En una comida de compromiso, con personas desconocidas,, el comensal que
tengo a la derecha me cuenta su vida, casi completa, mili incluida, su
matrimonio, su separación, sus hijos a los que ve cada quincena; la señora
sentada a mi izquierda bebe cava y dos veces me ha rozado el muslo. Me aburre,
solo el Ribera del Duero que trasiego con deleite me ayuda a soportarlo. Cada
día me resultan más aburridas estas reuniones sociales. Hip.
Siempre que puedo me escapo de estas comidas, pero si no tengo forma ni manera, lo curioso es que suelo pasarlo bien, a lo mejor es por el vinito, como tú, sólo que yo bebería siempre blanco fresquito, no me gusta el tinto, aunque sea un Rivera.. Bueno, ya pasó ; )
ResponderEliminarUn beso!
María y lo de la señora ¿qué te parece? Que me sentí hombre objeto, bien es cierto que tengo unos muslos preciosos y tampoco me extraña pero así y todo, qué descaro. Tengo que decir que incluso me dejó su teléfono, el número de su móvil quiero decir. No le llamé, claro, se empieza por un muslo y a saber por dónde se acaba. No iré más a esas comidas.
ResponderEliminarPensé que iba a llegar un giro final en el que ibas a decir que la de la izquierda era la ex del de la derecha. :D
ResponderEliminarUn abrazo.
Dorotea Hyde, tampoco hubiera estado mal ese giro pero estos días ando un poco pillado de tiempo y quizás de imaginación. Creo que debo centrarme y no dispersarme en tantas historias. Un abrazo.
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