sábado, 6 de octubre de 2018

trampas en la pared

No quiero hacer trampas en la blanca pared de cada día. Me he comido las sobras del silencio, he apurado los posos del idilio, he rebañado el plato de lo romántico. Aún está en mi boca el sabor de aquel banquete. Pero lo que fue, fue, historia, ya está todo dicho, no hay más que hablar, las cenizas están esparcidas desde los montes.

Me quito una oreja.

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Bilbao, Euskadi
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