lunes, 7 de octubre de 2019

Adrian 4






Adrian Sandu

Ella era caprichosa, calzaba zapatos de Salvatore Ferragamo y sin más atuendo realizaba autopsias a las moscas del vinagre. Una tras otra eran estudiadas en su aparente simplicidad. –Mira, mira, aprende- me decía. Pero aquello me parecía una cochinada. Como cuando quiso entrar en la mirada de los equinos y clavó el bisturí en un ojo de caballo que le consiguió el carnicero de la plaza. En aquel tiempo, mientras ella se dedicaba a la sinologíalo único bueno era  escuchar a las alondras en el jardín cercano, fuera, en un mundo lejano al acostumbrado, aquel en el que yo vivía. Contrastes.

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Bilbao, Euskadi
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