miércoles, 7 de noviembre de 2018

Vuelo transoceánico


Te lo juro, escribir con Pages a 55.000 pies de altura (pie arriba, pie abajo) es complicado, sobre todo si la mitad del  avión está ocupado por familias de jóvenes judíos ortodoxos con muchos niños pequeños llorando a la vez, desconsolados. Casi la otra mitad de los pasajeros son parejas de recién casados, hay algún viajero solitario, una dama con un impecable traje chaqueta, gris, y un  caballero que en 1967 era un atractivo galán. No sé cómo se acentúa en esta pantalla que brilla y atrae, es igual, tampoco sé escribir. Pero lo intento, intento aprender, me he comprado un diccionario, ya se utilizar palabras como "vicisitud" o "enigma" (este es un guiño a Gay Talese) y en breve    escribiré de corrido "circunstancia" o "genuflexión". Estoy lanzado.

Sobre Halifax ya no sentía el culo, llevábamos más de seis horas volando, las azafatas nos habían repartido comida, merienda y desdén, esto último en grandes cantidades. Aún faltaba hora y media para llegar, estaba aburrido, somnoliento y le vi, juro que le vi, era Superman, seguro, paso volando a pocos metros del avión. Los judíos seguían a lo suyo, con su kosher, su ir y venir por los pasillos, a su bola, indiferentes al resto de los viajeros. No les dije nada, que se jodan.

Mi foto
Bilbao, Euskadi
pedromg@gmail.com