sábado, 20 de abril de 2019

Lago 9




Su voz me acarició como una casa vacía, una noche hueca resonando bajo la bóveda del autoengaño, las copas de los árboles del parque se mecían en el abril de minutos lentos y charcos de colores con reyes decrépitos de caderas rotas. Ahí te quedas -dijo-. Y me quedé.

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