jueves, 30 de junio de 2022

Hey, you.

 

 


Rooom, estoy seguro (¿sí?) que nada es lo que era. Es fácil llegar a esa conclusión. (¿O es un principio?) Que será (¿o no?), también. Aquí tenderemos al cambio (ya vas a ver). Tengo la certeza desde hoy mismo, a las doce  (en punto) del mediodía. Estaba sentado frente (¿o era dentro?) al Guggenheim y se me ha aparecido Richard Serra, entre nubes de metal, rodeado de ángeles rubios tocando la trompeta, vestidos con uniformes de las SS, unos, sujetando por el cuello, otros, a un coro de caimanes llorando (generación culpable de Auswitch ¿de qué seremos culpables nosotros?). Me ha dicho con voz de tenor:”en julio y  agosto escribirás en el fin del mundo para dejar en este rincón parte de tu alma, un trozo de cerebro y limaduras de los pulmones, dejarás dos dioptrías, un suspiro y todo el corazón”. He caído con San Pablo al suelo (a la vez, cataplúm) y él ha continuado: “necesito de ti una prueba”. (Oh, Dios). Justo entonces me ha llamado X y el cielo ha empezado a arder. Impresionante, las gentes ardían, la ría ardía, mi tráquea ardía y XX ahí, esperando (me) al final de una calle. He llegado cojeando, saltando trampas, saltándome y XXX sonreía, me mantenía a distancia, como una boxeadora en el primer round, midiéndome, buscando la distancia y... (Alto, si cuento todo hoy ¿qué contaré mañana?) Gerhard Ritcher , benévolo, sonreía desde las alturas. (Esperarme, enseguida vuelvo, mañana ¿estás seguro?). Zipp, zapP.


Mi foto
Bilbao, Euskadi
pedromg@gmail.com