Dick York en los
papeles principales. Alguien la comentó
en FB y decidí verla. Entretenida.
martes, 3 de junio de 2025
Ben We̲b̲s̲t̲e̲r, Johnny̲ H̲o̲dge̲s̲ – The C̲o̲mplete 1960 ̲Jazz̲ ̲Cell̲...
Parker se cocina a fuego lento
Parker pela cebollas y canta, prepara un plato de pétalos de calabaza, inventa alimentos, en una esquina descubre a Rubens, no sabe distinguirlo de Pollock. Como tantos, se mira en el espejo de una pantalla que le conecta consigo mismo, la realidad es un pantano en el que chapotea la supervivencia.
Parker está llorando, quizás debe dejar de pelar cebollas (o de pensar).
lunes, 2 de junio de 2025
Valzhyna Mort
PARA INGEBORG BACHMANN EN ROMA
No eres la última mujer.
No eres la última mujer que ardió en Roma, Ingeborg.
Bajo las altas frentes de los apartamentos, lejos de los [caminos trillados
todo es lustroso: los muebles de madera, la vajilla de [plata, los dientes, el pasado.
Después de tres baños al día, después de cuarenta años de exponer tus pulmones a los libros abiertos,
estás cubierta de vendas.
Ingeborg en coma, cubierta de vendajes blancos; Ingeborg
es una novia vestida de princesa digna de aquel poeta que quemaron,
Giordano Bruno.
Estirada bocarriba en el balcón de via Giulia,
¿sabías que hay balcones donde nadie puede estirarse, donde tienes que caminar de puntillas, con cuidado, entre tarros
de setas en conserva, sacos
de patatas,
garrafas de compota? Donde el lenguaje
es un perro atado a una cadena de palabras férreas
donde el castigo
son cien latigazos de silencio.
Son lúgubres los edificios de apartamentos. Ingeborg,
¿sabrán
que dentro de ellos la gente muere y llora?
Por la noche, cuando las últimas mujeres llegan a su casa
con las bolsas de la compra en la vena basílica como si
acabaran de cargar su sangre,
mujeres que sopesan el valor de las cosas
con sus cejas
y que conocen el mejor abrillantador para cualquier superficie dañada,
los sonidos de las cosas ocupan la ciudad de los hombres: la puerta de un coche se cierra de golpe, las botellas repican en los contenedores de vidrio,
las basílicas hacen tintinear las velas como cocinas de restaurantes.
Después de tres baños al día, Ingeborg, después de horas estirada boca arriba en el balcón,
después de cuarenta años de sostener los libros contra tus pulmones,
todavía hueles a Austria. Tu pelo liso
cae como las monedas en una máquina de cambio.
Los libros disecados por todo el apartamento fracasan en su papel
de ambientadores,
Ingeborg.
La bilis amarilla
de Western Union en las calles oscuras, la luz macilenta de los tranvías nocturnos
bajo las altas frentes de apartamentos lustrosos,
lúgubres como si supieran, como si pudieran oler.
Deja de oler el pasado, Ingeborg.
Mientras el azote del silencio crece, el lenguaje se pliega en su cola.
Y allá va:
la espada flamíguera de una farola, Adán subiendo a un tren,
Eva mordiéndose los codos.
En el Paraíso hay un árbol que carga con los codos mordisqueados de Eva, Ingeborg.
Tumbada boca arriba en el balcón acojo estas palabras con mis dientes,
observando tu Roma.
La nuestra es una historia en la que cada diente lleva su corona.
El silencio nos desangra hasta el lenguaje. El silencio nos arranca el lenguaje.
Alaba tu silencio, Ingeborg, tu hueco en la pared.
Alaba los apartamentos lustrosos, los huertos, los codos mordisqueados.
Y el silencio.
***
Valzhyna Mort
Muy señor mío:
Maerten de Vos - The Air (16th century)
Muy señor mío:
Que no sé escribir, que me pierdo
en carreteras nunca transitadas, que ya no recuerdo ni su perfil, ni sus
gemidos, ni su desnudo abandono, los mensajes que quemé en una hoguera de dolor
insoportable, perdida la cabeza y la esperanza, perdidos los retornos, en el
borde de un precipicio con los brazos abiertos, que me tiré sin alas, sin saber
volar, que aún hay milagros, que pasé de iluso amador a mutilado de guerra, a
dependiente de emociones ajenas, a equilibrista sin cable caminando sobre rayas
que inventaba en las aceras, que aprendí a hablar de nuevo, otro lenguaje, o el
de antes de, prehistoria del sentimiento, lenta recuperación en hospitales del
alma, eso fue ayer, eso fue hace un siglo, eso no fue nunca que me he instalado
en este rincón 2.0 y hablo y hablo sin cesar, para que me lean y sepan, para
que no sepan, juegos de manos y voces, nada en esta mano, nada en esta otra y
aparece un poema donde menos te los esperas, poemas de jubilado, los posos de
Cortázar, de Neruda, de Dylan Thomas cantando en una habitación donde acumulo
objetos de diez habitaciones, recuerdos como espinas, libros, una hélice, un
barómetro, fotografías de una carrera de motos, una lupa, una navaja suiza, una
taza con pétalos de las flores del último ramo, un cierre de esta metonimia al
calor de un mayo absurdo, de nostalgias no bien curadas, de necesidad de airear
el corazón ahora que no llueve y llueve y no soy capaz de mirar por la ventana
que da a una avenida que lleva a carreras de domingo justo ahora que solo
quiero bañarme de música, descansar de batallas mal asimiladas, estrenar una
camisa blanca y pasear de la mano de aquella a quién amo, aunque a veces,
ahora, ay, recuerdo cuando fui un amante generoso. Muy señor mío no quería
contarle nada sino esto, no quiero nada, lo tengo todo, me tengo.
domingo, 1 de junio de 2025
Muy señora mía:
James P. Blair, Women use compact Mirrors in packed Crowd to catch Sight of the Queen in London, 1966
Muy señora mía:
Que esta carta no estaba escrita, pendiente de pensar, traspapelada entre tantos estudios de tantos, lo suyo, lo que ella es, lo mío era eso otro, la actividad de un amante generoso, que pasé el umbral de lo prohibido y entré tan dentro, en lo oscuro, ciego, tanteando la encontré, en el reposo de sus caderas, en el rumbo de sus labios semiabiertos, sin reparar en el peligro, sin haber respirado su aliento de ida y vuelta, lo digo, escribo, en esta primavera que hiere de tristeza, ahora que los traductores extienden la equivalencia a lo largo del poema y Jerry Ehman, atento, espera captar todavía otro código GEQUJ5, inútil intento en el monótono murmullo del cosmos, como ella, mujer detrás del muro, en un sexto piso que mira a la plaza donde tanto jugué de niño, cuando mi tía L me llevaba de la mano y me contaba todos los cuentos, cuando me vestía de ternura y me paseaba por los jardines transformados ahora en semicírculos de cemento y rosas solitarias, flores de plástico, charlatanes del fin del mundo e inmigrantes ensimismados, que todo está cambiando y no nos damos cuenta, que las calles se llenan de colores y seguimos como si nada, indiferentes al tsunami de gentes que nos van a integrar, comunidades nuevas, mezcla, otras voces, costumbres, sonidos, comidas, olores, que seguimos debajo del Árbol, cantando himnos que apenas entendemos, manteniendo fronteras imposibles, levantando los brazos en saludos a lo que no será, guardando la heredad sin saber que todo pasa y sólo tenemos ahora, como ella, digo, quizás ya ni siquiera el motivo de esta carta, señora mía de mis entretelas, saludos, respetos al máximo.
sábado, 31 de mayo de 2025
Siempre
El amor de mi vida, entonces.
No tengo una dirección, un
teléfono, solo este suspiro de nostalgia.
De aquel tiempo me quedan muchos
recuerdos, emoción, maravillosos momentos, Neruda, un retrato que me hizo a
carboncillo, un avión de juguete que me trajo de París y el último día, su
venganza, cruel. Un carácter, era todo un carácter.
Me cambió la vida. Iba derecho al
traje gris, la esquina del sofá, una suegra en la habitación del fondo, el
bostezo. No sabía cómo y ella me enseñó. Filosofía, poesía, ironía, el amor de
mi vida, entonces. Luego, suele ocurrir, volvió a cambiar el rumbo de los días
y tampoco éramos, no éramos aquel nosotros para siempre. No existe para siempre
por más que muchos se empeñen, pero aquellos momentos siguen brillando (la
verdad que solo cuando me acuerdo, por suerte)
viernes, 30 de mayo de 2025
Parker rebusca, alborota, mueve y remueve
Parker husmea en su torturada ribera, al lado de los sollozos, se olvida del cansancio, del pudor, lo cuenta. ¿Me amaba? (piensa). Quizás (se contesta). Me deseaba (afirma). No tanto como él a ella (certifica). Emociones en silencio, búsqueda de lo fugaz, sin compromiso, el deseo y ya. ¿Nos quitamos la ropa? (un eufemismo que utilizaban para evitar ¿nos desnudamos?).
jueves, 29 de mayo de 2025
Juan Francisco Fernández Domínguez
Te miro, luego existo: el amor en la era de la visibilidad obligatoria
Hubo un tiempo en que amar
era arriesgar el silencio. Ahora, amar es producir señal. Se ha desplazado el
centro de gravedad del deseo: ya no buscamos ser amados, sino vistos. Y no por
cualquiera, sino por ese otro que, al mirarnos, nos confirma. Hemos sustituido
el temblor del vínculo por la métrica de la atención. El amor ha dejado de ser
acontecimiento íntimo para volverse algoritmo afectivo.
Todo ocurre en la superficie,
como si el espesor nos diera miedo. Se ama como se postea: en vertical, con
filtros, buscando un tipo concreto de reacción. Las miradas ya no se cruzan: se
proyectan. Se compite por un lugar en la retina ajena, por ese gesto invisible
—un clic, un like, una respuesta— que opera como acto de
reconocimiento. Nadie quiere el secreto: quiere el eco. Y la prueba del afecto
es su visibilidad.
La gramática del deseo ha
cambiado. Lo cursi ya no es decir “te quiero”, sino “te he visto”. La
declaración amorosa se ha vuelto estadística: número de visualizaciones,
porcentaje de interacción, ritmo de respuesta. Cada mensaje enviado es una
sonda de autoestima lanzada al vacío. Queremos amor, sí, pero antes queremos
vernos reflejados. Como Narciso, pero sin agua: ahora el espejo es la pantalla.
Esta transformación no es
simplemente tecnológica: es simbólica. La imagen ha vencido al cuerpo. Como
advirtió John Berger, “ver precede a nombrar”, pero ahora ver suplanta. Ya no
deseamos al otro: deseamos ser deseados por él. No por su piel, sino por su
capacidad de devolvernos una imagen afinada de nosotros mismos. El yo se
construye como proyección, y el otro como pantalla. El amor ya no se ofrece: se
emite.
El cine, siempre oráculo
inadvertido, lo supo antes. En La ventana indiscreta, Hitchcock nos
muestra a un hombre inmóvil que desea desde la distancia, con prismáticos, sin
tocar. El amor como vigilancia, como intrusión sin cuerpo. Décadas más
tarde, Her de Spike Jonze actualizaría la herida: el amante ya
no es mirón, sino interlocutor de un sistema que lo conoce más que cualquier
humano. El cuerpo ha desaparecido; la emoción se sostiene en pura interfaz.
Byung-Chul Han ha descrito este
fenómeno como el tránsito de la negatividad del deseo hacia la positividad de
la exposición. Ya no hay espera, ni distancia, ni secreto. Todo debe mostrarse.
Todo se mide. Y el amor —ese lenguaje anterior a todo sistema— empieza a hablar
en términos de eficiencia. La vulnerabilidad, que antes era el corazón del
vínculo, se convierte en espectáculo o en disonancia.
Pero ¿qué ocurre con lo que no se
puede mostrar? ¿Con lo que no genera interacción? ¿Dónde queda el temblor, el
deseo que se resiste al lenguaje, la emoción que no cabe en 15 segundos de
historia? El amor, para existir, necesita el derecho a lo no visto. El derecho
al margen. A amar sin testigos. A estar sin emitir señal.
Tal vez allí —en la oscuridad
simbólica, en la grieta del flujo— siga ocurriendo algo parecido al amor. Tal
vez, entre dos cuerpos que no se fotografían, persista un pacto que no necesita
iconos ni afirmaciones. Un roce de voces, un silencio compartido, un mirar sin
pedir retorno.
El amor verdadero —si aún existe—
no será el que acumule atención, sino el que resista la lógica del rendimiento.
No el que se muestra, sino el que se deja ser. No el que grita “mírame”, sino
el que, en un rincón sin conexión, aún susurra: “Estoy”.
Referencias
Barthes, R. (2009). Fragmentos
de un discurso amoroso. Siglo XXI Editores.
Baudrillard, J. (1991). La
transparencia del mal. Anagrama.
Berger, J. (2000). Modos
de ver. Gustavo Gili.
Han, B.-C. (2014). La
sociedad de la transparencia. Herder.
Han, B.-C. (2015). La
agonía del Eros. Herder.
Hitchcock, A. (Director).
(1954). La ventana indiscreta [Película]. Paramount Pictures.
Jonze, S. (Director).
(2013). Her [Película]. Annapurna Pictures.
Turkle, S. (2017). En
defensa de la conversación: El poder del diálogo en la era digital. Ático
de los Libros.
Tomado de: https://transitosysaqueos.com/te-miro-luego-existo-el-amor-en-la-era-de-la-visibilidad-obligatoria/
El gran momento de Mary Tribune
Aburre explicar que en 1972 no
era fácil encontrar lecturas nuevas, brillantes, que te sorprendieran. Ya,
estaban los clásicos. Como no se trata de convencer a nadie diré que Juan
García Hortelano (¿mande?) fue uno de esos escritores diferentes. “El gran
momento de Mary Tribune”, me hizo disfrutar por lo original, fresco, diferente,
personal, ameno, novedoso, un libro con personalidad. Siempre lo he tenido como
referente de una época, de aquella. Pasa el tiempo, las modas cambian, la forma
de escribir y de leer también pero algunos títulos siguen ahí.
Hace poco, revisando mi
biblioteca para regalar libros (ay) me encontré con mi añorado Juan García
Hortelano (¿mande?) y me puse a releer “El gran momento de Mary Tribune”. Estoy
en ello, tan fascinado como entonces, disfrutando mucho, obviamente mi mirada
es diferente pero también mi criterio y es un auténtico placer darte cuenta que
la capacidad de sorpresa sigue intacta y el amor por la lectura también.
En todo esto quizá influye la
añoranza, los recuerdos, no lo sé, es igual, que maravilla esa sensación de no
poder dejar de leer.
https://www.revistadelibros.com/juan-garcia-hortelano-el-gran-momento-de-mary-tribune/