sábado, 6 de noviembre de 2021

Gabriela Luzzi

 


Cómo convertirse en madre

Cuando te regalen muñecos para que los trates como si fueran tus hijos, tenerlos durante años y después, al perderlos, recordar con nitidez sus caras.

Cuanto salgas y por el camino juntes unas piedras, fabricarles cunas con sábanas y mantas.

Cuando estés por poner la mesa e imagines la disposición de los objetos, calcular el tamaño que podrían tener los utensilios de seres diminutos, si vivieran con vos.

Cuando cortes verduras o estés preparando cualquier otra comida, imaginar cómo serían las porciones adecuadas para alimentar a los seres diminutos.

Cuando pases por un pasillo y veas hojas llenas de tierra, bañarlas como si fueran un bebé.

Cuando viajes en colectivo con una embarazada que lleva además a sus dos hijas, ofrecerte a llevar a una de ellas para que no aplasten la panza de la madre. Llegar a destino con olor a pis y manchas de caramelos.

Cuando en un avión aceptes cuidar a una nena que viaja sola tocar el timbre para pedir servilletas, cada diez minutos, cada vez que la nena tira cucharadas de yogur sobre el asiento y recibir los retos de la azafata.

¿Sobre qué le podrías conversar a los seres diminutos?

Cuidar a tu abuela los fines de semana. La familia te avisa que la van a dejar sola. Darle de comer únicamente las cosas que ella comía de chica y que ahora no le dejan comer.

Cuando vayas al supermercado a buscar ofertas aprovechar el libro de Anne Geddes con fotos de bebés de todos los colores, que viene para mirar del derecho y del revés de manera infinita.

Cuando entres a la cocina y hayan dejado un plato con galletitas surtidas, elegir la que está rota.

Cuando guardes en tu casa la caja con la ropa de bebé que usó tu abuela, tu madre y vos misma, poner también la batita hecha en actividades plásticas y ombligos y dientes que no se sabe de dónde salieron.

Gabriela Luzzi

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