sábado, 7 de mayo de 2022

Por narices

 

Los muchachos, disfrazados con absurdas narices de cartón, rodean y vitorean a un hombre aupado sobre la mesa de un café. Este, cubierto con una esclavina negra, les dirige un encendido discurso, moviliza la amargura y deja un ruido de fondo, una torrentera creciente de entusiasmo que hace surcos en la sien, en la cresta del alma de los jóvenes.


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Bilbao, Euskadi
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