domingo, 1 de diciembre de 2019

Un beso en la mejilla


Me invitó  a su casa para revisar un artículo que le iban a publicar en una revista de Bilbao. Le di mi opinión, añadí algún dato, lo apuntó y ya.   Nos habíamos despedido, estaba a punto de abrir la puerta. Agur. Un beso en la mejilla. Se levantó la blusa, me enseñó las tetas, generosas, tentadoras. Se las miré con atención, quizás con deseo, una pizca. ¿Follamos?, le pregunté sin demasiado entusiasmo. Otro día, me respondió con un gesto que no entendí, se bajó la blusa y me fui. En el metro, de vuelta a casa, pensé en lo ocurrido, más bien en lo no ocurrido. ¿Le llamo?, ¿vuelvo?   

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Bilbao, Euskadi
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