sábado, 20 de enero de 2018

Amén.




II

Esto es un intento, un animal sordo, irreverente, taimado, que ha probado la sangre de la belleza y se oculta entre los juncos esperando las gacelas que abrevarán de madrugada.

Inventa la primavera infinita y la música es el abismo donde se suicidan los colores y el hambre de eternidad.

La indiferencia destruye el hábito de dioses ocultos en la tradición, con las palmas de la mano hacia arriba, como esperando una limosna de credo o el castigo con varas de avellano.

El cuerpo y sus apetencias, un torpe obstáculo entre la confesión y la ternura.

Nadie sabía, nadie comprendía y el fuego de los sentidos devoró el prado, luego la casa, luego esparció ceniza de huella en huella hasta que todo fue humo.

Eliminados los obstáculos, las palabras esdrújulas, justo entonces vino la nada.

Amén.


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Bilbao, Euskadi
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