domingo, 25 de febrero de 2018

Tú que lees.




Tú que lees, es en este imaginario encuentro cuando debo sostenerte la mirada, verme en el fondo de tus ojos, regalarte o desafiarte, intentar metáforas de ciego, intentarlo de nuevo, meter algunos recuerdos en bolsas del plástico y dejarlas en los quicios de las casas del extrarradio,  de la ciudad nueva, fidelidad al amor primero, al tardío, a aquel entre estaciones, acento cordobés en primavera, lenguaje que chasquea en autobuses rojos, almas que en un baño eléctrico estaban sumergidas, múltiples actos amorosos, gozosos practicantes de la fiesta de los cuerpos hasta que el rinoceronte de existir nos fue arrollando, vivir eran los otros que nacían y morían, era el trabajo, conseguir un espacio para todos, los que estaban, los que iban a venir y el tiempo grazna entre los árboles que no nos dejan ver el bosque de la vida en la que los días se pliegan y despliegan, papiroflexia inversa, ingeniería para insertar las piezas del puzle, una a una hasta adivinar el paisaje oculto justo antes que la puta muerte de una patada a la mesa y en cámara lenta vuelen todas y no haya ya sino silencio, oh, tú que lees.

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Bilbao, Euskadi
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