sábado, 28 de mayo de 2022

Georgina Herrera

 

 


Oriki para las negras viejas de antes


En los velorios

o la hora en que el sueño era ese manto

que tapaba los ojos

ellas eran como libros fabulosos abiertos

en doradas páginas.

Las negras viejas, picos

de misteriosos pájaros,

contando

como en cantos lo que antes

había llegado a sus oídos,

éramos, sin saberlo, dueñas

de toda la verdad oculta

en lo más profundo de la tierra.

Pero nosotras, las que ahora

debíamos ser ellas, fuimos

contestonas,

no supimos oír; teníamos

cursos de filosofía,

no creímos,

habíamos nacido demasiado cerca

de otro siglo. Solo

aprendimos a preguntarlo todo

y al final, estamos sin respuestas.

Ahora, en la cocina, el patio,

en cualquier sitio, alguien,

estoy segura, espera

que contemos lo que debimos aprender.

Permanecemos silenciosas,

parecemos tristes

cotorras mudas.

No supimos

apoderarnos de la magia de contar

sencillamente

porque nuestros oídos se cerraron,

quedaron tercamente sordos

ante la gracia de oír.

 

Georgina Herrera

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