martes, 27 de noviembre de 2018

Cuentista




Recién enviudé de la nostalgia, de mirar hacia atrás, de transportar los archivos con los besos en papel de lonja a lonja, de piso a piso, mirador encristalado que daba al mar, desabrida sensación, imágenes confusas, la vista graduada o la mirada, intensidad de lejos, tan minucioso de cerca, es lo que tiene vivir en provincias, todo pasa en diciembre, mi gran amor no me quiso nunca y envejecemos sin saber si hay tiempo para el milagro, si miente la memoria y el verde era rojo o el azul  gris marengo, ayer oxidado, mohoso, chasquido sobre las hojas secas del parque donde apenas susurraba el sol, el latido de su pecho bajo mi mano trémula cuando abría la puerta del deseo y a su piel entraban mis dedos a tropel, buscando, escarbando, deslizándose, hurgando, tanteando, humedeciéndose hasta quedar dormidos en el borde de las copas de vino que en un tris tras se estrellaban en la chimenea del mercader, gritos de júbilo y en media hora todo había pasado, es decir como ahora, lo mismo, no me cuente usted historias, cuentista. 

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Bilbao, Euskadi
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