martes, 24 de julio de 2018

Animoso



Te cuento hoy para dentro de unos días, por si no puedo.

Mi corazón recorre distancias para las que no está preparado y lo más difícil es transitar sin heridas, sin que se caigan las hojas de este libro libre con fotos degolladas y alambradas para que la rutina no salte por la ventana con cortinas de encaje y canciones de cuna en el ático, caballos sin alma y la búsqueda del verso entre atropelladas voces que ahora sangran, ahora cantan o se adormecen y los días se deslizan fáciles o complicados, van en esta crisis que no ha terminado (¡no!) en los que unos pocos se siguen llenando los bolsillos y casi todos temblamos de incertidumbre por noticias amargas, por oráculos pagados, por curas mudos, por la espada del paro, porque creíamos que la risa era el estado natural, la felicidad, y no, esta fecunda tristeza es una planta que trepa y nos lleva al apocalipsis. O así.

Creo que no era esto tan pesimista lo que quería decir te/ros. Mientras lo escribía, por detrás, a la vez, he imaginado una historia de amor otoñal pero entre ir y venir no recuerdo si se me ha olvidado o si la escribiré mañana. Veremos. Va. Ánimo.

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