sábado, 31 de mayo de 2025

Siempre

 

Photo Billy Kidd

El amor de mi vida, entonces.

No tengo una dirección, un teléfono, solo este suspiro de nostalgia.

De aquel tiempo me quedan muchos recuerdos, emoción, maravillosos momentos, Neruda, un retrato que me hizo a carboncillo, un avión de juguete que me trajo de París y el último día, su venganza, cruel. Un carácter, era todo un carácter.

Me cambió la vida. Iba derecho al traje gris, la esquina del sofá, una suegra en la habitación del fondo, el bostezo. No sabía cómo y ella me enseñó. Filosofía, poesía, ironía, el amor de mi vida, entonces. Luego, suele ocurrir, volvió a cambiar el rumbo de los días y tampoco éramos, no éramos aquel nosotros para siempre. No existe para siempre por más que muchos se empeñen, pero aquellos momentos siguen brillando (la verdad que solo cuando me acuerdo, por suerte)

viernes, 30 de mayo de 2025

Parker rebusca, alborota, mueve y remueve

Alexander Klingspor (Sweden, 1977), Lantern,

Parker husmea en su torturada ribera, al lado de los sollozos, se olvida del cansancio, del pudor, lo cuenta. ¿Me amaba? (piensa). Quizás (se contesta). Me deseaba (afirma). No tanto como él a ella (certifica). Emociones en silencio, búsqueda de lo fugaz, sin compromiso, el deseo y ya. ¿Nos quitamos la ropa? (un eufemismo que utilizaban para evitar ¿nos desnudamos?).

Entonces se abrazaban como poseídos por la ternura,  afán de desquite del deseo en el tendedero, una amante sumisa, intacta, desarmada, exacta, perfecta imprevisible en ese fugaz amor con perfume prohibido entre las sábanas, la puerta sin cerradura, la piel como un refugio, él entrando dulcemente en ella, la sorpresa, los gemidos, Satie de fondo, Gymnopédie nº 1.

Rebusca, alborota, mueve y remueve, merodea en la luz, insiste en lo mismo, lo mismo es esto, lo ineludible, vivir, límite y misterio, imaginación y mentira. ¿Sucedió aquello? ¿Qué es la verdad? 

jueves, 29 de mayo de 2025

Juan Francisco Fernández Domínguez



Te miro, luego existo: el amor en la era de la visibilidad obligatoria


Hubo un tiempo en que amar era arriesgar el silencio. Ahora, amar es producir señal. Se ha desplazado el centro de gravedad del deseo: ya no buscamos ser amados, sino vistos. Y no por cualquiera, sino por ese otro que, al mirarnos, nos confirma. Hemos sustituido el temblor del vínculo por la métrica de la atención. El amor ha dejado de ser acontecimiento íntimo para volverse algoritmo afectivo.

Todo ocurre en la superficie, como si el espesor nos diera miedo. Se ama como se postea: en vertical, con filtros, buscando un tipo concreto de reacción. Las miradas ya no se cruzan: se proyectan. Se compite por un lugar en la retina ajena, por ese gesto invisible —un clic, un like, una respuesta— que opera como acto de reconocimiento. Nadie quiere el secreto: quiere el eco. Y la prueba del afecto es su visibilidad.

La gramática del deseo ha cambiado. Lo cursi ya no es decir “te quiero”, sino “te he visto”. La declaración amorosa se ha vuelto estadística: número de visualizaciones, porcentaje de interacción, ritmo de respuesta. Cada mensaje enviado es una sonda de autoestima lanzada al vacío. Queremos amor, sí, pero antes queremos vernos reflejados. Como Narciso, pero sin agua: ahora el espejo es la pantalla.

Esta transformación no es simplemente tecnológica: es simbólica. La imagen ha vencido al cuerpo. Como advirtió John Berger, “ver precede a nombrar”, pero ahora ver suplanta. Ya no deseamos al otro: deseamos ser deseados por él. No por su piel, sino por su capacidad de devolvernos una imagen afinada de nosotros mismos. El yo se construye como proyección, y el otro como pantalla. El amor ya no se ofrece: se emite.

El cine, siempre oráculo inadvertido, lo supo antes. En La ventana indiscreta, Hitchcock nos muestra a un hombre inmóvil que desea desde la distancia, con prismáticos, sin tocar. El amor como vigilancia, como intrusión sin cuerpo. Décadas más tarde, Her de Spike Jonze actualizaría la herida: el amante ya no es mirón, sino interlocutor de un sistema que lo conoce más que cualquier humano. El cuerpo ha desaparecido; la emoción se sostiene en pura interfaz.

Byung-Chul Han ha descrito este fenómeno como el tránsito de la negatividad del deseo hacia la positividad de la exposición. Ya no hay espera, ni distancia, ni secreto. Todo debe mostrarse. Todo se mide. Y el amor —ese lenguaje anterior a todo sistema— empieza a hablar en términos de eficiencia. La vulnerabilidad, que antes era el corazón del vínculo, se convierte en espectáculo o en disonancia.

Pero ¿qué ocurre con lo que no se puede mostrar? ¿Con lo que no genera interacción? ¿Dónde queda el temblor, el deseo que se resiste al lenguaje, la emoción que no cabe en 15 segundos de historia? El amor, para existir, necesita el derecho a lo no visto. El derecho al margen. A amar sin testigos. A estar sin emitir señal.

Tal vez allí —en la oscuridad simbólica, en la grieta del flujo— siga ocurriendo algo parecido al amor. Tal vez, entre dos cuerpos que no se fotografían, persista un pacto que no necesita iconos ni afirmaciones. Un roce de voces, un silencio compartido, un mirar sin pedir retorno.

El amor verdadero —si aún existe— no será el que acumule atención, sino el que resista la lógica del rendimiento. No el que se muestra, sino el que se deja ser. No el que grita “mírame”, sino el que, en un rincón sin conexión, aún susurra: “Estoy”.


Referencias

Barthes, R. (2009). Fragmentos de un discurso amoroso. Siglo XXI Editores.

Baudrillard, J. (1991). La transparencia del mal. Anagrama.

Berger, J. (2000). Modos de ver. Gustavo Gili.

Han, B.-C. (2014). La sociedad de la transparencia. Herder.

Han, B.-C. (2015). La agonía del Eros. Herder.

Hitchcock, A. (Director). (1954). La ventana indiscreta [Película]. Paramount Pictures.

Jonze, S. (Director). (2013). Her [Película]. Annapurna Pictures.

Turkle, S. (2017). En defensa de la conversación: El poder del diálogo en la era digital. Ático de los Libros.

Tomado de: https://transitosysaqueos.com/te-miro-luego-existo-el-amor-en-la-era-de-la-visibilidad-obligatoria/


El gran momento de Mary Tribune

 


Aburre explicar que en 1972 no era fácil encontrar lecturas nuevas, brillantes, que te sorprendieran. Ya, estaban los clásicos. Como no se trata de convencer a nadie diré que Juan García Hortelano (¿mande?) fue uno de esos escritores diferentes. “El gran momento de Mary Tribune”, me hizo disfrutar por lo original, fresco, diferente, personal, ameno, novedoso, un libro con personalidad. Siempre lo he tenido como referente de una época, de aquella. Pasa el tiempo, las modas cambian, la forma de escribir y de leer también pero algunos títulos siguen ahí.

Hace poco, revisando mi biblioteca para regalar libros (ay) me encontré con mi añorado Juan García Hortelano (¿mande?) y me puse a releer “El gran momento de Mary Tribune”. Estoy en ello, tan fascinado como entonces, disfrutando mucho, obviamente mi mirada es diferente pero también mi criterio y es un auténtico placer darte cuenta que la capacidad de sorpresa sigue intacta y el amor por la lectura también.

En todo esto quizá influye la añoranza, los recuerdos, no lo sé, es igual, que maravilla esa sensación de no poder dejar de leer.




https://www.revistadelibros.com/juan-garcia-hortelano-el-gran-momento-de-mary-tribune/

https://blogderadiaciones.wordpress.com/2018/02/21/el-gran-momento-de-mary-tribune-o-la-mejor-novela-espanola-del-ultimo-medio-siglo/


miércoles, 28 de mayo de 2025

El Guerrero del Antifaz

 

 


 La sombra que se agita bajo el antifaz

Cuando uno crece entre polvo, viñetas y tardes que huelen a papel amarillento, aprende que la historia de España también se escribe en tebeos. Y que a veces, la infancia no tiene rostro: tiene antifaz. El Guerrero del Antifaz no fue solo un héroe de capa y cimitarra. Fue una figura de erotismo ascético, un cruzado con gesto de mártir y brazos de estibador, que nos enseñó —sin saberlo— que el bien y el mal podían caber en una sola viñeta, y que el deseo también podía dibujarse con tinta negra.

Ese guerrero, más árabe que cristiano, más culpable que justo, no venía a salvarnos de nada: venía a encarnarse en lo que no entendíamos aún. No era el Capitán Trueno, tan boy scout, ni Roberto Alcázar, tan policía de sacristía. El Guerrero era otra cosa. Algo más turbio. Más denso. Un hombre cuya cara nunca terminábamos de ver. Y ese misterio —esa zona ciega del rostro— era su fuerza.

Con su media luna al pecho, su verbo bíblico y esa forma de repartir estopa como quien ora, el Guerrero del Antifaz era la versión ibérica de Batman en caftán. Un personaje manchado desde su origen —hijo de un musulmán y convertido a cristiano por trauma— que cargaba su espada como quien arrastra un pecado. Los niños lo leíamos sin saber nada de colonialismo, de cruzadas ni de propaganda moral. Solo veíamos en él la posibilidad de ser otros: más valientes, más oscuros, más bellos.

Porque había belleza, sí. En su perfil de estatua antigua, en sus enemigos con turbante de lentejuelas, en sus músculos sin sombra. Era el cuerpo antes del cuerpo: una forma de anticipar lo que vendría cuando el cuerpo nos doliera. Y por eso lo amábamos. Por su gesto solemne, su castidad sudorosa, su silencio tan parecido al de los adultos cuando no querían responder. El antifaz no ocultaba: insinuaba.

Decían que era franquista. Tal vez lo fuera. Como todo lo que se dibujó en tinta barata y se vendió a duro y medio en los kioscos donde las señoras aún compraban lejía por litros. Pero sería mezquino leerlo solo desde ahí. Porque El Guerrero del Antifaz fue muchas cosas antes de ser ideología. Fue símbolo. Fue mito menor. Fue un modelo masculino alternativo: no el chulo, no el sabiondo, no el sabelotodo. Sino el herido. El penitente. El que, aun siendo invencible, parecía siempre a punto de perder.

Releerlo hoy, entre fanzines gourmet y novelas gráficas que se creen Proust, tiene algo de sacrilegio y de milagro. Porque sus líneas no aguantan el análisis, pero sí el recuerdo. Y su trazo no busca la precisión, sino la vibración. En sus viñetas no había matices, había destino. El dibujo era plano, pero el impacto profundo. Como una espada de madera que, sin embargo, corta.

Tal vez por eso aún nos habita. Porque el Guerrero no fue moderno, pero fue intenso. No fue irónico, pero fue honesto. Y sobre todo, porque fue el primero que nos enseñó que hay gestos que no necesitan rostro para ser eternos. Basta un antifaz. Y un silencio lleno de sombra.

Juan Francisco Fernández Domínguez 

 

 https://transitosysaqueos.com/la-sombra-que-se-agita-bajo-el-antifaz/

martes, 27 de mayo de 2025

Los martes de Parker.

Rob Rowland

Parker camina sobre el afilado borde de su propia emoción, está comprometido en la búsqueda del tiempo lento contenido en un reloj de pared, busca la belleza de un poema incrustado en esa lentitud del tic tac.

Huye de la rutina, espíritu, paisaje, cuerpo, horizonte, lo efímero, la constancia, gira, camina en círculo, se orienta en la niebla deshabitada, una sombra animal de palabras amenazadoras se desliza por la pared.

Este martes, un instante antes de cerrar la puerta ella se gira y en su mirada hay un brillo de al menos una semana más, una obscena prórroga. Parker destripa el reloj de pared, le sobran piezas, no quiere que termine esa historia pero todo termina y las horas desgarrarán el torbellino del cada vez menos. Una gota de eternidad cae en el abismo de la espera hasta el próximo martes. 

lunes, 26 de mayo de 2025

¿Es absurdo?

Gregory Ferrand,

Palabras absurdas, inútiles, estériles No se quedan entre los dientes, no te mueven las muelas, no te agitan, si tú no comentas algo se quedan como un bacalao colgado al viento frío del norte. ¿Hasta cuándo vas a seguir con esta historia? (me pregunta Teresa) No puedo contestar, sigo subido a la constancia hasta que encuentre algo realmente bueno. La verdad, me están faltando palabras. Leo, cierro los ojos, los abro, veo, no sé si es esto, seguiré intentándolo. Cuando dejaba mi alma planchada sobre esta piedra sin aristas me visitaban diez, ahora que hago juegos de manos y abracadabra, dos. Algo no funciona. Yo.

domingo, 25 de mayo de 2025

¿Es estéril?

 


Esther and Ahasverus, 1606, Peter Paul Rubens


Palabras estériles, inútiles. Son infinitas las posibilidades de equivocar el tono, el color, el acento, la v, el tema, de olvidar la letra, qué somos, dónde vamos, para qué este esfuerzo anónimo, continuo, no importa el 1,25, nadie sabe la medida, no la hay, con 3 sería excesivo, 7 es poco, no hay reglas, uno cae aquí, allí, por casualidad, el azar montado en una bicicleta de aire que corre por caminos no trazados, sin plano, esta calle es idéntica a la paralela, aquí ya hemos estado, eh, oiga, está usted dando vueltas y vueltas a lo mismo. A las tardes es cuando peor lo llevo, ¿Qué pondré mañana? Esto.

sábado, 24 de mayo de 2025

poor hymnal: No. 6, i know i should


David Lang (poor hymnal): No. 6, i know i should

“I Know I Should “ es el sexto tema de la obra Poor Hymnal del compositor David Lang, interpretada por The Crossing con la dirección de Donald Nally. Se trata de una oración contemporánea que no mira hacia Dios, sino hacia uno mismo, como una plegaria íntima y humilde que nos hace ser conscientes de nuestra naturaleza humana. Es como un catálogo de deberes morales o promesas interiores que expresamos en voz baja cuando todo queda en silencio.

Musicalmente, David Lang tiende al minimalismo, y eso, de alguna forma, también queda reflejado en su letra. Las repeticiones se suceden como una manera emocional de insistir en un deseo de que las cosas sigan ese orden interior. Frases como “I know I should be true”, “I know I should be brave” y “I know that there are those who trust me” toman la dimensión de un propósito interno, como un compromiso y la dificultad de poder alcanzarlo.

En la segunda parte de la obra, la mirada se amplía a los demás, en especial a aquellos que sufren o esperan algo que no llega. El estribillo silencioso nos recuerda nuestra sensibilidad hacia esas emociones más puras, como la empatía, el consuelo o la solidaridad. El último verso es devastador en su ternura: no hay nada más humano que desear no fallar a quien necesita ayuda.

Finalmente, el tema termina con una repetición que queda incompleta y abierta, como si toda nuestra conciencia moral nunca debiera sentirse concluida. Estamos ante una obra profundamente poética y aparentemente sencilla de David Lang, que esconde una gran complejidad emocional  que resuena en nuestro interior, mucho después de su último acorde.

Fuente: youtube.com  Caviar Sonoro

Fin de la amistad


 

Nos conocíamos desde la adolescencia.

Me llamó a las siete de la mañana.

-Siempre seremos amigos –me dijo.

-Sí, claro –contesté, medio dormido.

-¿Vendrás a declarar a mi favor? –preguntó, con urgencia.

-Sabes que no le puedo hacer eso a Julia –respondí.

No nos hemos hablado nunca más.

Ha pasado una vida.    

viernes, 23 de mayo de 2025

Va. Parker.

 

Harold Tomlin. Feeding the gulls. 1935

Parker sabe de las palabras inútiles, que una página que no baila, que no te seduce, que no se queda colgada en tu hombro como un mono titiritero no sirve para nada. Sabe que si tú no estás, si no dices, no sirve para otra cosa que para subirse al monte y gritar, ahora que nadie le oye, que esto ya lo ha dicho, ya lo ha dicho,  ya lo has dicho,   ya lo ha dicho,   o así, cantinela del paso del tiempo sin encontrar un poema que te rompa el alma, un texto que se quede trabado entre las costillas y el hígado, una frase cosida a la lengua, un temblor que no te abandone desde que salga el sol hasta que cierren el portal y ya no hay serenos. Va. Parker.

jueves, 22 de mayo de 2025

Tabakova: Cello Concerto: II. Longing


Dobrinka Tabakova : Cello Concerto: II. Longing ( String Paths  2013 ).

El segundo movimiento del Cello Concerto de Dobrinka Tabakova, titulado Longing, se presenta como una de las expresiones más refinadas del lirismo contemporáneo. Mediante un lenguaje tonal claro, pero matizado con una gran sutileza, la compositora desarrolla un discurso contenido, casi ascético, que no rehúye la emoción, sino que la depura.

El violonchelo, con una voz profunda y orgánica, se mueve entre líneas amplias y silencios cargados de sentido, sostenido por una orquesta que no acompaña, sino que arropa.
BBC Music Magazine subraya que Tabakova “construye paisajes emocionales que conmueven sin caer nunca en el sentimentalismo”, una cualidad que define el corazón de Longing: no es una manera de exponer el anhelo, sino una forma de traducirlo con honestidad y contención.

La interpretación recogida en el álbum String Paths (ECM, 2013), bajo la producción de Manfred Eicher, potencia esta dimensión introspectiva. El sello ECM, fiel a su estética sonora, ofrece un espacio acústico en el que cada matiz, cada resonancia, adquiere un gran valor poético.

La crítica de The Guardian destaca que “el sonido parece emerger del silencio con una delicadeza que conmueve por su sobriedad”, y añade que la música de Tabakova “respira como un organismo vivo, en constante tensión entre lo emocional y lo espiritual”. El violonchelo solista no se impone: fluye con serenidad, sin urgencia, revelando una interpretación que prioriza la escucha interior por encima del virtuosismo.

Por su parte, Gramophone señala que “Tabakova consigue lo que muchos persiguen sin éxito: un lenguaje accesible sin concesiones, íntimo sin caer en la introspección vacía”. Esa capacidad para mantener la claridad formal mientras se alcanza una profundidad expresiva genuina es lo que convierte a Longing en un movimiento especialmente relevante dentro del repertorio concertante del siglo XXI.

En un entorno musical a menudo dominado por la complejidad o la exuberancia, esta obra ofrece algo más raro: una pausa. Una invitación al recogimiento. Un lugar donde la música no se limita a sonar, sino que nos observa en silencio.

Fuente: youtube.com  Caviar Sonoro

Seguimos.

 

Michael Cheval

No te empeñes, no es correcto salir a las riberas del Sena cuando llueven oropéndolas con la cola amarilla, no lo es, aunque tampoco enseñar las piernas en San Fernando (Cádiz) está bien visto y mucho menos correr por las mañanas sin más apuro que el jadeo, la frente roja, algún aplauso, dos zumos de tomate y no poder domar a las rodillas que ya no se arrodillan.

Contar cuentos cada día es un vano ejercicio de torcer la cintura a derecha e izquierda, el que se mueve no sale en la foto, ir del coro al caño y viceversa, un engaño, chicos, un engaño.

Creerse el personaje es ser nadie, lluvia, polen, burbujas en el barro, dulces hechiceros ardiendo en fuegos sin humo, sin hogueras, sin censores que delimiten las miradas, mirada hacia ese lado donde no pasa nada interesante excepto el tiempo, el que no es nuestro. Seguimos.

miércoles, 21 de mayo de 2025

Disparando al pianista.

 

Edvard Isto, The Attack, 1899

One, two, three,  desde aquí puedo irme corriendo hasta la otra esquina de la calle, a otra esquina de la siguiente manzana, de otro pueblo, darme la vuelta, jadeando, sí, mirar la distancia, sopesar si merece la pena regresar al punto de partida, recobrar el pulso, volver a pensarlo y justo en ese momento llegan en tromba los otros corredores y ya he vuelto a quedar el último de la fila, sé que puedo quedar el primero, el cuarto como mucho, pero no quiero correr tanto de madrugada, que ganen ellos mientras incrusto minúsculas piezas de relojero en el poema que intento escribir y no sé para qué sirven, la verdad, pero hacen que esto, esto, parezca una máquina moderna de luces, clinc, humo,  jazz,  música de pianola y camino a grandes zancadas a su lado echando flores entre los bueyes y las ruedas como en una boda antigua en Durango y creo que nadie sabe lo que ocurría here, there or everywhere en el año del gato, en el 81, en el 93, vaya usted a saber, que no es necesario haber nacido antes, que está eso de los libros, la historia, la voz y no me mire con esa cara, no, al menos no de tan lejos que estoy operado y veo lo que leo y me entero y ja, qué majo, un señorón, eso decía el Productor allá en la Casa del Pueblo, con sus magníficos frescos de Higgins, con la ilusión de JT chorreando en sus cuadros de colores con cabezas de vírgenes y de perros, con altares y misterio, camareros sirviendo mezcal y chelas y aquello fue un gran momento y tuve la suerte de estar allí sin ojos impasibles sino lo contrario, una sonrisa entre los taciturnos visitantes del otro lado de la reputación, veamos, este es un texto que empecé para E. y se me fue para un lado sin poder detenerlo, tomó vida propia y así se queda, con el triunfo de la compasión firmado, dedicado y en la ventana, es lo que tiene .

martes, 20 de mayo de 2025

Nuca

 


Me ahogo dentro de esta escafandra de soledad. Entre nosotros (ella, yo) hay un océano, varias cordillera, una mirada y su silencio,  mi mano que buscaba la suya tanteando en una pradera de prejuicios, costumbres, calendarios y miedo, hay que decirlo, que la lluvia nos llevó por calles con gentes que se guarecían bajo los alfeizares, que las escaleras que bajaban al metro eran como un río de ojos que se clavaban en mi frente culpable antes de ningún pecado, culpable por el solo hecho de estar allí, a su lado, en la despedida, tan corta, tan torpe, mi camisa mojada, mi sentido común en los charcos, mi soledad aún más grande cuando ella desapareció entre paraguas y gritos, domingo partido en mil pedazos y yo allí, conmocionado, invocando a un demonio que me cambiase el alma por un pasaporte rojo en el que se pudieran alterar las fechas, no vino, recé entonces plegarias antiguas y tampoco se produjo el milagro de ser otro, aquel, el de entonces, el de la fotografía volando en Laga y sorteé el espejo roto, los mariachis, las maldiciones, el cuarto vacío del hotel, los gritos en la calle, las detonaciones que confundí con disparos, Coyoacán y enero como la cinta de seda en la meta de un maratón que aún no he corrido. Escribir así ni siquiera es liberación, es confusión, es borrar nombres de los mapas, cambiarlos, torcer las carreteras, los caminos, la fecha en los billetes del autobús, los paraguas goteando en la bañera, mi deseo de abrazarla y dejar que se desangre mi alma en remordimiento y dolor, pero después, después.

lunes, 19 de mayo de 2025

En Paradiso-

 



Leo este párrafo de Paradiso

Empiezo las sumas y el desahogo, me mezclo con los que leen y escucho sus voces de ceremonia, infundo, refundo, confundo, me sustento de voces y hoy saldré a ver modelos de trajes de baño para lo de la playa y eso.  
Lo cuento a la vuelta (a Ella no, que sé que lo sabe, lo sabe todo)   




domingo, 18 de mayo de 2025

PIANISSIMO - Margarita Balanas & Pēteris Vasks


PIAPIANISSIMO - Margarita Balanas & Pēteris Vasks


El cortometraje PIANISSIMO, protagonizado por la violonchelista Margarita Balanas y producido por Holland Brothers, se construye en torno al segundo movimiento de Grāmata čellam (El libro para violonchelo solo), una obra icónica del compositor letón Pēteris Vasks. 

Escrita en 1978, esta partitura surge como respuesta a una época marcada por el silencio forzado y la represión emocional, de la Letonia soviética. Vasks. Con un lenguaje musical profundamente espiritual y minimalista, nos ofrece un espacio de refugio interior. El cortometraje encarna ese espíritu: una joven música deja su país natal para estudiar en Londres y, en ese viaje físico y emocional, se enfrenta con la soledad, la ambición y la pérdida.

Desde el primer contacto del arco con la cuerda, Margarita Balanas demuestra una comprensión profunda del universo sonoro de Vasks: su interpretación no busca el lucimiento, sino la verdad emocional. El fraseo es contenido, íntimo, casi confesional. En los pasajes más delicados, utiliza técnicas como el sul tasto (deslizando el arco cerca del diapasón) para obtener un timbre velado, casi fantasmal, y recurre a un vibrato leve, apenas perceptible, que añade fragilidad sin perder claridad.

Su legato (la técnica que permite conectar cada nota con la siguiente de forma continua y sin interrupciones) es especialmente fluido: las frases no suenan como una suma de notas, sino como un solo hilo de pensamiento, un único suspiro que se transforma.

En cuanto a los pianissimi, esos pasajes tocados con extrema suavidad, Balanas los convierte en un ejercicio de contención expresiva. No son simplemente suaves, sino que rozan el silencio con intención poética, como si el sonido dudara antes de hacerse presente. Hay una emoción que no grita, pero conmueve: una tristeza elegante, una esperanza tenue. Es una forma de hablar con el violonchelo que exige madurez interpretativa y una sensibilidad extraordinaria.

La dirección visual de los Holland Brothers refuerza y expande este universo sonoro sin invadirlo. Con una estética cinematográfica austera pero emocionalmente cargada, los directores optan por una fotografía contemplativa, juegos de luz natural y encuadres prolongados que respiran con la música.

Cada plano parece construido para escuchar. La cámara no sigue la música con movimientos frenéticos; se detiene, espera, siente. La imagen se convierte en resonancia visual de lo que el violonchelo apenas insinúa: soledad, fragilidad, búsqueda.

PIANISSIMO ha sido destacado en espacios como el Peteris Vasks Festival y el International Cello Cēsis Festival, y celebrado por medios como Classic FM por su capacidad de tratar temas sensibles como la salud mental en músicos jóvenes desde un lugar de profunda honestidad.

Fuente: youtube.com    CAVIAR SONORO

¡Raro!


Joshua Flint (American, b. 1977), Even in the Dim Light, 2018

Oye, llámame raro, di que me equivoco, no sé, un pálpito, respetos al máximo, pero uno no se mete con nadie y los trastornos de personalidad, si los hubiera, se curan, yo qué sé, que igual no, tú sabes, pero los amores súbitos siempre me han puesto de los nervios, que jugar al mus vale, tres envido, pero mirando a los ojos pego órdago, ya ves, qué cosas, escribir, cuidar reclusos o corderos, ser cetrero o funcionario de la cosa pública, que no me gusta que me toquen la cosa, no si yo no quiero, aquí mal que bien, escribiendo tan a gusto y llega el león sordo y se come al explorador (es un chiste, otro día, con más tiempo, lo cuento, es muy bueno), que hay fijaciones, un conocido mío se encaprichó de una castañera y estaba a la cola cada dos minutos, por cierto, tampoco me gusta estar en la cola, que no me toquen la cola, para eso de la cola soy muy mío, en realidad soy muy mío para casi todo, pero amable, eso sí, incluso si me lo propongo puedo ser educado, hasta un límite (exacto, cuando me tocan la cola o me quieren (intentan) mojar la oreja), que no digo que esto sea un lío pero yo me entiendo y si tú me entiendes pues es que he acertado, si no, pues eso, seguimos tan ricamente con la poesía interiorista, la cecina de León (no confundir con la de león) y las fotógrafas que no dan autógrafos ni se autografían que bastante tienen con aguantar a su santo que es majo (+ o – tampoco echemos las campanas al vuelo) pero tiene ese problema que te digo – puedo tutearte ¿no?- que cuarenta mil espectadores viendo un partido de fútbol y me caga a mí la paloma, es otro chiste, los cuento mal, soy más de lo romántico, incluso de lo simbólico, pero si tengo que dar un puñetazo en la mesa lo doy, te lo voy a contar, nunca he dado un puñetazo a nadie, que recuerde, lo tengo prohibido, por lo militar y por lo religioso, tranquilo, en defensa propia quizás sí, o correr, yo qué sé, según el caso pero otro día lo hablamos con más calma, ahora me toca la medicación y para eso sí que son rigurosos ¡voy!, que digo yo, ¡¡¡voooy!!!, lo siento, que me llaman, hasta otro día. AAh, sí, Lezama Lima.


¿Quién persiste por los labios
y entre giróvagos mapas,
en apuntalar a la sombra
del cuerpo que se perdía
entre pisadas y sirenas
que van doblando hilanderas
muertas y sus delgadas
hojas sin otoño, sin donaire,
en vuelo recto, manso y frío?


Paradiso (escrita por José Lezama Lima) ha merecido toda clase de asedios críticos a cuenta de su condición de anti-novela, de su irracionalismo palmario, de sus desconexiones temáticas. Todo eso quizá pueda ser cierto, no estoy seguro, pero lo que de veras importa en este caso es la excepcional voluntad creadora de Lezama, su promulgación de un "sistema poético" que trasciende los cánones al uso y asume un tratamiento artístico de la realidad absolutamente seductor, regido por una verbosidad que parece como proyectada en un entramado mitológico. Por ahí, por esa selva virgen del texto, puede uno internarse sabiendo que lo aguardan frecuentes extravíos, pero también copiosos deslumbramientos. Las pérdidas posibles se compensan con los hallazgos magníficos. 

(JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD 27/11/2010)


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