domingo, 14 de enero de 2018

Nadar



A veces ganaba, a veces, la carrera solía ser contra mí mismo, el premio era nadar, el aplauso tímido de los desconocidos, la velocidad de mis brazos y piernas, la agilidad de mi cuerpo en los virajes, el entrenamiento, la entrega, el cloro que me enrojecía los ojos, el poder presumir con las sombras de los ausentes, no fui seleccionado, no tuve padrinos, ni carnet, nadaba para poder nadar, mi padre no estuvo nunca animándome en la grada.
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Bilbao, Euskadi
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