El amor de mi vida, entonces.
No tengo una dirección, un
teléfono, solo este suspiro de nostalgia.
De aquel tiempo me quedan muchos
recuerdos, emoción, maravillosos momentos, Neruda, un retrato que me hizo a
carboncillo, un avión de juguete que me trajo de París y el último día, su
venganza, cruel. Un carácter, era todo un carácter.
Me cambió la vida. Iba derecho al
traje gris, la esquina del sofá, una suegra en la habitación del fondo, el
bostezo. No sabía cómo y ella me enseñó. Filosofía, poesía, ironía, el amor de
mi vida, entonces. Luego, suele ocurrir, volvió a cambiar el rumbo de los días
y tampoco éramos, no éramos aquel nosotros para siempre. No existe para siempre
por más que muchos se empeñen, pero aquellos momentos siguen brillando (la
verdad que solo cuando me acuerdo, por suerte)
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