En principio está el paisaje con árboles y el vacío, lo que no hay, elogio a la ausencia, águilas o música, hombres junto a la hoguera.
En lo que hay y no se ve, detrás, una mujer camina por un sendero (por cierto, en la mano derecha sujeta el extremo de un ronzal, el otro extremo pasa alrededor del cuello de un toro negro).Todo esto es folclórico, simbólico y onírico, a partes iguales.

jaja como en el mundo onírico y simbólico nadie más que tú tiene las calves, a decir verdad, aquí, en todos los mundos, porque este es tu mundo.. poco que decir.. quizá, q no vuelvas a cenar tan pesado, más que nada porque abrazarte a un toro no es recomendable, ni en sueños : ) un beso!
ResponderEliminarVamos a ver, vamos a ver, María, que así vienen los líos. La que sujeta al toro es, presuntamente, la mujer que camina por el sendero. Escribir esta presunta prosa propagandística (¿de qué?) es lo que tiene, no se entiende, como esos cuadros del Guggenheim, no se entienden. Luego resulta que un día, uno, te dice que no hace falta “entender” que la poesía va por otro lado (¿por otro lado? Pregunta un señor bajito ¿poesía? Insiste, preguntón). Y ahí, antes del beso, se forma un problema de mucho cuidado.
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