sábado, 26 de noviembre de 2016

Murano.



Recuerdo el año que visité Murano, el vaporetto, la isla de Lido. Las tortugas. Recuerdo cuando cantaba delante del Coliseo, ahí comenzó el regreso. La vida. Mi amor como un húmedo pañuelo de seda ciñéndose a sus muslos generosos, un pasacalles de besos, una verbena de caricias antes de la oración. El no como una hoz. El descontento como un látigo. Alguien debe ser el culpable.
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Bilbao, Euskadi
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