domingo, 19 de febrero de 2017

Un reloj parado.




Alguien que viaja descubre un reloj que siempre da la misma hora aunque no está parado. El reloj no está en un campanario ni en lo alto del Banco de Vizcaya, está en un cofrecillo sin llave junto a una fotografía de un hombre sentado/tumbado en el aeropuerto de Bruselas (creo). Ese alguien que viaja pide licencia para llevar ese reloj en la muñeca y recibe el nihil obstat, una bendición del obispo de Calahorra y una carta con espumas de un mar del Norte.

El concepto Norte es amplio, difuso, abarca un territorio que va de aquí hasta aquí (lástima que no podáis ver la extensión que señalan mis brazos extendidos. Imaginarla). El concepto Sur, en cambio, es más concreto, se asocia con un sentimiento que va más allá de lo geográfico. Es decir, que se puede ser o estar en el Norte y añorar el Sur, se puede estar en el fin de la tierra (o más lejos) y tener la cabeza en Cádiz (un suponer).

La cuestión es estar donde se está y en otro lado.

Inténtalo.
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